Abril 1
Efraín y Manasés
Jos. 16.1-10 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Lo que tocó en suerte a los hijos de José iba desde el Jordán de Jericó hasta las aguas de Jericó, hacia el oriente, hacia el desierto que sube de Jericó por las montañas de Bet-el.2 Sale de Bet-el a Luz y pasa a lo largo del territorio de los arquitas hasta Atarot;3 baja hacia el occidente al territorio de los jafletitas, hasta el límite de Bet-horón la de abajo, y hasta Gezer, y sale al mar.4 Recibieron, pues, su heredad los hijos de José, Manasés y Efraín.
5 El territorio de los hijos de Efraín por sus familias: El límite de su heredad era por el lado del oriente Atarot-adar hasta Bet-horón la de arriba.6 Continúa el límite hasta el mar y hasta Micmetat al norte, y da vuelta hacia el oriente hasta Taanat-silo, y de aquí pasa a Janoa.7 De Janoa desciende a Atarot y a Naarat, toca Jericó y sale al Jordán.8 De Tapúa se vuelve hacia el oeste por el arroyo Caná, y sale al mar. Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Efraín por sus familias,9 además de las ciudades que se apartaron para los hijos de Efraín en medio de la heredad de los hijos de Manasés; todas las ciudades con sus aldeas.10 Pero no expulsaron al cananeo que habitaba en Gezer, y por eso quedó el cananeo en medio de Efraín, hasta hoy, aunque sometido a tributo.
Jue. 1.29 DHH NIV NBD NVI LBLA
29 Tampoco Efraín expulsó al cananeo que habitaba en Gezer, sino dejó que el cananeo habitara en medio de ellos.
Jos. 17.1-13 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Se echaron también suertes para la tribu de Manasés, porque era el primogénito de José: a Maquir, primogénito de Manasés y padre de Galaad, que fue un hombre de guerra, le tocó Galaad y Basán.2 Se echaron también suertes para los otros hijos de Manasés conforme a sus familias: los hijos de Abiezer, los hijos de Helec, los hijos de Asriel, los hijos de Siquem, los hijos de Hefer y los hijos de Semida. Estos eran los hijos varones de Manasés hijo de José, por sus familias.
3 Pero Zelofehad hijo de Hefer hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, no tuvo hijos sino hijas, los nombres de las cuales son estos: Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa.4 Estas acudieron ante el sacerdote Eleazar, ante Josué hijo de Nun y ante los príncipes, y dijeron: «Jehová mandó a Moisés que nos diera una heredad entre nuestros hermanos». Y se les dio una heredad entre los hermanos de su padre, conforme al dicho de Jehová.
5 Le tocaron a Manasés diez partes, además de la tierra de Galaad y de Basán, que está al otro lado del Jordán,6 pues las hijas de Manasés recibieron una heredad entre sus hijos. La tierra de Galaad fue para los otros hijos de Manasés.7 El territorio de Manasés iba desde Aser hasta Micmetat, que está enfrente de Siquem, y seguía hacia el sur, hasta los que habitan en Tapúa.8 La tierra de Tapúa era de Manasés, pero Tapúa misma, que está junto al límite de Manasés, era de los hijos de Efraín.9 Este límite desciende al arroyo Caná, hacia el sur del arroyo. Estas ciudades de Efraín están entre las ciudades de Manasés; el límite de Manasés estaba al norte del mismo arroyo, e iba a salir al mar.10 A Efraín pertenecía el sur, a Manasés el norte, y el mar era su frontera; lindaban con Aser al norte y con Isacar al oriente.11 Tuvo también Manasés en Isacar y en Aser a Bet-seán y sus aldeas, a Ibleam y sus aldeas, a los habitantes de Dor y sus aldeas, a los habitantes de Endor y sus aldeas, a los habitantes de Taanac y sus aldeas, a los habitantes de Meguido y sus aldeas: tres provincias.12 Pero los hijos de Manasés no pudieron expulsar a los de aquellas ciudades, y el cananeo persistió en habitar en aquella tierra.13 Pero cuando los hijos de Israel fueron lo suficientemente fuertes, hicieron tributario al cananeo, aunque no lo expulsaron.
Jue. 1.27,28 DHH NIV NBD NVI LBLA
27 Tampoco Manasés expulsó a los de Bet-seán ni a los de sus aldeas, ni a los de Taanac y sus aldeas, ni a los de Dor y sus aldeas, ni a los habitantes de Ibleam y sus aldeas, ni a los que vivían en Meguido y en sus aldeas; y el cananeo persistía en habitar en aquella tierra.28 Cuando Israel se sintió fuerte, hizo tributario al cananeo, pero no lo expulsó.
Jos. 17.14-18 DHH NIV NBD NVI LBLA
14 Los hijos de José dijeron a Josué:
—¿Por qué nos has dado como heredad una sola suerte y una sola parte, siendo nosotros un pueblo tan grande, al que Jehová ha bendecido hasta ahora?
15 Josué les respondió:
—Si sois un pueblo tan grande, subid al bosque y talad para vosotros allí en la tierra de los ferezeos y de los refaítas, ya que los montes de Efraín os resultan estrechos.
16 Los hijos de José dijeron:
—No nos bastará a nosotros este monte. Además, todos los cananeos que habitan la tierra de la llanura tienen carros de hierro, lo mismo los que están en Bet-seán y en sus aldeas que los del valle de Jezreel.
17 Entonces Josué respondió a la casa de José, a Efraín y a Manasés:
—Tú eres un gran pueblo y tienes un gran poder: no tendrás una sola parte,18 sino que aquel monte será tuyo, pues aunque es un bosque, tú lo desmontarás y lo poseerás hasta sus límites más lejanos; porque tú arrojarás al cananeo, aunque tenga carros de hierro y aunque sea fuerte.
Jue. 1.22-26,35,36 DHH NIV NBD NVI LBLA
22 También la casa de José subió contra Bet-el; y Jehová estaba con ellos.23 Puso la casa de José espías en esa ciudad, que antes se llamaba Luz.24 Los que espiaban vieron a un hombre que salía de allí y le dijeron:
«Muéstranos ahora la entrada de la ciudad y tendremos de ti misericordia».
25 Así lo hizo, y ellos hirieron la ciudad a filo de espada, pero dejaron ir a aquel hombre con toda su familia.26 Él se fue a la tierra de los heteos y edificó una ciudad a la cual llamó Luz. Y este es su nombre hasta hoy.
35 El amorreo persistió en habitar en el monte de Heres, en Ajalón y en Saalbim, pero cuando la casa de José cobró fuerzas, lo hizo tributario.
36 El límite del amorreo fue desde la subida de Acrabim, desde Sela hacia arriba.
Sepultura de los huesos de José en Siquem
Jos. 24.32 DHH NIV NBD NVI LBLA
32 Enterraron en Siquem los huesos de José que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró, por cien monedas, de los hijos de Hamor, padre de Siquem, y que pasó a ser posesión de los hijos de José.
Territorios de las demás tribus
Jos. 18.1-10 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Toda la congregación de los hijos de Israel se reunió en Silo, donde erigieron el Tabernáculo de reunión. Toda la tierra se les había sometido,2 pero quedaban de los hijos de Israel siete tribus a las cuales aún no se les habían repartido su posesión.
3 Entonces Josué dijo a los hijos de Israel: «¿Hasta cuándo vais a esperar para venir a poseer la tierra que os ha dado Jehová, el Dios de vuestros padres?4 Designad tres hombres de cada tribu, para que yo los envíe. Que ellos se levanten, recorran la tierra y la describan conforme al reparto de las heredades; después volverán a mí.5 Dividirán la tierra en siete partes. Judá se quedará en su territorio al sur y los de la casa de José en el suyo al norte.6 Vosotros, pues, delinearéis la tierra en siete partes y me traeréis la descripción aquí, para que yo eche suertes delante de Jehová, nuestro Dios.7 Pero los levitas no tienen ninguna parte entre vosotros, porque el sacerdocio de Jehová es su heredad; también Gad, Rubén y la media tribu de Manasés, ya han recibido, en el lado oriental del Jordán, la heredad que les dio Moisés, siervo de Jehová».
8 Aquellos hombres se levantaron y partieron. Y mandó Josué a los que iban a delinear la tierra: «Id, recorred la tierra y delineadla, y volved a mí, para que yo os eche suertes aquí delante de Jehová, en Silo».
9 Fueron, pues, aquellos hombres y recorrieron la tierra, delineándola ciudad por ciudad en siete partes, en un libro que llevaron a Josué al campamento en Silo.10 Josué les echó suertes delante de Jehová en Silo, y allí repartió la tierra a los hijos de Israel, según sus porciones.
Benjamín
Jos. 18.11-28 DHH NIV NBD NVI LBLA
11 Se sacó la suerte de la tribu de los hijos de Benjamín, conforme a sus familias, y el territorio adjudicado a ella quedó entre los hijos de Judá y los hijos de José.12 Su límite, por el lado norte, parte del Jordán y sube por el lado norte de Jericó; sube después por el monte hacia el occidente y viene a salir al desierto de Bet-avén.13 De allí pasa en dirección de Luz, al lado sur de Luz (que es Bet-el), y desciende de Atarot-adar al monte que está al sur de Bet-horón, la de abajo.14 Tuerce hacia el oeste por el lado sur del monte que está delante de Bet-horón, al sur, y viene a salir a Quiriat-baal (que es Quiriat-jearim), ciudad de los hijos de Judá. Este es el lado del occidente.
15 El lado del sur va desde el extremo de Quiriat-jearim y sale al occidente, a la fuente de las aguas de Neftoa.16 Luego desciende este límite hasta el extremo del monte que está delante del valle del hijo de Hinom, al norte del valle de Refaim; desciende entonces al valle de Hinom, al lado sur del jebuseo, y de allí desciende a la fuente Rogel.17 Después se inclina hacia el norte y sale a En-semes; de allí a Gelilot, que está delante de la subida de Adumín, y desciende a la piedra de Bohán hijo de Rubén.18 Pasa por el lado que está enfrente del Arabá y desciende al Arabá;19 pasa el límite hacia el lado norte de Bet-hogla y termina en la bahía norte del Mar Salado, en el extremo sur del Jordán. Este es el límite sur.
20 El Jordán era el límite del lado oriental. Esta es la heredad de los hijos de Benjamín con los límites que la rodean, conforme a sus familias.
21 Las ciudades de la tribu de los hijos de Benjamín, por sus familias, fueron Jericó, Bet-hogla, el valle de Casis,22 Bet-arabá, Zemaraim, Bet-el,23 Avim, Pará, Ofra,24 Quefar-haamoni, Ofni y Geba: doce ciudades con sus aldeas.25 Gabaón, Ramá, Beerot,26 Mizpa, Cafira, Mozah,27 Requem, Irpeel, Tarala,28 Zela, Elef, Jebús (que es Jerusalén), Gabaa y Quiriat: catorce ciudades con sus aldeas. Esta es la heredad de los hijos de Benjamín conforme a sus familias.
Jue. 1.21 DHH NIV NBD NVI LBLA
21 pero al jebuseo, que habitaba en Jerusalén, no lo expulsaron los hijos de Benjamín, y el jebuseo ha habitado con los hijos de Benjamín en Jerusalén hasta hoy.
Simeón
Jos. 19.1-9 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 La segunda suerte le tocó a Simeón, a la tribu de los hijos de Simeón, conforme a sus familias. Su heredad estaba en medio de la heredad de los hijos de Judá.2 Ellos recibieron como heredad a Beerseba, Seba, Molada,3 Hazar-sual, Bala, Ezem,4 Eltolad, Betul, Horma,5 Siclag, Bet-marcabot, Hazar-susa,6 Bet-lebaot y Saruhén: trece ciudades con sus aldeas;7 Aín, Rimón, Eter y Asán: cuatro ciudades con sus aldeas;8 además, todas las aldeas que estaban alrededor de estas ciudades hasta Baalat-beer, que es Ramat del Neguev. Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Simeón conforme a sus familias.9 De la suerte de los hijos de Judá fue sacada la heredad de los hijos de Simeón, por cuanto la parte de los hijos de Judá era excesiva para ellos. Así que los hijos de Simeón recibieron su heredad en medio de la de Judá.
Zabulón
Jos. 19.10-16 DHH NIV NBD NVI LBLA
10 La tercera suerte tocó a los hijos de Zabulón conforme a sus familias. El territorio de su heredad se extendió hasta Sarid;11 su límite sube hacia el occidente hacia Marala y llega hasta Dabeset, y de allí hasta el arroyo que está delante de Jocneam.12 Desde Sarid gira hacia el oriente, hacia donde nace el sol, hasta el límite de Quislot-tabor, sale a Daberat y sube a Jafía.13 De allí pasa hacia el lado oriental, a Gat-hefer y a Ita-cazín, sale a Rimón y vuelve hacia Nea.14 Luego, al norte, el límite gira hacia Hanatón y va a salir al valle de Jefte-el.15 Abarca, además, Catat, Naalal, Simrón, Idala y Belén: doce ciudades con sus aldeas.16 Esta es la heredad de los hijos de Zabulón conforme a sus familias; las ciudades con sus aldeas.
Jue. 1.30 DHH NIV NBD NVI LBLA
30 Tampoco Zabulón expulsó a los que habitaban en Quitrón, ni a los que habitaban en Naalal, sino que el cananeo habitó en medio de él y le fue tributario.
Abril 2
Isacar
Jos. 19.17-23 DHH NIV NBD NVI LBLA
17 La cuarta suerte correspondió a Isacar, a los hijos de Isacar, conforme a sus familias.18 En su territorio estaban Jezreel, Quesulot, Sunem,19 Hafaraim, Sihón, Anaharat,20 Rabit, Quisión, Abez,21 Remet, En-ganim, En-hada y Bet-pases.22 Este límite llega hasta Tabor, Sahazima y Bet-semes, y termina en el Jordán: dieciséis ciudades con sus aldeas.23 Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Isacar conforme a sus familias; las ciudades con sus aldeas.
Aser
Jos. 19.24-31 DHH NIV NBD NVI LBLA
24 La quinta suerte correspondió a la tribu de los hijos de Aser conforme a sus familias.25 Su territorio abarcó Helcat, Halí, Betén, Acsaf,26 Alamelec, Amad y Miseal; llega hacia el occidente hasta el Carmelo y Sihor-libnat.27 Después da vuelta hacia el oriente, hasta Bet-dagón, y llega por el norte hasta Zabulón, al valle de Jefte-el, a Bet-emec y a Neiel, y va a salir a Cabul por el norte,28 por lo que abarca a Hebrón, Rehob, Hamón y Caná, hasta la gran Sidón.29 De allí este límite tuerce hacia Ramá y hasta la ciudad fortificada de Tiro, gira hacia Hosa y sale al mar desde el territorio de Aczib.30 Abarca también Uma, Afec y Rehob: veintidós ciudades con sus aldeas.31 Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Aser conforme a sus familias; las ciudades con sus aldeas.
Jue. 1.31,32 DHH NIV NBD NVI LBLA
31 Tampoco Aser expulsó a los que habitaban en Aco, ni a los que vivían en Sidón, en Ahlab, en Aczib, en Helba, en Afec y en Rehob.32 Y vivió Aser entre los cananeos que habitaban en la tierra, pues no los expulsó.
Neftalí
Jos. 19.32-39 DHH NIV NBD NVI LBLA
32 La sexta suerte correspondió a los hijos de Neftalí conforme a sus familias.33 Su territorio abarcó desde Helef, Alón-saananim, Adami-neceb y Jabneel, hasta Lacum, e iba a salir al Jordán.34 Giraba el límite al occidente hacia Aznot-tabor; de allí pasaba a Hucoc y llegaba hasta Zabulón al sur, al occidente lindaba con Aser, y con Judá por el Jordán hacia donde nace el sol.35 Sus ciudades fortificadas eran Sidim, Zer, Hamat, Racat, Cineret,36 Adama, Ramá, Hazor,37 Cedes, Edrei, En-hazor,38 Irón, Migdal-el, Horem, Bet-anat y Bet-semes: diecinueve ciudades con sus aldeas.39 Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Neftalí conforme a sus familias; las ciudades con sus aldeas.
Jue. 1.33 DHH NIV NBD NVI LBLA
33 Tampoco Neftalí expulsó a los que vivían en Bet-semes ni a los de Bet-anat, sino que vivió entre los cananeos que habitaban en la tierra; pero le fueron tributarios los habitantes de Bet-semes y los de Bet-anat.
Dan
Jos. 19.40-48 DHH NIV NBD NVI LBLA
40 La séptima suerte correspondió a la tribu de los hijos de Dan conforme a sus familias.41 En el territorio de su heredad estaban Zora, Estaol, Ir-semes,42 Saalabín, Ajalón, Jetla,43 Elón, Timnat, Ecrón,44 Elteque, Gibetón, Baalat,45 Jehúd, Bene-berac, Gat-rimón,46 Mejarcón y Racón, con el territorio que está delante de Jope.47 Pero les faltó territorio a los hijos de Dan. Por eso subieron los hijos de Dan a atacar a Lesem; la tomaron y la pasaron a filo de espada. Tomaron posesión de ella y la habitaron. Y la llamaron Dan, por el nombre de su padre.48 Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Dan conforme a sus familias; las ciudades con sus aldeas.
Jue. 1.34 DHH NIV NBD NVI LBLA
34 Los amorreos empujaron a los hijos de Dan hasta la montaña, y no los dejaron descender a los llanos.
Leví
Nm. 35.1-8 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Habló Jehová a Moisés en los campos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó, y le dijo:2 «Manda a los hijos de Israel que den a los levitas, de la heredad que les pertenece, ciudades en que habiten; también daréis a los levitas los ejidos que están alrededor de esas ciudades.3 Ellos tendrán ciudades donde habitar, y sus ejidos serán para sus animales, su ganado y todas sus bestias.4 Los ejidos de las ciudades que daréis a los levitas se extenderán mil codos a su alrededor, desde el muro de la ciudad hacia afuera.5 Luego mediréis, fuera de la ciudad, dos mil codos hacia el lado del oriente, dos mil codos hacia el lado del sur, dos mil codos hacia el lado del occidente y dos mil codos hacia el lado del norte, y la ciudad quedará en el medio. Estos serán los ejidos de las ciudades.
6 »De las ciudades que daréis a los levitas, seis de ellas serán de refugio, las cuales daréis para que el homicida se refugie allá. Además de estas, daréis cuarenta y dos ciudades.7 Todas las ciudades que daréis a los levitas serán cuarenta y ocho ciudades con sus ejidos.8 Y en cuanto a las ciudades que deis de la heredad de los hijos de Israel, del que tiene mucho tomaréis mucho y del que tiene poco tomaréis poco. Cada uno dará de sus ciudades a los levitas según la posesión que heredará».
Jos. 21.1-42 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Los jefes de familia de los levitas se acercaron al sacerdote Eleazar, a Josué hijo de Nun y a los cabezas de familia de las tribus de los hijos de Israel,2 que estaban en Silo, en la tierra de Canaán, y les dijeron: «Jehová mandó por medio de Moisés que se nos dieran ciudades donde habitar, con sus ejidos para nuestros ganados».3 Entonces los hijos de Israel dieron de su propia herencia a los levitas, conforme al mandato de Jehová, las siguientes ciudades con sus ejidos.
4 La suerte cayó sobre las familias de los coatitas, y a los levitas descendientes de Aarón, el sacerdote, les tocaron en suerte trece ciudades de la tribu de Judá, de la tribu de Simeón y de la tribu de Benjamín.5 A los otros hijos de Coat les tocaron en suerte diez ciudades de las familias de la tribu de Efraín, de la tribu de Dan y de la media tribu de Manasés.6 A los hijos de Gersón les tocaron en suerte trece ciudades de las familias de la tribu de Isacar, de la tribu de Aser, de la tribu de Neftalí y de la media tribu de Manasés en Basán.7 A los hijos de Merari, según sus familias, les tocaron doce ciudades de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la tribu de Zabulón.
8 Dieron, pues, los hijos de Israel a los levitas estas ciudades con sus ejidos, por suertes, como había mandado Jehová por conducto de Moisés.
9 De la tribu de los hijos de Judá, y de la tribu de los hijos de Simeón, dieron estas ciudades que han sido nombradas,10 las cuales obtuvieron los hijos de Aarón de las familias de Coat, los hijos de Leví, porque a ellos correspondió la primera suerte.11 Les dieron Quiriat-arba, del padre de Anac, la cual es Hebrón, en los montes de Judá, con sus ejidos circundantes.12 Pero el campo de la ciudad con sus aldeas se lo dieron a Caleb hijo de Jefone como posesión suya.
13 A los hijos del sacerdote Aarón les dieron Hebrón con sus ejidos como ciudad de refugio para los homicidas; además, Libna con sus ejidos,14 Jatir con sus ejidos, Estemoa con sus ejidos,15 Holón con sus ejidos, Debir con sus ejidos,16 Aín con sus ejidos, Juta con sus ejidos y Bet-semes con sus ejidos: nueve ciudades de estas dos tribus.17 Y de la tribu de Benjamín, Gabaón con sus ejidos, Geba con sus ejidos,18 Anatot con sus ejidos, Almón con sus ejidos: cuatro ciudades.19 El total de las ciudades de los sacerdotes descendientes de Aarón: trece, con sus ejidos.
20 Pero a las familias de los hijos de Coat, a los levitas que quedaban de los hijos de Coat, les tocaron en suerte ciudades de la tribu de Efraín.21 Les dieron Siquem con sus ejidos, en los montes de Efraín, como ciudad de refugio para los homicidas; además, Gezer con su ejidos,22 Kibsaim con sus ejidos y Bet-horón con sus ejidos: cuatro ciudades.23 De la tribu de Dan, Elteque con sus ejidos, Gibetón con sus ejidos,24 Ajalón con sus ejidos y Gat-rimón con sus ejidos: cuatro ciudades.25 Y de la media tribu de Manasés, Taanac con sus ejidos y Gat-rimón con sus ejidos: dos ciudades.26 El total de las ciudades para el resto de las familias de los hijos de Coat: diez con sus ejidos.
27 A los hijos de Gersón, de las familias de los levitas, les dieron, de la media tribu de Manasés, a Golán en Basán, con sus ejidos, como ciudad de refugio para los homicidas, y además, Beestera con sus ejidos: dos ciudades.28 De la tribu de Isacar, Cisón con sus ejidos, Daberat con sus ejidos,29 Jarmut con sus ejidos y En-ganim con sus ejidos: cuatro ciudades.30 De la tribu de Aser, Miseal con sus ejidos, Abdón con sus ejidos,31 Helcat con sus ejidos y Rehob con sus ejidos: cuatro ciudades.32 Y de la tribu de Neftalí, Cedes en Galilea con sus ejidos, como ciudad de refugio para los homicidas, y además, Hamot-dor con sus ejidos y Cartán con sus ejidos: tres ciudades.33 El total de las ciudades de los gersonitas, por familias: trece ciudades con sus ejidos. 34 A las familias de los hijos de Merari, los levitas que quedaban, se les dio, de la tribu de Zabulón, Jocneam con sus ejidos, Carta con sus ejidos,35 Dimna con sus ejidos y Naalal con sus ejidos: cuatro ciudades.36 Y de la tribu de Rubén, Beser con sus ejidos, Jahaza con sus ejidos,37 Cademot con sus ejidos y Mefaat con sus ejidos: cuatro ciudades.38 De la tribu de Gad, Ramot de Galaad con sus ejidos, como ciudad de refugio para los homicidas; además, Mahanaim con sus ejidos,39 Hesbón con sus ejidos y Jazer con sus ejidos: cuatro ciudades.40 En total fueron doce las ciudades que les tocaron en suerte a los hijos de Merari, por familias, o sea, al resto de las familias de los levitas.
41 El total de las ciudades de los levitas en medio del territorio de los hijos de Israel: cuarenta y ocho ciudades con sus ejidos.42 Estas ciudades estaban apartadas la una de la otra, cada cual con sus ejidos en torno a ella. Así fue con todas estas ciudades.
1 Cr. 6.54-81 DHH NIV NBD NVI LBLA
54 Estos son los lugares de residencia y los límites de los territorios de los hijos de Aarón. A las familias de los coatitas, a quienes les tocó primero la suerte,55 les dieron Hebrón, en la tierra de Judá, con sus ejidos alrededor de ella.56 Pero el territorio de la ciudad y sus aldeas se dieron a Caleb hijo de Jefone.57 De Judá dieron a los hijos de Aarón la ciudad de refugio, esto es, Hebrón; además, Libna con sus ejidos, Jatir, Estemoa con sus ejidos,58 Hilén con sus ejidos, Debir con sus ejidos,59 Asán y Bet-semes, con sus respectivos ejidos.60 De Benjamín les dieron Geba, Alemet y Anatot, con sus ejidos. Trece fue el total de sus ciudades, repartidas según sus familias.
61 A los hijos de Coat, según sus familias, les dieron por suerte diez ciudades de la media tribu de Manasés.62 A los hijos de Gersón, según sus familias, les dieron de la tribu de Isacar, de la tribu de Aser, de la tribu de Neftalí y de la tribu de Manasés en Basán, trece ciudades.63 Y a los hijos de Merari, según sus familias, les dieron por suerte doce ciudades de las tribus de Rubén, Gad y Zabulón.
64 Los hijos de Israel dieron a los levitas ciudades con sus ejidos.65 Dieron por suerte de la tribu de Judá, de la tribu de Simeón y de la tribu de Benjamín, las ciudades ya nombradas.
66 A las familias de los hijos de Coat dieron ciudades con sus ejidos de la tribu de Efraín.67 Les dieron Siquem, la ciudad de refugio, con sus ejidos en los montes de Efraín; además, Gezer,68 Jocmeam, Bet-horón,69 Ajalón y Gat-rimón, con sus respectivos ejidos.70 A las otras familias de los hijos de Coat les dieron Aner y Bileam, las cuales pertenecían a la media tribu de Manasés, con sus respectivos ejidos.
71 A los hijos de Gersón dieron de la media tribu de Manasés, Golán en Basán y Astarot, con sus respectivos ejidos.72 De la tribu de Isacar, Cedes, Daberat,73 Ramot y Anem, con sus respectivos ejidos.74 De la tribu de Aser, Masal, Abdón,75 Hucoc y Rehob, con sus respectivos ejidos.76 De la tribu de Neftalí, Cedes en Galilea, Hamón y Quiriataim, con sus respectivos ejidos.
77 Al resto de los hijos de Merari dieron, de la tribu de Zabulón, Rimón y Tabor, con sus ejidos.78 Del otro lado del Jordán, frente a Jericó, al oriente del Jordán, dieron de la tribu de Rubén, Beser en el desierto, Jaza,79 Cademot y Mefaat, con sus respectivos ejidos.80 Y de la tribu de Gad, Ramot de Galaad, Mahanaim,81 Hesbón y Jazer, con sus respectivos ejidos.
Abril 3
Territorio de Josué
Jos. 19.49,50 DHH NIV NBD NVI LBLA
49 Después que acabaron de repartir la tierra y delinear sus territorios, dieron los hijos de Israel una heredad en medio de ellos a Josué hijo de Nun.50 Según la orden de Jehová, le dieron la ciudad que él pidió, Timnat-sera, en los montes de Efraín. Él reedificó la ciudad y habitó en ella.
Israel ocupa la tierra
Jos. 19.51 DHH NIV NBD NVI LBLA
51 Estas son las heredades que el sacerdote Eleazar, Josué hijo de Nun y los cabezas de familia entregaron por suertes en posesión a las tribus de los hijos de Israel en Silo, delante de Jehová, a la entrada del Tabernáculo de reunión. Así acabaron de repartir la tierra.
Jos. 21.43-45 DHH NIV NBD NVI LBLA
43 De esta manera dio Jehová a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres. Tomaron posesión de ella, y la habitaron.44 Jehová les dio paz a su alrededor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres, y ninguno de sus enemigos pudo hacerles frente, porque Jehová entregó en sus manos a todos sus enemigos.45 No faltó ni una palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel. Todo se cumplió.
El altar junto al Jordán
Jos. 22.1-34 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Entonces Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés,2 y les dijo: «Vosotros habéis guardado todo lo que Moisés, siervo de Jehová, os mandó, y habéis obedecido a mi voz en todo lo que os he mandado.3 No habéis abandonado a vuestros hermanos en este largo tiempo, hasta el día de hoy, sino que os habéis cuidado de guardar los mandamientos de Jehová, vuestro Dios.4 Ahora, pues, que Jehová, vuestro Dios, ha dado reposo a vuestros hermanos como lo había prometido, volved, regresad a vuestras tiendas, a la tierra de las posesiones que Moisés, siervo de Jehová, os dio al otro lado del Jordán.5 Solamente que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés, siervo de Jehová, os ordenó: que améis a Jehová, vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, lo sigáis y lo sirváis con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma».
6 Josué los bendijo y los despidió, y ellos se fueron a sus tiendas.
7 A la media tribu de Manasés le había dado Moisés una posesión en Basán; a la otra mitad le dio Josué una heredad entre sus hermanos a este lado del Jordán, al occidente. También a estos los envió Josué a sus tiendas, después de haberlos bendecido,8 y les dijo: «Volved a vuestras tiendas con grandes riquezas, con mucho ganado, con plata, oro y bronce, y con muchos vestidos; compartid con vuestros hermanos el botín de vuestros enemigos».
9 Así los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés se volvieron, separándose de los hijos de Israel en Silo, que está en la tierra de Canaán, para ir a la tierra de Galaad, a la tierra de sus posesiones, en la cual se habían establecido conforme al mandato que Jehová había dado por conducto de Moisés.
10 Cuando llegaron a los límites del Jordán que está en la tierra de Canaán, los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés edificaron allí un altar junto al Jordán, un altar de apariencia grandiosa.11 Los hijos de Israel se enteraron de que los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés habían edificado un altar frente a la tierra de Canaán, en los límites del Jordán, del lado de los hijos de Israel.12 Cuando los hijos de Israel oyeron esto, se juntó toda la congregación de los hijos de Israel en Silo, para subir a pelear contra ellos.13 Pero antes enviaron los hijos de Israel a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, a la tierra de Galaad, a Finees, hijo del sacerdote Eleazar,14 y a diez príncipes con él: un príncipe por cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de los cuales era jefe de la casa de sus padres entre los millares de Israel.15 Cuando llegaron donde estaban los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, les dijeron:
16 —Toda la congregación de Jehová dice así: “¿Qué traición es esta que cometéis contra el Dios de Israel, al apartaros hoy de seguir a Jehová, edificándoos un altar y rebelándoos contra Jehová?17 ¿No ha bastado con la maldad de Peor, de la que aún hoy no estamos limpios, por la cual vino la mortandad sobre la congregación de Jehová,18 para que vosotros os apartéis hoy de seguir a Jehová? Vosotros os rebeláis hoy contra Jehová, y mañana se encenderá su ira contra toda la congregación de Israel.19 Si os parece que la tierra que os pertenece es inmunda, pasaos a la tierra que pertenece a Jehová, en la cual está el tabernáculo de Jehová, y habitad entre nosotros, pero no os rebeléis contra Jehová, ni os rebeléis contra nosotros, edificándoos un altar además del altar de Jehová, nuestro Dios.20 ¿No cometió Acán hijo de Zera una transgresión en el anatema, y la ira cayó sobre toda la congregación de Israel? Aquel hombre no fue el único que pereció por su pecado”.
21 Entonces los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés respondieron a los cabezas de los millares de Israel:
22 —Jehová, Dios de los dioses, Jehová, Dios de los dioses, él sabe y hace saber a Israel: si fue por rebelión o por infidelidad contra Jehová, no nos salves hoy.23 Si nos hemos edificado altar para apartarnos de Jehová, o para presentar holocaustos u ofrendas, o para hacer sobre él ofrendas de paz, el mismo Jehová nos lo demande.24 Lo hicimos más bien por temor de que mañana vuestros hijos digan a nuestros hijos: “¿Qué tenéis vosotros que ver con Jehová, el Dios de Israel?25 Jehová ha puesto por lindero el Jordán entre nosotros y vosotros, hijos de Rubén e hijos de Gad. ¡No tenéis vosotros parte con Jehová!”. Y así vuestros hijos harían que nuestros hijos dejaran de temer a Jehová.26 Por esto nos dijimos: “Edifiquemos ahora un altar, no para holocaustos ni para sacrificios,27 sino para que sea un testimonio entre nosotros y vosotros y entre los que vendrán después de nosotros, de que podemos hacer el servicio de Jehová delante de él con nuestros holocaustos, nuestros sacrificios y nuestras ofrendas de paz; para que no digan mañana vuestros hijos a los nuestros: ‘Vosotros no tenéis parte con Jehová’ ”.28 Nosotros, pues, nos dijimos: “Si acontece que en lo por venir nos dicen tal cosa a nosotros o a nuestros descendientes, entonces responderemos: ‘Mirad la forma del altar de Jehová, el cual construyeron nuestros padres, no para holocaustos o sacrificios, sino como un testimonio entre nosotros y vosotros’ ”.29 Nunca acontezca que nos rebelemos contra Jehová o que nos apartemos hoy de seguir a Jehová edificando un altar para holocaustos, ofrendas o sacrificios, aparte del altar de Jehová, nuestro Dios, que está delante de su Tabernáculo.
30 Cuando Finees, el sacerdote, los príncipes de la congregación y los jefes de los millares de Israel que con él estaban, oyeron las palabras pronunciadas por los hijos de Rubén, los hijos de Gad y los hijos de Manasés, les pareció bien todo ello.31 Y dijo Finees, hijo del sacerdote Eleazar, a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a los hijos de Manasés:
—Hoy hemos entendido que Jehová está entre nosotros, pues no habéis intentado esta traición contra Jehová. Así habéis librado a los hijos de Israel de la mano de Jehová.
32 Luego Finees, hijo del sacerdote Eleazar, y los príncipes, dejando a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad, regresaron de la tierra de Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos de Israel, y les dieron la respuesta.33 El asunto pareció bien a los hijos de Israel y bendijeron a su Dios. No hablaron más de hacerles la guerra y destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad.34 Los hijos de Rubén y los hijos de Gad pusieron al altar el nombre de Ed, porque dijeron: «Testimonio es entre nosotros de que Jehová es Dios».
Josué exhorta al pueblo
Jos. 23.1-16 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Aconteció, muchos días después que Jehová concediera paz a Israel de todos los enemigos que lo rodeaban, que Josué, ya viejo y avanzado en años,2 llamó a todo Israel, a sus ancianos, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales, y les dijo: «Yo ya soy viejo y avanzado en años.3 Vosotros habéis visto todo lo que Jehová, vuestro Dios, ha hecho con todas estas naciones por vuestra causa, pues Jehová, vuestro Dios, es quien ha peleado por vosotros.4 Yo os he repartido por suertes, como herencia para vuestras tribus, estas naciones, tanto las destruidas como las que quedan, desde el Jordán hasta el Mar Grande, hacia donde se pone el sol.5 Jehová, vuestro Dios, las echará de delante de vosotros, las expulsará de vuestra presencia y vosotros poseeréis sus tierras, como Jehová, vuestro Dios, os ha dicho.
6 »Esforzaos, pues, mucho en guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, sin apartaros de ello ni a la derecha ni a la izquierda,7 para que no os mezcléis con estas naciones que han quedado entre vosotros, ni hagáis mención ni juréis por el nombre de sus dioses, ni los sirváis, ni os inclinéis a ellos.8 Pero a Jehová, vuestro Dios, seguiréis como habéis hecho hasta hoy.9 Pues ha expulsado Jehová de vuestra presencia a naciones grandes y fuertes, y hasta hoy nadie os ha podido resistir.10 Un hombre de vosotros perseguirá a mil, porque Jehová, vuestro Dios, es quien pelea por vosotros, como él os dijo.11 Guardad, pues, con diligencia vuestras almas, para que améis a Jehová, vuestro Dios.12 Porque si os apartáis y os unís a lo que resta de estas naciones que han quedado entre vosotros, y si concertáis con ellas matrimonios, mezclándoos con ellas y ellas con vosotros,13 sabed que Jehová, vuestro Dios, no seguirá expulsando ante vosotros a estas naciones, sino que os serán como lazo, trampa y azote para vuestros costados y espinas para vuestros ojos, hasta que desaparezcáis de esta buena tierra que Jehová, vuestro Dios, os ha dado.
14 »Yo estoy próximo a entrar hoy por el camino que recorren todos. Reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado ni una sola de todas las bendiciones que Jehová, vuestro Dios, os había dicho; todas se os han cumplido, no ha faltado ninguna de ellas.15 Pero así como se os han cumplido todas las bendiciones que Jehová, vuestro Dios, os había dicho, también traerá Jehová sobre vosotros todas sus maldiciones, hasta borraros de sobre la buena tierra que Jehová, vuestro Dios, os ha dado,16 Si quebrantáis el pacto que Jehová, vuestro Dios, os ha mandado, yendo a honrar a dioses ajenos e inclinándoos ante ellos, entonces la ira de Jehová se encenderá contra vosotros y desapareceréis rápidamente de esta buena tierra que él os ha dado.
Discurso de despedida de Josué
Jos. 24.1-28 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó a los ancianos de Israel, a sus príncipes, sus jueces y sus oficiales. Todos se presentaron delante de Dios.2 Josué dijo a todo el pueblo:
—Así dice Jehová, el Dios de Israel: “Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor, y servían a dioses extraños.3 Yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del río y lo traje por toda la tierra de Canaán, aumenté su descendencia y le di a Isaac.4 A Isaac le di a Jacob y a Esaú. A Esaú le di en posesión los montes de Seir, pero Jacob y sus hijos descendieron a Egipto.5 Entonces yo envié a Moisés y a Aarón, y castigué a Egipto con lo que hice en medio de él, y después os saqué.6 Saqué a vuestros padres de Egipto, y llegaron al mar; los egipcios siguieron a vuestros padres hasta el Mar Rojo con carros y caballería.7 Cuando ellos clamaron a Jehová, él interpuso una gran oscuridad entre vosotros y los egipcios, e hizo volver sobre ellos el mar, el cual los cubrió. Vuestros ojos vieron lo que hice en Egipto.
»Después estuvisteis muchos días en el desierto.8 Yo os introduje en la tierra de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán, los cuales pelearon contra vosotros, pero yo los entregué en vuestras manos; ocupasteis su tierra, porque yo los exterminé de delante de vosotros.9 Después se levantó Balac hijo de Zipor, rey de los moabitas, a pelear contra Israel, y mandó a llamar a Balaam hijo de Beor para que os maldijera.10 Pero yo no quise escuchar a Balaam, por lo cual os bendijo repetidamente, y os libré de sus manos.11 Pasasteis el Jordán y llegásteis a Jericó, pero los habitantes de Jericó pelearon contra vosotros: los amorreos, ferezeos, cananeos, heteos, gergeseos, heveos y jebuseos, y yo los entregué en vuestras manos.12 Envié delante de vosotros tábanos, los cuales expulsaron a los dos reyes amorreos antes de llegar vosotros; no fue con tu espada ni con tu arco.13 Os di la tierra por la cual no trabajasteis y las ciudades que no edificasteis, y en las que ahora habitáis; y coméis de las viñas y olivares que no plantasteis”.
14 »Ahora, pues, temed a Jehová y servidlo con integridad y verdad; quitad de en medio de vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto, y servid a Jehová.15 Si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.
16 Entonces el pueblo respondió:
—Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses,17 porque Jehová, nuestro Dios, es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes señales, y nos ha guardado durante todo el camino por donde hemos andado, y en todos los pueblos por los cuales pasamos.18 Además, Jehová expulsó de delante de nosotros a todos los pueblos, y al amorreo que habitaba en la tierra. Nosotros, pues, también serviremos a Jehová, porque él es nuestro Dios.
19 Entonces Josué dijo al pueblo:
—No podréis servir a Jehová, porque él es un Dios santo y un Dios celoso que no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados.20 Si dejáis a Jehová y servís a dioses ajenos, él se volverá contra vosotros, os hará el mal y os destruirá, después que os ha hecho tanto bien.
21 El pueblo entonces dijo a Josué:
—No, sino que a Jehová serviremos.
22 Josué respondió al pueblo:
—Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido a Jehová para servirlo.
—Testigos somos—respondieron ellos.
23 —Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová, Dios de Israel.
24 El pueblo respondió a Josué:
—A Jehová, nuestro Dios, serviremos y a su voz obedeceremos.
25 Entonces Josué hizo un pacto con el pueblo aquel mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem.26 Josué escribió estas palabras en el libro de la ley de Dios, tomó una gran piedra y la plantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová.27 Y dijo Josué a todo el pueblo:
—Esta piedra nos servirá de testigo, porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha hablado; será, pues, testigo contra vosotros, para que no mintáis contra vuestro Dios.
28 Después despidió Josué al pueblo, y cada uno volvió a su posesión.
Abril 4
Muerte de Josué
Jos. 24.29,30 DHH NIV NBD NVI LBLA
29 Después de estas cosas murió Josué hijo de Nun, siervo de Jehová, a la edad de ciento diez años.30 Lo sepultaron en su heredad en Timnat-sera, que está en los montes de Efraín, al norte del monte Gaas.
Jue. 2.8,9 DHH NIV NBD NVI LBLA
8 Pero murió Josué hijo de Nun, siervo de Jehová, a la edad de ciento diez años.9 Lo sepultaron en su heredad en Timnat-sera, en los montes de Efraín, al norte del monte Gaas.
Muerte de Eleazar
Jos. 24.33 DHH NIV NBD NVI LBLA
33 También murió Eleazar hijo de Aarón, y lo enterraron en el collado de Finees, su hijo, que le fue dado en los montes de Efraín.
Fidelidad de toda aquella generación
Jue. 2.6,7 DHH NIV NBD NVI LBLA
6 Cuando Josué se despidió del pueblo, los hijos de Israel se fueron a tomar posesión cada uno de su heredad.7 El pueblo había servido a Jehová todo el tiempo que vivió Josué, y también mientras vivieron los ancianos que sobrevivieron a Josué, los cuales habían sido testigos de todas las grandes obras que Jehová había hecho en favor de Israel.
Jos. 24.31 DHH NIV NBD NVI LBLA
31 Israel sirvió a Jehová durante toda la vida de Josué, y durante toda la vida de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todo lo que Jehová había hecho por Israel.
Se levanta una generación nueva
Jue. 2.10 DHH NIV NBD NVI LBLA
10 Y murió también toda aquella generación, por lo que la generación que se levantó después no conocía a Jehová ni la obra que él había hecho por Israel.
Pueblos no destruidos para probar a Israel
Jue. 3.1-5 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Estos son los pueblos que dejó Jehová para probar con ellos a todos los que en Israel no habían conocido todas la guerras de Canaán;2 solamente para que el linaje de los hijos de Israel aprendiera cómo hacer la guerra, y lo enseñara a quienes antes no la habían conocido:3 los cinco príncipes de los filisteos, todos los cananeos, los sidonios y los heveos que habitaban en el monte Líbano, desde el monte Baal-hermón hasta llegar a Hamat.4 Con ellos quiso probar a Israel, para saber si obedecería los mandamientos que él había dado a sus padres por mano de Moisés.5 Así, los hijos de Israel comenzaron a habitar entre los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos.
La apostasía de Israel
Jue. 3.6 DHH NIV NBD NVI LBLA
6 Y tomaron a sus hijas por mujeres, y dieron sus hijas a los hijos de ellos, y sirvieron a sus dioses.
Jue. 2.11-15 DHH NIV NBD NVI LBLA
11 Después, los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová y sirvieron a los baales.12 Dejaron a Jehová, el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, y los adoraron, provocando la ira de Jehová.13 Dejaron a Jehová, y adoraron a Baal y a Astarot.14 Se encendió entonces contra Israel el furor de Jehová, quien los entregó en manos de salteadores que los despojaron, y los vendió en manos de sus enemigos de alrededor, a los cuales no pudieron ya hacerles frente.15 Por dondequiera que salían, la mano de Jehová estaba contra ellos para mal, como Jehová había dicho y se lo había jurado. Y se vieron en una gran aflicción.
El ángel de Jehová en Boquim
Jue. 2.1-5 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 El ángel de Jehová subió de Gilgal a Boquim, y dijo:
«Yo os saqué de Egipto y os he traído a la tierra que prometí a vuestros padres, cuando les dije: “No invalidaré jamás mi pacto con vosotros,2 con tal que no hagáis pacto con los habitantes de esta tierra, cuyos altares debéis derribar; pero vosotros no atendisteis a mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto?3 Por tanto, yo también digo: ‘No los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes para vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero’ ”».
4 Cuando el ángel de Jehová terminó de hablar, todos los hijos de Israel alzaron la voz y lloraron.5 Por eso llamaron a aquel lugar Boquim, y allí ofrecieron sacrificios a Jehová.
1220-1050 a.C. Período de gobierno de los jueces.
La obra de los jueces
Jue. 2.16-23 DHH NIV NBD NVI LBLA
16 Jehová levantó jueces que los libraran de manos de quienes los despojaban;17 pero tampoco oyeron a sus jueces, sino que fueron tras dioses ajenos, a los cuales adoraron. Se apartaron pronto del camino en que anduvieron sus padres, que obedecían a los mandamientos de Jehová; ellos no hicieron así.18 Cuando Jehová les levantaba jueces, Jehová estaba con el juez, y los libraba de manos de los enemigos mientras vivía aquel juez; porque Jehová era movido a misericordia al oírlos gemir por causa de quienes los oprimían y afligían.19 Pero acontecía que, al morir el juez, ellos volvían a corromperse, más aún que sus padres, siguiendo a dioses ajenos para servirlos e inclinándose delante de ellos. No se apartaban de sus obras ni de su obstinado camino.20 Se encendió, pues, la ira de Jehová contra Israel, y dijo: «Por cuanto este pueblo traspasa mi pacto que ordené a sus padres, y no obedece a mi voz,21 tampoco yo volveré más a expulsar de delante de ellos a ninguna de las naciones que dejó Josué cuando murió».22 Así quería probar a Israel, si procurarían o no seguir el camino de Jehová, andando en él, como lo siguieron sus padres.23 Por esto dejó Jehová a aquellas naciones, sin expulsarlas de una vez, y no las entregó en manos de Josué.
Otoniel libera a Israel de Cusan-risataim
Jue. 3.7-11 DHH NIV NBD NVI LBLA
7 Hicieron, pues, los hijos de Israel lo malo ante los ojos de Jehová, su Dios, se olvidaron de él y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera.8 Por eso la ira de Jehová se encendió contra ellos y los entregó en manos de Cusan-risataim, rey de Mesopotamia, al cual sirvieron durante ocho años.9 Entonces clamaron los hijos de Israel a Jehová, y Jehová levantó un libertador a los hijos de Israel y los libró; esto es, a Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb.10 El espíritu de Jehová vino sobre Otoniel, quien juzgó a Israel y salió a la batalla. Jehová entregó en sus manos a Cusan-risataim, rey de Siria, y le dio la victoria sobre Cusan-risataim.11 Y hubo paz en la tierra durante cuarenta años; y murió Otoniel hijo de Cenaz.
1197-1165: Los filisteos son expulsados de Egipto por Ramsés III, y se establecen en la zona costera de Palestina.
Aod libera a Israel de Moab
Jue. 3.12-30 DHH NIV NBD NVI LBLA
12 Volvieron los hijos de Israel a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, por lo cual Jehová fortaleció a Eglón, rey de Moab, contra Israel, porque había hecho lo malo ante los ojos de Jehová.13 El rey de Moab juntó consigo a los hijos de Amón y de Amalec, vino e hirió a Israel, y tomó la ciudad de las palmeras.14 Entonces sirvieron dieciocho años los hijos de Israel a Eglón, rey de los moabitas.
15 Clamaron los hijos de Israel a Jehová, y Jehová les levantó un libertador, a Aod hijo de Gera, benjaminita, el cual era zurdo. Un día, los hijos de Israel enviaron con él un presente a Eglón, rey de Moab.16 Pero Aod se había hecho un puñal de dos filos, de un codo de largo, y se lo ciñó del lado derecho debajo de sus vestidos.17 Entregó el presente a Eglón, rey de Moab, quien era un hombre muy grueso.18 Luego que hubo entregado el presente, Aod despidió a la gente que lo había acompañado,19 pero al llegar a los ídolos que están en Gilgal, regresó y dijo a Eglón:
—Rey, una palabra secreta tengo que decirte.
El rey dijo entonces:
—Calla.
Y mandó que salieran de delante de él todos los que allí se encontraban.
20 Y estando él sentado solo en su sala de verano, se le acercó Aod y le dijo:
—Tengo una palabra de Dios para ti.
Eglón se levantó de la silla.
21 Entonces alargó Aod su mano izquierda, tomó el puñal de su lado derecho y se lo metió por el vientre22 de tal manera que la empuñadura entró también tras la hoja, y la gordura de Eglón cubrió la hoja, pues Aod no sacó el puñal de su vientre. Y se derramó el excremento.23 Aod salió al corredor, cerró tras sí las puertas de la sala y las aseguró con el cerrojo.
24 Cuando ya había salido, vinieron los siervos del rey, quienes al ver las puertas de la sala cerradas, dijeron:
«Sin duda él cubre sus pies en la sala de verano».
25 Tras mucho esperar, y confusos porque el rey no abría las puertas de la sala, tomaron la llave, abrieron y encontraron a su señor caído en tierra, muerto.
26 Mientras ellos esperaban, Aod escapó y, pasando los ídolos, se puso a salvo en Seirat.27 Cuando entró en Israel, tocó el cuerno en los montes de Efraín y los hijos de Israel descendieron con él del monte. Entonces Aod se puso al frente de ellos.28 Y les dijo:
«Seguidme, porque Jehová ha entregado a vuestros enemigos moabitas en vuestras manos».
Ellos descendieron en pos de él, le quitaron a Moab los vados del Jordán y no dejaron pasar a nadie.29 Mataron en aquel tiempo como a diez mil moabitas, todos valientes y todos hombres de guerra; no escapó ni uno.30 Así fue subyugado Moab aquel día bajo la mano de Israel. Y hubo paz en la tierra durante ochenta años.
Sangar libera a Israel de los filisteos
Jue. 3.31 DHH NIV NBD NVI LBLA
31 Después de él vino Samgar hijo de Anat, el cual mató a seiscientos hombres de los filisteos con una aguijada de bueyes; él también salvó a Israel.
1130 a.C: Barac derrota a Sísara, capitán del ejército del rey Jabín.
Débora y Barac derrotan a Sísara
Jue. 4.1-21 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Después de la muerte de Aod, los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová,2 así que Jehová los entregó en manos de Jabín, rey de Canaán, quien reinaba en Hazor. El capitán de su ejército se llamaba Sísara y vivía en Haroset-goim.3 Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová, porque Jabín tenía novecientos carros de hierro y había oprimido con crueldad a los hijos de Israel por veinte años.
4 Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot,5 la cual acostumbraba sentarse bajo una palmera (conocida como la palmera de Débora), entre Ramá y Bet-el, en los montes de Efraín; y los hijos de Israel acudían a ella en busca de justicia.
6 Un día, Débora envió a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo:
—¿No te ha mandado Jehová, Dios de Israel, diciendo: “Ve, junta a tu gente en el monte Tabor y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón.7 Yo atraeré hacia ti, hasta el arroyo Cisón, a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos”?
8 Barac le respondió:
—Si tú vas conmigo, yo iré; pero si no vas conmigo, no iré.
9 Ella dijo:
—Iré contigo; pero no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en manos de mujer entregará Jehová a Sísara.
Y levantándose Débora, fue a Cedes con Barac.10 Allí juntó Barac a las tribus de Zabulón y Neftalí. Subió con diez mil hombres a su mando, y Débora subió con él.
11 Heber, el ceneo, de los hijos de Hobab, suegro de Moisés, se había apartado de los ceneos y había plantado sus tiendas en el valle de Zaanaim, que está junto a Cedes.12 Llegaron, pues, a Sísara las noticias de que Barac hijo de Abinoam había subido al monte Tabor.13 Y reunió Sísara todos sus carros, novecientos carros de hierro, y a todo el pueblo que con él estaba, desde Haroset-goim hasta el arroyo Cisón.
14 Entonces Débora dijo a Barac:
«Levántate, porque este es el día en que Jehová ha entregado a Sísara en tus manos: ¿Acaso no ha salido Jehová delante de ti?».
Barac descendió del monte Tabor, junto a los diez mil hombres que lo seguían,15 y Jehová quebrantó a Sísara, dispersando delante de Barac, a filo de espada, todos sus carros y a todo su ejército. El mismo Sísara descendió del carro y huyó a pie,16 pero Barac siguió a los carros y al ejército hasta Haroset-goim. Aquel día, todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, hasta no quedar ni uno.
17 Sísara huyó a pie a la tienda de Jael, mujer de Heber, el ceneo, porque había paz entre Jabín, rey de Hazor, y la casa de Heber, el ceneo.18 Cuando Jael salió a recibir a Sísara, le dijo:
—Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor.
Él vino a la tienda y ella lo cubrió con una manta.
19 Sísara le dijo:
—Te ruego que me des de beber un poco de agua, pues tengo sed.
Jael abrió un odre de leche, le dio de beber y lo volvió a cubrir.
20 Entonces él dijo:
—Quédate a la puerta de la tienda; si alguien viene y te pregunta: “¿Hay alguien aquí?”, tú responderás que no.
21 Pero Jael, mujer de Heber, tomó una estaca de la tienda, y tomando en su mano un mazo, se le acercó calladamente y le clavó la estaca por las sienes, contra la tierra, pues él estaba cargado de sueño y cansado. Y así murió.
Jue. 5.24-27 DHH NIV NBD NVI LBLA
24 »Bendita sea entre las mujeres Jael,
mujer de Heber, el ceneo;
entre las mujeres, bendita sea en la tienda.
25 Él pidió agua y ella le dio leche;
en tazón de nobles le presentó crema.
26 Tendió su mano a la estaca,
su diestra al mazo de los trabajadores,
y golpeó a Sísara: Hirió su cabeza,
le horadó y atravesó sus sienes.
27 Cayó encorvado a sus pies, quedó tendido;
a sus pies cayó encorvado;
donde se encorvó, allí cayó muerto.
Jue. 4.22-24 DHH NIV NBD NVI LBLA
22 Cuando llegó Barac en busca de Sísara, Jael salió a recibirlo y le dijo:
«Ven, te mostraré al hombre que tú buscas.
Entró Barac donde ella estaba y encontró a Sísara, que yacía muerto con la estaca en la sien».
23 Así abatió Dios aquel día a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel.24 Y la mano de los hijos de Israel fue endureciéndose más y más contra Jabín, rey de Canaán, hasta que lo destruyeron.
Abril 5
Cántico de Débora y Barac
Jue. 5.1-31 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Aquel día, Débora y Barac hijo de Abinoam cantaron así:
2 «Por haberse puesto al frente los caudillos en Israel,
por haberse ofrecido voluntariamente el pueblo,
load a Jehová.
3 ¡Oíd, reyes! ¡Escuchad, príncipes!
Yo cantaré a Jehová,
cantaré salmos a Jehová, el Dios de Israel.
4 »Cuando saliste de Seir, Jehová,
cuando te marchaste de los campos de Edom,
la tierra tembló, se estremecieron los cielos
y las nubes gotearon aguas.
5 Los montes temblaron delante de Jehová,
tembló el Sinaí delante de Jehová, Dios de Israel.
6 En los días de Samgar hijo de Anat,
en los días de Jael, quedaron abandonados los caminos,
y los que andaban por las sendas se apartaron por senderos torcidos.
7 Las aldeas quedaron abandonadas en Israel,
habían decaído,
hasta que yo, Débora, me levanté,
me levanté como madre en Israel.
8 »Cuando escogían nuevos dioses,
la guerra estaba a las puertas;
¿se veía escudo o lanza
entre cuarenta mil en Israel?
9 »Mi corazón es para vosotros, jefes de Israel,
para los que voluntariamente os ofrecisteis entre el pueblo.
¡Load a Jehová!
10 »Vosotros, los que cabalgáis en asnas blancas,
los que presidís en juicio,
y vosotros, los que viajáis, hablad.
11 Lejos del ruido de los arqueros, en los abrevaderos,
allí se contarán los triunfos de Jehová,
los triunfos de sus aldeas en Israel;
entonces marchará hacia las puertas
el pueblo de Jehová.
12 »Despierta, despierta, Débora.
Despierta, despierta, entona un cántico.
Levántate, Barac, y lleva tus cautivos,
hijo de Abinoam.
13 »Entonces marchó el resto de los nobles;
el pueblo de Jehová marchó por él
en contra de los poderosos.
14 De Efraín vinieron los que habitaban en Amalec,
en pos de ti, Benjamín, entre tus pueblos.
De Maquir descendieron príncipes,
y de Zabulón los que tenían vara de mando.
15 También los caudillos de Isacar fueron con Débora;
sí, como Barac, también Isacar
se precipitó a pie en el valle.
Entre las familias de Rubén
se tomaron grandes decisiones.
16 ¿Por qué se quedaron entre los rediles,
oyendo los balidos de los rebaños?
¡Entre las familias de Rubén
se hicieron grandes propósitos!
17 »Galaad se quedó al otro lado del Jordán,
y Dan, ¿por qué se detuvo junto a las naves?
Se quedó Aser a la ribera del mar
y permaneció en sus puertos.
18 El pueblo de Zabulón expuso su vida a la muerte,
como Neftalí en las alturas de los montes.
19 »Vinieron reyes y pelearon;
los reyes de Canaán pelearon entonces
en Taanac, junto a las aguas de Meguido,
mas no obtuvieron ganancia alguna de dinero.
20 Desde los cielos pelearon las estrellas,
desde sus órbitas pelearon contra Sísara.
21 Los barrió el torrente Cisón,
el antiguo torrente, el torrente Cisón.
¡Marcha, alma mía, con poder!
22 »Entonces resonaron los cascos de los caballos
por el galopar, por el galopar de sus valientes.
23 “¡Maldecid a Meroz!”, dijo el ángel de Jehová,
“maldecid severamente a sus moradores”,
porque no vinieron en ayuda de Jehová,
en ayuda de Jehová contra los fuertes.
24 »Bendita sea entre las mujeres Jael,
mujer de Heber, el ceneo;
entre las mujeres, bendita sea en la tienda.
25 Él pidió agua y ella le dio leche;
en tazón de nobles le presentó crema.
26 Tendió su mano a la estaca,
su diestra al mazo de los trabajadores,
y golpeó a Sísara: Hirió su cabeza,
le horadó y atravesó sus sienes.
27 Cayó encorvado a sus pies, quedó tendido;
a sus pies cayó encorvado;
donde se encorvó, allí cayó muerto.
28 »La madre de Sísara se asoma a la ventana,
y por entre las celosías dice a voces:
“¿Por qué tarda su carro en venir?
¿Por qué las ruedas de sus carros se detienen?”.
29 Las más avisadas de sus damas le respondían,
y aun ella se respondía a sí misma:
30 “¿No será que han hallado botín y lo están repartiendo?
A cada uno, una doncella o dos;
las vestiduras de colores para Sísara,
las vestiduras bordadas de colores;
la ropa de color bordada por ambos lados,
para los jefes de los que tomaron el botín”.
31 Así perezcan todos tus enemigos, Jehová;
mas brillen los que te aman,
como el sol cuando sale en su esplendor».
Y hubo paz en la tierra durante cuarenta años.
Llamamiento de Gedeón
Jue. 6.1-40 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y Jehová los entregó en manos de Madián por siete años.2 Como la mano de Madián los oprimía cada vez más, los hijos de Israel, por temor a los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, cavernas y lugares fortificados.3 Pues sucedía que cuando Israel tenía algo sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban.4 Acampaban frente a ellos y destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza. No dejaban qué comer en Israel, ni ovejas ni bueyes ni asnos.5 Con sus tiendas y sus ganados, subían como una inmensa nube de langostas. Ellos y sus camellos eran innumerables, y venían a la tierra para devastarla.6 De este modo se empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián. Y los hijos de Israel clamaron a Jehová.
7 Cuando los hijos de Israel clamaron a Jehová a causa de los madianitas,8 Jehová les envió un profeta, el cual les dijo:
«Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: “Yo os hice salir de Egipto y os saqué de la casa de servidumbre.9 Os libré de manos de los egipcios y de manos de todos los que os afligieron, a los cuales eché de delante de vosotros, y os di su tierra.10 También os dije: ‘Yo soy Jehová, vuestro Dios: No temáis a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis’. Sin embargo, no habéis obedecido a mi voz”».
11 Entonces vino el ángel de Jehová y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita. Gedeón, su hijo, estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas,12 cuando se le apareció el ángel de Jehová y le dijo:
—Jehová está contigo, hombre esforzado y valiente.
13 Gedeón le respondió:
—Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Dónde están todas esas maravillas que nuestros padres nos han contado, diciendo: “¿No nos sacó Jehová de Egipto?”. Y ahora Jehová nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de los madianitas.
14 Mirándolo Jehová, le dijo:
—Ve con esta tu fuerza y salvarás a Israel de manos de los madianitas. ¿No te envío yo?
15 Gedeón le respondió de nuevo:
—Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo soy el menor en la casa de mi padre.
16 Jehová le dijo:
—Ciertamente yo estaré contigo, y tú derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.
17 Él respondió:
—Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que has hablado conmigo.18 Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti.
Jehová le contestó:
—Yo esperaré hasta que vuelvas.
19 Gedeón se fue, preparó un cabrito y panes sin levadura de un efa de harina, puso la carne en un canastillo y el caldo en una olla y, sacándolo se lo presentó debajo de aquella encina.
20 Entonces el ángel de Dios le dijo:
—Toma la carne y los panes sin levadura, ponlos sobre esta peña y vierte el caldo.
Él lo hizo así.
21 Extendiendo el ángel de Jehová el cayado que tenía en su mano, tocó con la punta la carne y los panes sin levadura, y subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y los panes sin levadura. Luego el ángel de Jehová desapareció de su vista.
22 Al ver Gedeón que era el ángel de Jehová, dijo:
—Ah, Señor Jehová, he visto al ángel de Jehová cara a cara.
23 Pero Jehová le dijo:
—La paz sea contigo. No tengas temor, no morirás.
24 Gedeón edificó allí altar a Jehová y lo llamó Jehová-salom. Este altar permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas.
25 Aconteció que esa misma noche le dijo Jehová:
«Toma un toro del hato de tu padre, el segundo toro, el de siete años, y derriba el altar de Baal que tiene tu padre; corta también la imagen de Asera que se halla junto a él26 y edifica altar a Jehová, tu Dios, en la cumbre de este peñasco, en lugar conveniente. Toma después aquel segundo toro y sacrifícalo en holocausto con la madera de la imagen de Asera que habrás cortado».
27 Entonces Gedeón tomó diez hombres de entre sus siervos e hizo como Jehová le dijo. Pero temiendo hacerlo de día, a causa de la familia de su padre y de los hombres de la ciudad, lo hizo de noche.28 Por la mañana, cuando los de la ciudad se levantaron, el altar de Baal estaba derribado, y había sido cortada la imagen de Asera que se hallaba junto a él, y ofrecido aquel toro segundo en holocausto sobre el altar edificado.29 Y unos a otros se preguntaban:
—¿Quién ha hecho esto?
Buscando e inquiriendo, les dijeron:
—Gedeón hijo de Joás lo ha hecho.
Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Joás:
30 —Saca a tu hijo, para que muera, porque ha derribado el altar de Baal y ha cortado la imagen de Asera que se hallaba junto a él.
31 Pero Joás respondió a todos los que estaban junto a él:
—¿Lucharéis vosotros por Baal? ¿Defenderéis su causa? Cualquiera que contienda por él, que muera esta mañana. Si es un dios, que luche por sí mismo con quien derribó su altar.
32 Aquel día Gedeón fue llamado Jerobaal, esto es: “Luche Baal contra él”, por cuanto derribó su altar.
33 Pero todos los madianitas y amalecitas y los del oriente se juntaron a una, y cruzando el Jordán acamparon en el valle de Jezreel.34 Entonces el espíritu de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando este tocó el cuerno, los abiezeritas se reunieron con él.35 Envió mensajeros por todo Manasés, y también ellos se le unieron; asimismo envió mensajeros a Aser, a Zabulón y a Neftalí, los cuales salieron a su encuentro.
36 Gedeón dijo a Dios:
«Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho,37 he aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; si el rocío está sobre el vellón solamente, y queda seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho».
38 Y así aconteció, pues cuando se levantó de mañana, exprimió el vellón para sacarle el rocío, y llenó con él un tazón de agua.39 Pero Gedeón dijo a Dios:
«No se encienda tu ira contra mí si hablo de nuevo: probaré ahora otra vez con el vellón. Te ruego que solamente el vellón quede seco, y el rocío caiga sobre la tierra».
40 Aquella noche lo hizo Dios así; solo el vellón quedó seco, y en toda la tierra hubo rocío.
Abril 6
Gedeón derrota a los madianitas
Jue. 7.1-25 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Jerobaal, que es otro nombre de Gedeón, y todos los que estaban con él, se levantaron de mañana y acamparon junto a la fuente Harod. El campamento de los madianitas les quedaba entonces al norte, en el valle, más allá del collado de More.
2 Jehová dijo a Gedeón:
«Hay mucha gente contigo para que yo entregue a los madianitas en tus manos, pues Israel puede jactarse contra mí, diciendo: “Mi mano me ha salvado”.3 Ahora, pues, haz pregonar esto a oídos del pueblo: “Quien tema y se estremezca, que madrugue y regrese a su casa desde el monte de Galaad”».
Regresaron de los del pueblo veintidós mil, y quedaron diez mil.
4 Jehová dijo de nuevo a Gedeón:
«Aún son demasiados; llévalos a beber agua y allí los pondré a prueba. Del que yo te diga: “Vaya este contigo”, irá contigo; pero de cualquiera que yo te diga: “Que este no vaya contigo”, el tal no irá».
5 Entonces Gedeón llevó el pueblo a las aguas, y Jehová le dijo:
«A cualquiera que lama las aguas con la lengua como lo hace el perro, lo pondrás aparte; y lo mismo harás con cualquiera que doble sus rodillas para beber».
6 El número de los que lamieron llevándose el agua a la boca con la mano fue de trescientos hombres; el resto del pueblo dobló sus rodillas para beber las aguas.
7 Entonces Jehová dijo a Gedeón:
«Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré y entregaré a los madianitas en tus manos; váyase toda la demás gente cada uno a su lugar».
8 Habiendo tomado provisiones para el pueblo, y sus trompetas, envió a todos los israelitas cada uno a su tienda, y retuvo a aquellos trescientos hombres. El campamento de Madián le quedaba abajo, en el valle.
9 Aconteció que aquella noche Jehová le dijo:
«Levántate y desciende al campamento, porque yo lo he entregado en tus manos.10 Si tienes temor de descender, baja al campamento con tu criado Fura,11 y oirás lo que hablan. Entonces te animarás y descenderás a atacarlos».
Gedeón descendió con su criado Fura hasta los puestos avanzados de la gente armada que estaba en el campamento.12 Los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente se habían esparcido por el valle como una plaga de langostas, y sus camellos eran innumerables como la arena que se acumula a la orilla del mar.
13 En el momento en que llegó Gedeón, un hombre contaba un sueño a su compañero, diciendo:
—He tenido un sueño: Veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián. Llegó a la tienda y la golpeó de tal manera que cayó; la trastornó de arriba abajo y la tienda cayó.
14 Su compañero respondió:
—Esto no representa otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento.
15 Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró. Después volvió al campamento de Israel y dijo:
«Levantaos, porque Jehová ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos».
16 Y repartiendo los trescientos hombres en tres escuadrones, puso trompetas en manos de todos ellos, y cántaros vacíos con antorchas ardiendo dentro de los cántaros,17 y entonces les dijo:
«Miradme a mí y haced como hago yo; cuando yo llegue al extremo del campamento, haréis vosotros como hago yo.18 Tocaré la trompeta, y también todos los que estarán conmigo; entonces vosotros tocaréis las trompetas alrededor de todo el campamento, gritando: “¡Por Jehová y por Gedeón!”».
19 Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que este llevaba consigo, al extremo del campamento, cuando acababan de renovar los centinelas de la guardia de la medianoche. Tocaron entonces las trompetas y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos.20 Los tres escuadrones tocaron las trompetas y, quebrando los cántaros, tomaron con la mano izquierda las antorchas y con la derecha las trompetas que tocaban, y gritaron:
—¡Por la espada de Jehová y de Gedeón!
21 Los israelitas se mantuvieron firmes cada uno en su puesto alrededor del campamento, y todo el ejército madianita echó a correr dando gritos y huyendo.22 Mientras los trescientos tocaban las trompetas, Jehová puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento. Y el ejército huyó hasta Bet-sita, en dirección de Zerera, hasta la frontera de Abel-mehola, en Tabat.
23 Se reunieron entonces los de Israel, de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, y persiguieron a los madianitas.
24 Gedeón también envió mensajeros por todo el monte de Efraín, que decían:
«Descended al encuentro de los madianitas; tomad los vados de Bet-bara y del Jordán antes que ellos lleguen».
Unidos, todos los hombres de Efraín tomaron los vados de Bet-bara y del Jordán.25 Capturaron a dos príncipes de los madianitas, Oreb y Zeeb; mataron a Oreb en la peña de Oreb, y a Zeeb lo mataron en el lagar de Zeeb. Después que persiguieron a los madianitas, trajeron las cabezas de Oreb y de Zeeb a Gedeón, que estaba al otro lado del Jordán.
Gedeón captura a los reyes de Madián
Jue. 8.1-21 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Pero los hombres de Efraín le dijeron:
—¿Qué es esto que has hecho con nosotros? ¿Acaso nos llamaste cuando ibas a la guerra contra Madián?
Y le reconvinieron fuertemente.
2 Gedeón les respondió:
—¿Qué he hecho yo ahora comparado con vosotros? ¿No es lo que queda en los campos de Efraín mejor que la vendimia completa de Abiezer?3 Dios ha entregado en vuestras manos a Oreb y a Zeeb, príncipes de Madián; ¿qué he podido yo hacer comparado con vosotros?
El enojo de ellos contra Gedeón se aplacó después que les habló así.
4 Llegó Gedeón al Jordán y lo pasaron él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados, pero todavía persiguiendo a los de Madián.
5 Luego dijo a los de Sucot:
—Os ruego que deis a la gente que me sigue algunos bocados de pan, porque están cansados y yo persigo a Zeba y a Zalmuna, reyes de Madián.
6 Los principales de Sucot respondieron:
—¿Están ya Zeba y Zalmuna en tus manos, para que demos pan a tu ejército?
7 Gedeón dijo:
—Cuando Jehová haya entregado en mis manos a Zeba y a Zalmuna, desgarraré vuestra carne con espinos y abrojos del desierto.
8 De allí subió a Peniel y les dijo las mismas palabras. Los de Peniel le respondieron como habían respondido los de Sucot.9 Gedeón habló también a los de Peniel, diciendo:
«Cuando yo vuelva en paz, derribaré esta torre».
10 Zeba y Zalmuna estaban en Carcor con un ejército como de quince mil hombres, los que quedaban de todo el ejército de los hijos del oriente, pues habían caído ciento veinte mil hombres que sacaban espada.11 Subiendo, pues, Gedeón por el camino de los que vivían en tiendas al oriente de Noba y de Jogbeha, atacó el campamento, porque el ejército no estaba en guardia.12 Zeba y Zalmuna huyeron, pero Gedeón los persiguió, capturó a los dos reyes de Madián, Zeba y Zalmuna, y llenó de espanto a todo el ejército.
13 Cuando Gedeón hijo de Joás regresaba de la batalla, antes que el sol subiera,14 capturó a un joven de los hombres de Sucot y lo interrogó. Él le dio por escrito los nombres de los principales y de los ancianos de Sucot: setenta y siete hombres.
15 Entonces entró en Sucot y dijo a los del pueblo:
«Aquí están Zeba y Zalmuna, por causa de los cuales os burlasteis de mí, diciendo: “¿Están ya en tus manos Zeba y Zalmuna, para que demos nosotros pan a tus hombres cansados?”».
16 Tomó Gedeón espinos y abrojos del desierto y con ellos castigó a los ancianos de Sucot.17 Asimismo derribó la torre de Peniel y mató a los de la ciudad.
18 Luego dijo a Zeba y a Zalmuna:
—¿Qué aspecto tenían aquellos hombres que matasteis en Tabor?
Ellos respondieron:
—Como tú, así eran ellos; cada uno parecía hijo de rey.
19 Entonces Gedeón gritó:
—Mis hermanos eran, hijos de mi madre. ¡Vive Jehová, que si les hubierais conservado la vida, yo no os mataría!
20 Y dijo a Jeter, su primogénito:
«Levántate y mátalos».
Pero el joven no desenvainó su espada, porque tenía temor, pues aún era muchacho.
21 Entonces dijeron Zeba y Zalmuna:
«Levántate y mátanos tú, porque según es el hombre, así es su valentía».
Gedeón se levantó, mató a Zeba y a Zalmuna y tomó los adornos de lunetas que sus camellos traían al cuello.
Los israelitas quieren hacer rey a Gedeón
Jue. 8.22,23 DHH NIV NBD NVI LBLA
22 Los israelitas dijeron a Gedeón:
—Sé tú nuestro señor, y también tu hijo y tu nieto, pues que nos has librado de manos de Madián.
23 Pero Gedeón respondió:
—No seré señor sobre vosotros, ni lo será mi hijo. Jehová será vuestro Señor.
El efod y sus consecuencias
Jue. 8.24-28 DHH NIV NBD NVI LBLA
24 Y añadió:
—Quiero haceros una petición: que cada uno me dé los zarcillos de su botín (pues traían zarcillos de oro, porque eran ismaelitas).
25 Ellos respondieron:
—De buena gana te los daremos.
Y tendiendo un manto, echó allí cada uno los zarcillos de su botín.
26 El peso de los zarcillos de oro que él pidió fue de mil setecientos siclos de oro, sin contar las lunetas, las joyas ni los vestidos de púrpura que traían los reyes de Madián, ni tampoco los collares que traían al cuello sus camellos.27 Gedeón hizo con todo eso un efod, que mandó guardar en su ciudad de Ofra. Y todo Israel se prostituyó tras ese efod en aquel lugar, el cual se volvió tropezadero para Gedeón y su casa.
28 Así fue sometido Madián delante de los hijos de Israel, y nunca más volvió a levantar cabeza. Y hubo paz en la tierra durante cuarenta años en los días de Gedeón.
La familia de Gedeón
Jue. 8.29-31 DHH NIV NBD NVI LBLA
29 Luego Jerobaal hijo de Joás se fue a vivir a su casa,30 y tuvo Gedeón setenta hijos que constituyeron su descendencia, porque tenía muchas mujeres.31 También su concubina, que estaba en Siquem le dio un hijo, al cual llamó Abimelec.
Muerte de Gedeón
Jue. 8.32-35 DHH NIV NBD NVI LBLA
32 Murió Gedeón hijo de Joás en buena vejez y fue sepultado en el sepulcro de su padre Joás, en Ofra de los abiezeritas.
33 Pero aconteció que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse yendo tras los baales, y escogieron por dios a Baal-berit.34 No se acordaron los hijos de Israel de Jehová, su Dios, que los había librado de todos los enemigos de su alrededor,35 ni se mostraron agradecidos con la casa de Jerobaal, o sea, de Gedeón, conforme a todo el bien que él había hecho a Israel.
Abril 7
Reinado de Abimelec
Jue. 9.1-57 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Abimelec hijo de Jerobaal fue a Siquem, a los hermanos de su madre, y dijo a ellos y a toda la familia de la casa del padre de su madre:
2 «Yo os ruego que digáis a todos los de Siquem: “¿Qué os parece mejor, que os gobiernen setenta hombres, todos los hijos de Jerobaal, o que os gobierne un solo hombre?”. Acordaos que yo soy hueso vuestro y carne vuestra».
3 Hablaron por él los hermanos de su madre a todos los de Siquem todas estas palabras, y el corazón de ellos se inclinó a favor de Abimelec, porque decían: “Nuestro hermano es”.
4 Además le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal-berit, con los cuales Abimelec alquiló hombres ociosos y vagabundos que lo siguieran.5 Y yendo a la casa de su padre en Ofra, mató a sus hermanos, los setenta hijos de Jerobaal, sobre una misma piedra; pero quedó Jotam, el hijo menor de Jerobaal, que se escondió.6 Entonces se juntaron todos los de Siquem con toda la casa de Milo, y fueron y proclamaron rey a Abimelec cerca de la llanura del pilar que estaba en Siquem.
7 Cuando se lo dijeron a Jotam, este subió a la cumbre del monte Gerizim, y alzando su voz clamó:
«Oídme, hombres de Siquem,
y así también os oiga Dios:
8 Fueron una vez los árboles a elegirse un rey
y dijeron al olivo: “Reina sobre nosotros”.
9 Pero el olivo respondió:
“¿He de dejar mi aceite, con el cual se honra a Dios y a los hombres,
para reinar sobre los árboles?”.
10 »Dijeron, pues, los árboles a la higuera:
“Anda tú, reina sobre nosotros”.
11 La higuera respondió:
“¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto
para reinar sobre los árboles?”.
12 »Dijeron luego los árboles a la vid:
“Pues ven tú, reina sobre nosotros”.
13 La vid les respondió:
“¿He de dejar mi vino, que alegra a Dios y a los hombres,
para reinar sobre los árboles?”.
14 »Todos los árboles rogaron entonces a la zarza:
“Anda tú, reina sobre nosotros”.
15 Pero la zarza respondió a los árboles:
“Si en verdad me proclamáis rey sobre vosotros,
venid, abrigaos bajo mi sombra;
y si no, salga fuego de la zarza
y devore a los cedros del Líbano”.
16 »Ahora, bien: ¿Habéis procedido con verdad y con integridad al hacer rey a Abimelec? ¿Habéis actuado bien con Jerobaal y con su casa, le habéis pagado conforme a la obra de sus manos?17 Mi padre peleó por vosotros y expuso su vida al peligro para libraros de manos de Madián,18 y vosotros os habéis levantado hoy contra la casa de mi padre y habéis matado a sus setenta hijos sobre una misma piedra, y habéis puesto por rey sobre los de Siquem a Abimelec, hijo de su criada, debido a que es vuestro hermano.19 Si con verdad y con integridad habéis procedido hoy con Jerobaal y con su casa, que gocéis de Abimelec y él goce de vosotros.20 Y si no, fuego salga de Abimelec y consuma a los de Siquem y a la casa de Milo, y fuego salga de los de Siquem y de la casa de Milo y consuma a Abimelec».
21 Jotam escapó y huyó, se fue a Beer y allí se quedó por miedo de su hermano Abimelec.
22 Después que Abimelec hubo dominado sobre Israel tres años,23 envió Dios un espíritu de discordia entre Abimelec y los hombres de Siquem, y los de Siquem se rebelaron contra Abimelec,24 para que la violencia hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y su sangre, recayera sobre su hermano Abimelec, que los mató, y sobre los hombres de Siquem que lo ayudaron a matar a sus hermanos.25 Los de Siquem pusieron en las cumbres de los montes asechadores que robaban a todos los que pasaban junto a ellos por el camino. De esto se dio aviso a Abimelec.
26 Un día, Gaal hijo de Ebed pasó con sus hermanos por Siquem, y los de Siquem pusieron en él su confianza.27 Salieron al campo, recogieron y pisaron la uva, e hicieron fiesta: entraron en el templo de sus dioses y, comiendo y bebiendo, maldijeron a Abimelec.
28 Entonces Gaal hijo de Ebed dijo:
«¿Quién es Abimelec, y qué es Siquem, para que nosotros le sirvamos? ¿No es hijo de Jerobaal? ¿No es Zebul su ayudante? Servid a los hombres de Hamor, padre de Siquem; pero ¿por qué hemos de servir a Abimelec?29 Ojalá estuviera este pueblo bajo mi mano; enseguida arrojaría yo a Abimelec, y le diría: “Refuerza tus ejércitos, y sal a pelear”».
30 Cuando Zebul, gobernador de la ciudad, oyó las palabras de Gaal hijo de Ebed, se encendió en ira31 y envió secretamente mensajeros a decir a Abimelec: «Gaal hijo de Ebed y sus hermanos han venido a Siquem y están sublevando la ciudad contra ti.32 Levántate, pues, ahora de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon emboscadas en el campo.33 Por la mañana, al salir el sol, madruga y cae sobre la ciudad. Cuando Gaal y el pueblo que está con él salgan contra ti, tú harás con él según se presente la ocasión».
34 Levantándose, pues, de noche Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, pusieron emboscada contra Siquem con cuatro compañías.35 Cuando Gaal hijo de Ebed salió, se puso a la entrada de la puerta de la ciudad. Entonces Abimelec y todo el pueblo que con él estaba salieron de sus escondites.
36 Al verlos, Gaal dijo a Zebul:
—He allí gente que desciende de las cumbres de los montes.
Zebul le respondió:
—Tú ves la sombra de los montes como si fueran hombres.
37 Volvió Gaal a hablar, y dijo:
—He allí gente que desciende de en medio de la tierra, y una tropa que viene por el camino de la encina de los adivinos.
38 Zebul le respondió:
—¿Cómo es que antes decías: “¿Quién es Abimelec para que lo sirvamos?”. ¿No es este el pueblo que tenías en poco? Sal pues, ahora, y pelea con él.
39 Gaal salió al frente de los de Siquem y peleó contra Abimelec.40 Pero Abimelec lo persiguió; Gaal huyó de él y muchos cayeron heridos hasta la puerta misma de la ciudad.41 Abimelec se quedó en Aruma, y Zebul echó fuera de Siquem a Gaal y a sus hermanos para que no habitaran en Siquem.
42 Aconteció al siguiente día, que el pueblo salió al campo. Le dieron aviso a Abimelec,43 el cual tomó a su gente, la repartió en tres compañías y puso emboscadas en el campo. Cuando miró, vio al pueblo que salía de la ciudad. Entonces se levantó contra ellos y los atacó.44 Abimelec y la compañía que estaba con él acometieron con ímpetu y se detuvieron a la entrada de la puerta de la ciudad; las otras dos compañías acometieron a todos los que estaban en el campo y los mataron.45 Abimelec peleó contra la ciudad todo aquel día, la tomó y mató al pueblo que en ella estaba; destruyó la ciudad y la sembró de sal.
46 Cuando oyeron esto todos los que estaban en la torre de Siquem, se metieron en la fortaleza del templo del dios Berit.47 Avisaron a Abimelec que estaban reunidos los hombres de la torre de Siquem,48 y subió junto con toda la gente que estaba con él al monte Salmón, tomó un hacha en la mano, cortó una rama de los árboles y, levantándola, se la puso sobre sus hombros, diciéndole al pueblo que estaba con él:
«Lo que me habéis visto hacer, apresuraos a hacerlo como yo».
49 Todo el pueblo cortó también cada uno su rama y siguieron a Abimelec; pusieron las ramas junto a la fortaleza del templo y le prendieron fuego con ellas, de modo que todos los de la torre de Siquem murieron, unos mil, entre hombres y mujeres.
50 Después Abimelec marchó sobre Tebes, le puso sitio y tomó la ciudad.51 En medio de Tebes había una torre fortificada, a la cual se retiraron todos los hombres, las mujeres y todos los señores de la ciudad. Cerraron tras sí las puertas y se subieron al techo de la torre.52 Llegó Abimelec a la torre y la atacó; pero cuando se acercó a la puerta para prenderle fuego,53 una mujer dejó caer un pedazo de rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec y le rompió el cráneo.54 Abimelec llamó apresuradamente a su escudero y le dijo:
«Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: “Una mujer lo mató”».
Entonces su escudero lo atravesó con la espada, y murió.55 Cuando los israelitas vieron muerto a Abimelec, se fueron cada uno a su casa.
56 Así pagó Dios a Abimelec el mal que había hecho contra su padre al matar a sus setenta hermanos.57 Y todo el mal de los hombres de Siquem lo hizo Dios volver sobre sus cabezas. Y se cumplió en ellos la maldición de Jotam hijo de Jerobaal.
Tola y Jair juzgan a Israel
Jue. 10.1-5 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Después de Abimelec, se levantó para librar a Israel Tola hijo de Fúa hijo de Dodo, hombre de Isacar, el cual habitaba en Samir, en los montes de Efraín.2 Tola juzgó a Israel veintitrés años. Murió y fue sepultado en Samir.
3 Tras él se levantó Jair galaadita, el cual juzgó a Israel veintidós años.4 Tuvo treinta hijos, que cabalgaban sobre treinta asnos; y tenían treinta ciudades, que se llaman las ciudades de Jair hasta hoy, las cuales están en la tierra de Galaad.5 Murió Jair y fue sepultado en Camón.
Los amonitas oprimen a Israel
Jue. 10.6-18 DHH NIV NBD NVI LBLA
6 Pero los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová y sirvieron a los baales y a Astarot, a los dioses de Siria, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y a los dioses de los filisteos. Abandonaron a Jehová y no lo sirvieron.7 Se encendió entonces la ira de Jehová contra Israel, y los entregó en manos de los filisteos y de los hijos de Amón,8 los cuales oprimieron y quebrantaron a los hijos de Israel en aquel tiempo durante dieciocho años, a todos los hijos de Israel que vivían en Galaad, al otro lado del Jordán, en tierra del amorreo.9 Los hijos de Amón pasaron el Jordán para hacer también guerra contra Judá, contra Benjamín y contra la casa de Efraín, y sufrió Israel gran aflicción.
10 Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová, diciendo:
—Nosotros hemos pecado contra ti, porque hemos dejado a nuestro Dios y servido a los baales.
11 Jehová respondió a los hijos de Israel:
—¿No habéis sido oprimidos de Egipto, de los amorreos, de los amonitas, de los filisteos,12 de los de Sidón, de Amalec y de Maón? Y cuando clamasteis a mí, ¿no os libré de sus manos?13 Pero vosotros me habéis dejado y habéis servido a dioses ajenos; por tanto, yo no os libraré más.14 Andad y clamad a los dioses que habéis elegido; que ellos os libren en el tiempo de vuestra aflicción.
15 Los hijos de Israel respondieron a Jehová:
—Hemos pecado; haz con nosotros como bien te parezca. Solo te rogamos que nos libres en este día.
16 Quitaron, pues, de en medio de ellos los dioses ajenos y sirvieron a Jehová. Y él se angustió a causa de la aflicción de Israel.
17 Entonces se juntaron los hijos de Amón y acamparon en Galaad; se juntaron asimismo los hijos de Israel y acamparon en Mizpa.18 Y los príncipes y el pueblo de Galaad se dijeron unos a otros:
«¿Quién comenzará la batalla contra los hijos de Amón? El que lo haga será el caudillo de todos los que habitan en Galaad».
Abril 8
Jefté libera a Israel de los amonitas
Jue. 11.1-28 :DHHNIVNBDNVILBLA
1 Jefté, el galaadita, era esforzado y valeroso. Era hijo de una ramera y de un hombre llamado Galaad.2 Pero también la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron, echaron fuera a Jefté, diciéndole:
«No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer».
3 Huyó, pues, Jefté de sus hermanos, y se fue a vivir en tierra de Tob, donde reunió una banda de hombres ociosos que salían con él.
4 Aconteció andando el tiempo, que los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel.5 Cuando ello sucedió, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob,6 y le dijeron:
—Ven, para que seas nuestro jefe en la guerra contra los hijos de Amón.
7 Jefté respondió a los ancianos de Galaad:
—¿No me aborrecisteis vosotros y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, venís ahora a mí cuando estáis en aflicción?
8 Los ancianos de Galaad respondieron a Jefté:
—Por esta misma causa volvemos ahora a ti, para que vengas con nosotros a pelear contra los hijos de Amón y a ser el caudillo de todos los que vivimos en Galaad.
9 Jefté dijo entonces a los ancianos de Galaad:
—Si me hacéis volver para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová los entrega delante de mí, ¿seré yo vuestro caudillo?
10 Los ancianos de Galaad respondieron a Jefté:
—Jehová sea testigo entre nosotros si no hacemos como tú dices.
11 Fue, pues, Jefté con los ancianos de Galaad y el pueblo lo eligió como su caudillo y jefe. En Mizpa, Jefté repitió todas sus palabras delante de Jehová,12 y envió mensajeros al rey de los amonitas, diciendo:
—¿Qué tienes tú conmigo, para venir a hacer guerra contra mi tierra?
13 El rey de los amonitas respondió a los mensajeros de Jefté:
—Por cuanto Israel, cuando subió de Egipto, tomó mi tierra, desde el Arnón hasta el Jaboc y el Jordán, devuélvela tú ahora en paz.
14 Jefté envió otros mensajeros al rey de los amonitas,15 con el siguiente mensaje:
—Jefté ha dicho esto: “Israel no tomó tierra de Moab ni tierra de los hijos de Amón.16 Porque cuando Israel subió de Egipto y anduvo por el desierto hasta el Mar Rojo, llegó a Cades.17 Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom, diciendo: ‘Yo te ruego que me dejes pasar por tu tierra’, pero el rey de Edom no los escuchó. También envió mensajeros al rey de Moab, el cual tampoco quiso. Israel, por tanto, se quedó en Cades.18 Después, yendo por el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab y, viniendo por el lado oriental de la tierra de Moab, acampó al otro lado de Arnón, pero no entró en territorio de Moab, porque Arnón es territorio de Moab.19 Asimismo envió Israel mensajeros a Sehón, rey de los amorreos, rey de Hesbón, diciéndole: ‘Te ruego que me dejes pasar por tu tierra hasta mi lugar’.20 Pero Sehón no se fió de Israel para darle paso por su territorio, sino que reuniendo toda su gente acampó en Jahaza y peleó contra Israel.21 Pero Jehová, Dios de Israel, entregó a Sehón y a todo su pueblo en manos de Israel, y los derrotó. De esta manera se apoderó Israel de toda la tierra de los amorreos que habitaban en aquel país.22 También se apoderó de todo el territorio del amorreo desde el Arnón hasta el Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán.23 Así que, ¿pretendes tú apoderarte de lo que Jehová, Dios de Israel, le quitó al amorreo en favor de su pueblo Israel?24 Lo que te haga poseer Quemos, tu dios, ¿no lo poseerías tú? Así, todo lo que Jehová, nuestro Dios, nos ha dado, nosotros lo poseeremos.25 ¿Eres tú ahora mejor en algo que Balac hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Tuvo él alguna reclamación contra Israel o hizo guerra contra nosotros?26 Ya hace trescientos años que Israel habita en Hesbón y sus aldeas, en Aroer y sus aldeas, y en todas las ciudades que están en el territorio del Arnón, ¿por qué no las habéis recobrado en todo ese tiempo?27 Así que, yo en nada he pecado contra ti, pero tú haces mal peleando contra mí. Jehová, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón”.
28 Pero el rey de los hijos de Amón no atendió a estas razones que Jefté le había enviado.
La promesa de Jefté
Jue. 11.29-40 DHH NIV NBD NVI LBLA
29 Entonces el espíritu de Jehová vino sobre Jefté, y este recorrió Galaad y Manasés. De allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón.30 Entonces Jefté hizo voto a Jehová, diciendo:
«Si entregas a los amonitas en mis manos,31 cualquiera que salga de las puertas de mi casa a recibirme cuando yo regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová y lo ofreceré en holocausto».
32 Jefté fue a pelear contra los hijos de Amón, y Jehová los entregó en sus manos.33 Desde Aroer y hasta llegar a Minit conquistó veinte ciudades, y hasta la Vega de las viñas los derrotó con gran estrago. Así fueron sometidos los amonitas por los hijos de Israel.
34 Cuando volvió Jefté a Mizpa, a su casa, su hija salió a recibirlo con panderos y danzas. Ella era sola, su hija única; fuera de ella no tenía hijo ni hija.35 Cuando él la vio, rasgó sus vestidos, diciendo:
—¡Ay, hija mía!, en verdad que me has afligido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor, porque le he dado mi palabra a Jehová y no podré retractarme.
36 Ella entonces le respondió:
—Padre mío, si le has dado tu palabra a Jehová, haz conmigo conforme a lo que prometiste, ya que Jehová te ha permitido vengarte de tus enemigos, los hijos de Amón.
37 Y añadió:
—Concédeme esto: déjame que por dos meses vaya y descienda por los montes a llorar mi virginidad junto con mis compañeras.
38 Jefté le respondió:
—Ve.
La dejó por dos meses. Fue con sus compañeras y lloró su virginidad por los montes.39 Pasados los dos meses volvió a su padre, quien cumplió el voto que había hecho. La hija de Jefté nunca conoció varón.40 Por eso es costumbre en Israel que todos los años vayan las doncellas de Israel a llorar a la hija de Jefté, el galaadita, durante cuatro días.
Jefté y la tribu de Efraín
Jue. 12.1-7 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Los hombres de la tribu de Efraín se reunieron, pasaron hacia el norte y dijeron a Jefté:
—¿Por qué fuiste a hacer guerra contra los hijos de Amón, y no nos llamaste para que fuéramos contigo? ¡Quemaremos ahora tu casa contigo dentro!
2 Jefté les respondió:
—Yo y mi pueblo teníamos una gran contienda con los hijos de Amón; os llamé, pero no me defendisteis de ellos.3 Viendo, pues, que no me defendíais, arriesgué mi vida, ataqué a los hijos de Amón, y Jehová me los entregó. ¿Por qué, pues, habéis subido hoy para pelear conmigo?
4 Entonces reunió Jefté a todos los hombres de Galaad y peleó contra Efraín. Y los de Galaad derrotaron a Efraín, porque habían dicho: «Vosotros sois fugitivos de Efraín, vosotros los galaaditas, que habitáis entre Efraín y Manasés».
5 Los galaaditas tomaron los vados del Jordán a los de Efraín, y cuando los fugitivos de Efraín llegaban y decían:
—Quiero pasar,
los de Galaad les preguntaban:
—¿Eres tú efrateo?
Si él respondía que no,6 entonces le decían:
—Ahora, pues, di “Shibolet”.
Si decía “Sibolet”, porque no podía pronunciarlo correctamente, le echaban mano y lo degollaban junto a los vados del Jordán. Así murieron cuarenta y dos mil de los de Efraín.
7 Jefté juzgó a Israel seis años. Murió Jefté, el galaadita, y fue sepultado en una de las ciudades de Galaad.
Ibzán, Elón y Abdón, jueces de Israel
Jue. 12.8-15 DHH NIV NBD NVI LBLA
8 Después de él juzgó a Israel Ibzán, de Belén,9 quien tuvo treinta hijos y treinta hijas, las cuales casó con gente de fuera, y tomó de fuera treinta hijas para sus hijos. Juzgó a Israel siete años.10 Murió Ibzán y fue sepultado en Belén.
11 Después de él juzgó a Israel Elón, el zabulonita, quien juzgó a Israel diez años.12 Murió Elón, el zabulonita, y fue sepultado en Ajalón, en la tierra de Zabulón.
13 Después de él juzgó a Israel Abdón hijo de Hilel, el piratonita.14 Este tuvo cuarenta hijos y treinta nietos que cabalgaban sobre setenta asnos. Juzgó a Israel ocho años.15 Murió Abdón hijo de Hilel piratonita y fue sepultado en Piratón, en la tierra de Efraín, en el monte de Amalec.
Nacimiento de Sansón
Jue. 13.1-25 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, y Jehová los entregó en manos de los filisteos por cuarenta años.
2 En Zora, de la tribu de Dan, había un hombre que se llamaba Manoa. Su mujer nunca había tenido hijos, porque era estéril.3 A esta mujer se le apareció el ángel de Jehová y le dijo:
«Tú eres estéril y nunca has tenido hijos, pero concebirás y darás a luz un hijo.4 Ahora, pues, no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda,5 pues concebirás y darás a luz un hijo. No pasará navaja sobre su cabeza, porque el niño será nazareo para Dios desde su nacimiento, y comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos».
6 La mujer fue y se lo contó a su marido, diciendo:
«Un varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era muy temible como el de un ángel de Dios. No le pregunté de dónde venía ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre.7 Pero sí me dijo: “He aquí que tú concebirás y darás a luz un hijo; por tanto, desde ahora no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda, porque este niño será nazareo para Dios desde su nacimiento hasta el día de su muerte”».
8 Entonces oró Manoa a Jehová, y dijo: «Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel hombre de Dios que enviaste regrese ahora a nosotros y nos enseñe lo que debemos hacer con el niño que ha de nacer».
9 Dios oyó la voz de Manoa. Hallándose la mujer en el campo, el ángel de Dios vino otra vez a ella; pero Manoa, su marido, no estaba presente.10 La mujer corrió prontamente a avisar a su marido, diciéndole:
«Mira que se me ha aparecido aquel hombre que vino a mí el otro día».
11 Se levantó Manoa y fue con ella a donde estaba el hombre, y le dijo:
—¿Eres tú el hombre que habló con mi mujer?
Él respondió:
—Yo soy.
12 Entonces Manoa le preguntó:
—Cuando tus palabras se cumplan, ¿cuál debe ser la manera de vivir del niño y qué debemos hacer con él?
13 El ángel de Jehová contestó a Manoa:
—La mujer se guardará de todas las cosas que yo le dije:14 No tomará nada que proceda de la vid, no beberá vino ni sidra, ni comerá cosa inmunda. Guardará todo lo que le mandé.
15 Entonces Manoa dijo al ángel de Jehová:
—Te ruego que nos permitas detenerte, y te prepararemos un cabrito.
16 El ángel de Jehová respondió a Manoa:
—Aunque me detengas, no comeré de tu pan; pero si quieres hacer un holocausto, ofrécelo a Jehová.
(Manoa no sabía aún que aquel hombre era el ángel de Jehová.)
17 Entonces preguntó Manoa al ángel de Jehová:
—¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos?
18 El ángel de Jehová respondió:
—¿Por qué preguntas por mi nombre, que es un nombre admirable?
19 Tomó, pues, Manoa un cabrito y una ofrenda, y los ofreció sobre una peña a Jehová. Entonces el ángel hizo un milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer.20 Porque aconteció que cuando la llama subió del altar hacia el cielo, Manoa y su mujer vieron al ángel de Jehová subir en la llama del altar. Entonces se postraron en tierra.21 Manoa supo entonces que era el ángel de Jehová, pues no se les volvió a aparecer ni a él ni a su mujer.22 Y dijo Manoa a su mujer:
—Ciertamente moriremos, porque hemos visto a Dios.
23 Su mujer le respondió:
—Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría anunciado esto.
24 A su tiempo, la mujer dio a luz un hijo y le puso por nombre Sansón. El niño creció y Jehová lo bendijo.25 En los campamentos de Dan, entre Zora y Estaol, el espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él.
Abril 9
Sansón y la mujer filistea de Timnat
Jue. 14.1-15.8 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Descendió Sansón a Timnat y vio allí a una mujer de las hijas de los filisteos.2 Regresó entonces y lo contó a su padre y a su madre, diciendo:
—He visto en Timnat una mujer de las hijas de los filisteos; os ruego que me la toméis por mujer.
3 Su padre y su madre le dijeron:
—¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos?
Sansón respondió a su padre:
—Tómame esta por mujer, porque ella me agrada.
4 Su padre y su madre no sabían que esto venía de Jehová, porque él buscaba ocasión contra los filisteos, pues en aquel tiempo los filisteos dominaban sobre Israel.
5 Sansón descendió con su padre y con su madre a Timnat. Cuando llegaron a las viñas de Timnat, un león joven vino rugiendo hacia él.6 Entonces el espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al león como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en sus manos. Él no contó ni a su padre ni a su madre lo que había hecho.7 Descendió, pues, y habló con la mujer; y ella agradó a Sansón.
8 Al volver después de algunos días para tomarla, se apartó del camino para ver el cuerpo muerto del león; y vio que en el cuerpo del león había un enjambre de abejas y un panal de miel.9 Tomándolo en sus manos, fue comiéndose la miel por el camino. Cuando alcanzó a su padre y a su madre, les dio también a ellos para que comieran, pero no les reveló que aquella miel la había tomado del cuerpo del león.
10 Fue, pues, su padre adonde estaba la mujer, y Sansón hizo allí un banquete, porque así solían hacer los jóvenes.11 Aconteció que cuando los filisteos lo vieron, tomaron treinta compañeros para que estuvieran con él.
12 A estos treinta dijo Sansón:
—Yo os propondré ahora un enigma; si en los siete días del banquete me lo explicáis y descifráis, yo os daré treinta vestidos de lino y treinta vestidos de fiesta.13 Pero si no me lo podéis descifrar, entonces vosotros me daréis a mí los treinta vestidos de lino y los vestidos de fiesta.
Ellos respondieron:
—Propón tu enigma y lo oiremos.
14 Él les dijo:
—Del devorador salió comida,
y del fuerte salió dulzura.
Ellos no pudieron descifrar el enigma en tres días.15 Al séptimo día dijeron a la mujer de Sansón:
«Induce a tu marido a que nos explique este enigma, para que no te quememos a ti y a la casa de tu padre. ¿Acaso nos habéis llamado aquí para despojarnos?».
16 Lloró la mujer de Sansón en presencia de él, y dijo:
—Solamente me aborreces, no me amas, pues no me explicas el enigma que propusiste a los hijos de mi pueblo.
Él respondió:
—Ni a mi padre ni a mi madre lo he explicado, ¿y te lo había de explicar a ti?
17 Aquella mujer lloró en presencia de Sansón los siete días que duró el banquete, pero al séptimo día él se lo declaró, porque ella lo presionaba, y la mujer se lo contó a los hijos de su pueblo.18 Al séptimo día, antes que el sol se pusiera, los de la ciudad le dijeron:
—¿Qué cosa es más dulce que la miel?
¿Y qué cosa es más fuerte que el león?
Sansón les respondió:
—Si no araseis con mi novilla,
nunca habríais descubierto mi enigma.
19 El espíritu de Jehová vino sobre él; descendió Sansón a Ascalón y mató a treinta hombres de ellos y, tomando sus despojos, pagó con las vestiduras a los que habían explicado el enigma. Después, encendido de enojo, regresó a la casa de su padre.
20 Su mujer fue dada a un compañero al que Sansón había tratado como amigo.
1 Aconteció después de algún tiempo, en los días de la siega del trigo, que Sansón visitó a su mujer con un cabrito. Al llegar dijo:
—Entraré para ver a mi mujer en la alcoba.
Pero el padre de ella no lo dejó entrar,2 sino que le dijo:
—Pensé que la aborrecías, y la di a tu compañero. Pero su hermana menor, ¿no es más hermosa que ella? Tómala, pues, en lugar de la mayor.
3 Entonces le dijo Sansón:
—Sin culpa seré esta vez respecto de los filisteos, si les hago mal.
4 Fue Sansón y cazó trescientas zorras, tomó antorchas, juntó cola con cola y puso una antorcha entre cada dos colas.5 Después, encendiendo las antorchas, soltó las zorras en los sembrados de los filisteos y quemó las mieses amontonadas y en pie, y las viñas y olivares.
6 Los filisteos preguntaron:
—¿Quién hizo esto?
Les contestaron:
—Sansón, el yerno del timnateo, porque le quitó su mujer y la dio a su compañero.
Vinieron luego los filisteos y los quemaron a ella y a su padre.
7 Entonces Sansón les dijo:
—Ya que esto habéis hecho, juro que no descansaré hasta que me haya vengado de vosotros.
8 Y los hirió de tal manera que hizo estragos entre ellos. Después se fue a vivir a la cueva de la peña de Etam.
Sansón derrota a los filisteos en Lehi
Jue. 15.9-20 DHH NIV NBD NVI LBLA
9 Los filisteos subieron, acamparon en Judá y se extendieron por Lehi.10 Los de Judá les preguntaron:
—¿Por qué habéis subido contra nosotros?
Ellos respondieron:
—A apresar a Sansón hemos subido, para hacerle como él nos ha hecho.
11 Al oir esto, vinieron tres mil hombres de Judá a la cueva de la peña de Etam y dijeron a Sansón:
—¿No sabes que los filisteos dominan sobre nosotros? ¿Por qué nos has hecho esto?
Él les respondió:
—Yo les he hecho como ellos me hicieron.
12 Entonces los de Judá le dijeron:
—Nosotros hemos venido a prenderte y entregarte en manos de los filisteos.
Sansón les respondió:
—Juradme que vosotros no me mataréis.
13 Ellos le respondieron:
—No; solamente te prenderemos y te entregaremos en sus manos, pero no te mataremos.
Lo ataron luego con dos cuerdas nuevas y lo hicieron salir de la peña.
14 Cuando llegaron a Lehi, los filisteos salieron gritando a su encuentro; pero el espíritu de Jehová vino sobre él y las cuerdas que estaban en sus brazos se volvieron como lino quemado con fuego y las ataduras se cayeron de sus manos.15 Al ver una quijada de asno, fresca aún, extendió la mano, la tomó y mató con ella a mil hombres.16 Entonces Sansón dijo:
«Con la quijada de un asno,
un montón, dos montones;
con la quijada de un asno
maté a mil hombres».
17 Al terminar de decir esto, arrojó la quijada y llamó a aquel lugar Ramat-lehi.
18 Como tenía mucha sed, clamó a Jehová:
«Tú has dado esta grande salvación por mano de tu siervo, ¿cómo dejarás que muera yo ahora de sed y caiga en manos de estos incircuncisos?».
19 Entonces abrió Dios la cuenca que hay en Lehi, y salió de allí agua. Sansón bebió, recobró su espíritu y se reanimó. Por esto llamó a aquel lugar (que está en Lehi hasta el día de hoy) En-hacore.
20 Y juzgó Sansón a Israel veinte años, en los días en que dominaban los filisteos.
Sansón en Gaza
Jue. 16.1-3 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Fue Sansón a Gaza y vio allí a una prostituta y se llegó a ella.2 Cuando les dijeron a los de Gaza: «Sansón ha venido acá», lo rodearon y acecharon durante toda la noche a la puerta de la ciudad. Se mantuvieron callados toda aquella noche, diciéndose: «Cuando aclare el día, entonces lo mataremos».
3 Pero Sansón durmió hasta la medianoche; y a la medianoche se levantó y, tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, se las echó al hombro y las subió a la cumbre del monte que está delante de Hebrón.
Sansón y Dalila
Jue. 16.4-22 DHH NIV NBD NVI LBLA
4 Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer llamada Dalila, que vivía en el valle de Sorec.
5 Fueron a visitarla los príncipes de los filisteos y le dijeron:
—Engáñalo y descubre en qué consiste su gran fuerza y cómo podríamos vencerlo. Así podremos atarlo y dominarlo, y cada uno de nosotros te dará mil cien siclos de plata.
6 Entonces Dalila dijo a Sansón:
—Yo te ruego que me digas en qué consiste tu gran fuerza y cómo hay que atarte para que seas dominado.
7 Sansón le respondió:
—Si me atan con siete mimbres verdes que aún no estén secos, entonces me debilitaré y seré como cualquiera de los hombres.
8 Los príncipes de los filisteos le trajeron siete mimbres verdes que aún no estaban secos, y ella lo ató con ellos.9 Como ya había situado hombres al acecho en el aposento, Dalila le gritó:
«¡Sansón, los filisteos sobre ti!».
Él rompió los mimbres como se rompe una cuerda de estopa cuando toca el fuego; y no se supo el secreto de su fuerza.
10 Entonces Dalila dijo a Sansón:
—Tú me has engañado, me has dicho mentiras. Descúbreme, ahora, te ruego, cómo hay que atarte.
11 Él le respondió:
—Si me atan fuertemente con cuerdas nuevas que no se hayan usado, yo me debilitaré y seré como cualquiera de los hombres.
12 Dalila tomó cuerdas nuevas, lo ató con ellas y gritó:
«¡Sansón, los filisteos sobre ti!».
Otra vez los espías estaban en el aposento, pero él las rompió con sus brazos como un hilo.
13 Dalila dijo a Sansón:
—Hasta ahora me has engañado, y me has mentido. Descúbreme, pues, ahora, cómo hay que atarte.
Él entonces le indicó:
—Entretejiendo siete guedejas de mi cabeza con hilo de tejer y asegurándolas con la estaca.
14 Ella las aseguró con la estaca, y luego gritó:
«¡Sansón, los filisteos sobre ti!».
Despertando él de su sueño, arrancó la estaca del telar junto con la tela.
15 Dalila se lamentó:
—¿Cómo dices: “Yo te amo”, cuando tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces y no me has descubierto aún en qué consiste tu gran fuerza.
16 Y aconteció que, presionándolo ella cada día con sus palabras e importunándolo, el alma de Sansón fue reducida a mortal angustia.17 Le descubrió, pues, todo su corazón y le dijo:
—Nunca a mi cabeza llegó navaja, porque soy nazareo para Dios desde el vientre de mi madre. Si soy rapado, mi fuerza se apartará de mí, me debilitaré y seré como todos los hombres.
18 Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos, diciendo:
«Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón».
Los principales de los filisteos vinieron a ella trayendo en sus manos el dinero.
19 Hizo ella que Sansón se durmiera sobre sus rodillas y llamó a un hombre, quien le rapó las siete guedejas de su cabeza. Entonces comenzó ella a afligirlo, pues su fuerza se había apartado de él.
20 Y gritó de nuevo:
«¡Sansón, los filisteos sobre ti!».
Sansón despertó de su sueño y pensó:
«Esta vez me escaparé como las otras».
Pero no sabía que Jehová ya se había apartado de él.21 Enseguida los filisteos le echaron mano, le sacaron los ojos, lo llevaron a Gaza y lo ataron con cadenas para que trabajara en el molino de la cárcel.22 Pero el cabello de su cabeza comenzó a crecer después que fue rapado.
Muerte de Sansón
Jue. 16.23-31 DHH NIV NBD NVI LBLA
23 Entonces los principales de los filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio a Dagón, su dios, y para alegrarse. Y decían:
«Nuestro dios entregó en nuestras manos
a Sansón, nuestro enemigo».
24 Y viéndolo el pueblo, alabaron a su dios, diciendo:
«Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo,
al destructor de nuestra tierra,
el cual ha dado muerte a muchos de entre nosotros».
25 Y aconteció que cuando sintieron alegría en su corazón, dijeron:
«Traed a Sansón para que nos divierta».
Trajeron de la cárcel a Sansón y les sirvió de juguete. Luego lo pusieron entre las columnas.
26 Entonces Sansón dijo al joven que lo guiaba de la mano:
«Acércame y hazme palpar las columnas sobre las que descansa la casa, para que me apoye sobre ellas».
27 La casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales de los filisteos estaban allí. En el piso alto había como tres mil hombres y mujeres que estaban mirando el escarnio de Sansón.
28 Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo:
«Señor Jehová, acuérdate ahora de mí y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos».
29 Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra.30 Y gritó Sansón:
«¡Muera yo con los filisteos!».
Después se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida.
31 Y descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, lo tomaron, se lo llevaron y lo sepultaron entre Zora y Estaol, en el sepulcro de su padre Manoa. Y él juzgó a Israel veinte años.
Las imágenes y el sacerdote de Micaía
Jue. 17.1-13 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 En los montes de Efraín vivía un hombre que se llamaba Micaía,2 el cual dijo a su madre:
—Los mil cien siclos de plata que te robaron, por los cuales maldijiste y de los cuales me hablaste, están en mi poder; yo tomé ese dinero.
Entonces la madre dijo:
—¡Bendito seas de Jehová, hijo mío!
3 Cuando él devolvió los mil cien siclos de plata a su madre, esta dijo:
—En verdad, por mi hijo he dedicado el dinero a Jehová, para hacer una imagen de talla y una de fundición; pero ahora te lo devuelvo.
4 Cuando él devolvió el dinero a su madre, ella tomó doscientos siclos de plata y los dio al fundidor, quien hizo con ellos una imagen de talla y una de fundición, la cual fue puesta en la casa de Micaía.
5 Este hombre Micaía tuvo así un lugar donde adorar a sus dioses. Hizo un efod y unos terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote.6 En aquellos días no había rey en Israel y cada cual hacía lo que bien le parecía.
7 Había un joven de Belén de Judá, el cual era levita y forastero allí.8 Este hombre partió de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde pudiera encontrar un lugar. En su viaje llegó a los montes de Efraín, a la casa de Micaía.
9 Micaía le preguntó:
—¿De dónde vienes?
El levita le respondió:
—Soy de Belén de Judá y voy a vivir donde pueda encontrar lugar.
10 Micaía le propuso:
—Quédate en mi casa, y para mí serás padre y sacerdote; y yo te daré diez siclos de plata por año, vestidos y comida.
Y el levita se quedó.
11 Le agradó, pues, al levita quedarse con aquel hombre, y fue para él como uno de sus hijos.12 Micaía consagró al levita; aquel joven le sirvió de sacerdote y permaneció en casa de Micaía.13 Entonces Micaía pensó:
«Ahora sé que Jehová me prosperará, porque tengo a un levita por sacerdote».
Abril 10
Micaía y los hombres de Dan
Jue. 18.1-31 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 En aquellos días no había rey en Israel. La tribu de Dan buscaba un territorio propio donde habitar, porque hasta entonces no había obtenido su heredad entre las tribus de Israel.2 Por eso los hijos de Dan enviaron desde Zora y Estaol cinco hombres de su tribu, hombres valientes, para que reconocieran y exploraran bien la tierra. Y les dijeron:
«Id y reconoced la tierra».
Estos vinieron al monte de Efraín, hasta la casa de Micaía, y allí posaron.3 Cuando estaban cerca de la casa de Micaía, reconocieron la voz del joven levita y, llegándose allá, le preguntaron:
—¿Quién te ha traído acá? ¿Qué haces aquí? ¿Qué buscas tú por aquí?
4 Él les respondió:
—De esta y de esta manera ha hecho conmigo Micaía, y me ha tomado para que sea su sacerdote.
5 Ellos le pidieron entonces:
—Pregunta, pues, ahora a Dios, para que sepamos si ha de irnos bien en este viaje que hacemos.
6 El sacerdote les respondió:
—Id en paz: delante de Jehová está el camino en que andáis.
7 Salieron luego aquellos cinco hombres y llegaron a Lais. Vieron que el pueblo que habitaba en esa ciudad estaba seguro, ocioso y confiado, conforme a la costumbre de los de Sidón, sin que nadie en aquella región los perturbara en cosa alguna, ni nadie se enseñoreara sobre ellos. Estaban lejos de los sidonios y no tenían negocios con nadie.
8 Cuando los cinco hombres regresaron a sus hermanos de Zora y Estaol, estos les preguntaron:
—¿Qué hay?
Ellos respondieron:
9 —Levantaos, subamos contra ellos, porque hemos explorado la región y hemos visto que es muy buena. ¿No haréis vosotros nada? No seáis perezosos en poneros en marcha para ir a tomar posesión de la tierra.10 Cuando vayáis, llegaréis a un pueblo confiado y a una tierra muy espaciosa, pues Dios la ha entregado en vuestras manos; es un lugar donde no falta cosa alguna que haya en la tierra.
11 Entonces salieron de Zora y de Estaol seiscientos hombres de la familia de Dan provistos de armas de guerra.12 Fueron y acamparon en Quiriat-jearim, en Judá, por lo cual aquel lugar, que está al occidente de Quiriat-jearim, se llama hasta hoy el campamento de Dan.13 De allí pasaron al monte de Efraín y llegaron hasta la casa de Micaía.
14 Aquellos cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra de Lais dijeron entonces a sus hermanos:
«¿No sabéis que en estas casas hay un efod y terafines, una imagen de talla y una de fundición? Mirad, por tanto, lo que habéis de hacer».
15 Cuando llegaron allá, entraron a donde vivía el joven levita, en casa de Micaía, y le preguntaron cómo estaba.16 Los seiscientos hombres, que eran de los hijos de Dan, estaban armados con sus armas de guerra a la entrada de la puerta.17 Subiendo luego los cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra, entraron allá y tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y la imagen de fundición, mientras se quedaba el sacerdote a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados con armas de guerra.
18 Entraron, pues, aquellos hombres en la casa de Micaía y tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y la imagen de fundición. El sacerdote les dijo:
—¿Qué hacéis vosotros?
19 Ellos le respondieron:
—Calla, pon la mano sobre tu boca y ven con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es acaso mejor ser sacerdote en la casa de un solo hombre que serlo de una tribu y de una familia de Israel?
20 Se alegró el corazón del sacerdote, quien tomó el efod, los terafines y la imagen, y se fue con el pueblo.21 Ellos iniciaron la marcha y partieron llevando delante a los niños, el ganado y el bagaje.22 Cuando ya se habían alejado de la casa de Micaía, los hombres que habitaban en las casas cercanas a la de él se juntaron y siguieron a los hijos de Dan.
23 Les gritaron, y los de Dan, volviendo sus rostros, dijeron a Micaía:
—¿Qué tienes, que has juntado gente?
24 Él respondió:
—Os apoderasteis de los dioses que yo hice y de mi sacerdote. Vosotros os vais, y a mí ¿qué más me queda? ¿Por qué, pues, me preguntáis: “¿Qué tienes?”.
25 Los hijos de Dan contestaron:
—No des voces tras nosotros, no sea que los de ánimo colérico os acometan y pierdas también tu vida y la vida de los tuyos.
26 Prosiguieron los hijos de Dan su camino, y Micaía, viendo que eran más fuertes que él, se volvió y regresó a su casa.27 Y ellos, llevando las cosas que había hecho Micaía, juntamente con el sacerdote que tenía, llegaron a Lais, un pueblo tranquilo y confiado, hirieron a sus habitantes a filo de espada y quemaron la ciudad.28 No hubo quien los defendiera, porque se hallaban lejos de Sidón y no tenían negocios con nadie. Lais estaba situada en el valle que hay junto a Bet-rehob. Luego reedificaron la ciudad y habitaron en ella.29 Y pusieron a aquella ciudad el nombre de Dan, conforme al nombre de Dan su padre, hijo de Israel, aunque antes la ciudad se llamaba Lais.30 Allí los hijos de Dan levantaron, para adorarla, la imagen de talla. Y Jonatán hijo de Gersón hijo de Moisés, y sus hijos, fueron los sacerdotes en la tribu de Dan hasta el día del cautiverio de la tierra.31 Así, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo, tuvieron levantada entre ellos la imagen de talla que Micaía había hecho.
El levita y su concubina
Jue. 19.1-30 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 En aquellos días, cuando no había rey en Israel, hubo un levita que vivía como forastero en la parte más remota de los montes de Efraín. Había tomado para sí, como concubina, a una mujer de Belén de Judá;2 pero su concubina le fue infiel, lo abandonó y se fue a casa de su padre, en Belén de Judá, y estuvo allá durante cuatro meses.3 Se levantó su marido y fue tras ella para hablarle amorosamente y hacerla volver. Llevaba consigo un criado y un par de asnos. La mujer lo hizo entrar en la casa de su padre.4 Al verlo, el padre de la joven salió a recibirlo gozoso. Lo detuvo su suegro, el padre de la joven, y se quedó en su casa tres días, comiendo, bebiendo y alojándose allí.
5 Al cuarto día, cuando se levantaron de mañana, se levantó también el levita para irse, pero el padre de la joven dijo a su yerno:
—Conforta tu corazón con un bocado de pan y después os iréis.
6 Se sentaron ellos dos juntos, comieron y bebieron.
El padre de la joven pidió al hombre:
—Te ruego que pases aquí la noche, y de seguro se alegrará tu corazón.
7 Se levantó el hombre para irse, pero insistió su suegro y volvió a pasar la noche allí.
8 Al quinto día, levantándose de mañana para irse, le dijo el padre de la joven:
—Conforta ahora tu corazón y aguarda hasta que decline el día.
Y ambos comieron juntos.
9 Luego el hombre se levantó para irse con su concubina y su criado. Entonces su suegro, el padre de la joven, le dijo:
—Ya el día declina y va a anochecer; te ruego que paséis aquí la noche. Puesto que el día se acaba, duerme aquí, para que se alegre tu corazón. Mañana os levantaréis temprano y os pondréis en camino, y te irás a tu casa.
10 Pero el hombre no quiso pasar allí la noche, sino que se levantó y se fue. Llegó frente a Jebús, que es Jerusalén, con su par de asnos ensillados y su concubina.
11 Estando ya junto a Jebús, el día había declinado mucho; y dijo el criado a su señor:
—Ven ahora, vámonos a esta ciudad de los jebuseos, para que pasemos en ella la noche.
12 Su señor le respondió:
—No iremos a ninguna ciudad de extranjeros, que no sea de los hijos de Israel, sino que seguiremos hasta Gabaa.
Y añadió:
13 —Ven, sigamos hasta uno de esos lugares, para pasar la noche en Gabaa o en Ramá.
14 Así, pues, siguieron adelante, y cuando se les puso el sol estaban junto a Gabaa, ciudad de la tribu de Benjamín.15 Entonces se apartaron del camino y entraron en Gabaa para pasar allí la noche, pero se sentaron en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los acogiera en su casa para pasar la noche.
16 Llegó entonces un hombre viejo que venía de su trabajo del campo al anochecer, el cual era de los montes de Efraín y vivía como forastero en Gabaa, pues los habitantes de aquel lugar eran hijos de Benjamín.
17 Alzando el viejo los ojos vio a aquel caminante en la plaza de la ciudad, y le dijo:
—¿A dónde vas y de dónde vienes?
18 Él respondió:
—Venimos de Belén de Judá y vamos a la parte más remota de los montes de Efraín, de donde soy. Estuve en Belén de Judá, pero ahora voy a la casa de Jehová y no hay quien me reciba en su casa.19 Tenemos paja y forraje para nuestros asnos; también tenemos pan y vino para mí y para tu sierva, y para el criado que está con tu siervo. No nos falta nada.
20 El hombre anciano le dijo entonces:
—La paz sea contigo. Tu necesidad toda quede solamente a mi cargo, con tal que no pases la noche en la plaza.
21 Los trajo a su casa y dio de comer a sus asnos; se lavaron los pies, y comieron y bebieron.22 Pero cuando estaban gozosos, los hombres de aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa, golpearon a la puerta y le dijeron al anciano dueño de la casa:
—Saca al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos.
23 Salió a su encuentro el dueño de la casa y les dijo:
—No, hermanos míos, os ruego que no cometáis este mal. Puesto que este hombre es mi huésped, no hagáis esta maldad.24 Aquí está mi hija virgen y la concubina de él; yo os las sacaré ahora: humilladlas y haced con ellas como os parezca, pero no hagáis a este hombre cosa tan infame.
25 Pero ellos no lo quisieron oir. Así que el levita tomó a su concubina y la sacó. Aquellos hombres entraron a ella, abusaron de ella toda la noche hasta la mañana y la dejaron cuando apuntaba el alba.26 Cuando ya amanecía, vino la mujer y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta que fue de día.27 Se levantó por la mañana su señor, abrió las puertas de la casa y salió para seguir su camino, pero allí estaba su concubina tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral.
28 El levita le dijo:
—Levántate y vámonos.
Pero ella no respondió. Entonces aquel hombre la levantó y, echándola sobre su asno, se fue a su lugar.29 Al llegar a su casa, tomó un cuchillo, echó mano de su concubina, la partió por sus huesos en doce partes y la envió por todo el territorio de Israel.30 Y todo el que veía aquello decía:
«Jamás se ha hecho ni visto tal cosa desde el tiempo en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Considerad esto, tomad consejo y hablad».
La guerra contra Benjamín
Jue. 20.1-48 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Entonces salieron todos los hijos de Israel, y delante de Jehová, en Mizpa, se reunió la congregación como un solo hombre, desde Dan hasta Beerseba y la tierra de Galaad.2 Los jefes de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel, se hallaban presentes en la reunión del pueblo de Dios, cuatrocientos mil hombres de a pie que sacaban espada.3 Los hijos de Benjamín supieron entonces que los hijos de Israel habían subido a Mizpa.
Preguntaron los hijos de Israel:
—Decid cómo fue esta maldad.
4 El levita, marido de la mujer muerta, respondió:
—Yo llegué a Gabaa de Benjamín con mi concubina para pasar allí la noche,5 pero se levantaron contra mí los de Gabaa, rodearon la casa donde pasaba la noche, con la idea de matarme, y a mi concubina la humillaron de tal manera que murió.6 Luego la tomé, la corté en pedazos y la envié por todo el territorio de la posesión de Israel, por cuanto han hecho maldad y crimen en Israel.7 Puesto que todos vosotros sois hijos de Israel, dad ahora vuestro parecer y consejo.
8 Como un solo hombre, todo el pueblo se levantó y dijo:
—Ninguno de nosotros irá a su tienda, ni volverá ninguno de nosotros a su casa.9 Esto es ahora lo que haremos con Gabaa: contra ella subiremos por sorteo.10 Tomaremos diez hombres de cada ciento de todas las tribus de Israel, y ciento de cada mil, y mil de cada diez mil, que lleven víveres para el pueblo, para que, yendo este a Gabaa de Benjamín, le hagan conforme a toda la abominación que ha cometido en Israel.
11 Se juntaron, pues, todos los hombres de Israel contra la ciudad, ligados como un solo hombre.12 Y las tribus de Israel enviaron hombres por toda la tribu de Benjamín, diciendo:
«¿Qué maldad es esta que ha sido hecha entre vosotros?13 Entregad, pues, ahora a aquellos hombres perversos que están en Gabaa, para que los matemos y quitemos el mal de Israel».
Pero los de Benjamín no quisieron oir la voz de sus hermanos los hijos de Israel,14 sino que los de Benjamín, de todas las ciudades, se juntaron en Gabaa para salir a pelear contra los hijos de Israel.15 Fueron contados en aquel tiempo los hijos de Benjamín, de las ciudades, y eran veintiséis mil hombres que sacaban espada, sin contar los setecientos hombres escogidos que vivían en Gabaa.16 Entre toda aquella gente había setecientos hombres escogidos que eran zurdos, todos los cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello y no erraban.17 También se contaron los hombres de Israel, fuera de Benjamín, y sumaban cuatrocientos mil hombres que sacaban espada, todos ellos hombres de guerra.
18 Luego se levantaron los hijos de Israel, subieron a la casa de Dios y consultaron a Dios, diciendo:
—¿Quién subirá de nosotros el primero en la guerra contra los hijos de Benjamín?
Jehová respondió:
—Judá será el primero.
19 Se levantaron, pues, los hijos de Israel por la mañana, contra Gabaa.20 Salieron los hijos de Israel a combatir contra Benjamín, y los hombres de Israel le presentaron batalla junto a Gabaa.21 Pero los hijos de Benjamín salieron de la ciudad y derribaron por tierra aquel día veintidós mil hombres de los hijos de Israel.22 Reanimándose el pueblo, los hombres de Israel volvieron a darles batalla en el mismo lugar donde la habían presentado el primer día,23 pues los hijos de Israel habían subido y llorado delante de Jehová hasta la noche, y habían consultado a Jehová diciendo:
—¿Volveremos a pelear con los hijos de Benjamín, nuestros hermanos?
Jehová les respondió:
—Subid contra ellos.
24 Por lo cual se acercaron por segunda vez los hijos de Israel contra los hijos de Benjamín.25 Pero aquel segundo día salieron los de Benjamín de Gabaa contra ellos y derribaron por tierra otros dieciocho mil hombres de los hijos de Israel, todos los cuales sacaban espada.26 Entonces subieron todos los hijos de Israel, todo el pueblo, y fueron a la casa de Dios. Lloraron, se sentaron allí en presencia de Jehová, ayunaron aquel día hasta la noche y ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehová.27 Los hijos de Israel preguntaron a Jehová (pues el Arca del pacto de Dios estaba allí en aquellos días,28 y Finees hijo de Eleazar hijo de Aarón ministraba delante de ella en aquellos días):
—¿Saldremos de nuevo contra los hijos de Benjamín, nuestros hermanos, para pelear, o desistiremos?
Jehová dijo:
—Subid, porque mañana yo os los entregaré.
29 Entonces puso Israel emboscadas alrededor de Gabaa.
30 Al tercer día subieron entonces los hijos de Israel contra los hijos de Benjamín y presentaron batalla delante de Gabaa, como las otras veces.31 Salieron a su encuentro los hijos de Benjamín, alejándose de la ciudad, y comenzaron a herir a algunos del pueblo, matándolos como las otras veces por los caminos, uno de los cuales sube a Bet-el y el otro a Gabaa. Así mataron en el campo a unos treinta hombres de Israel.32 Los hijos de Benjamín decían: «Están vencidos ante nosotros, como la vez anterior».
Pero los hijos de Israel decían: «Huiremos y los alejaremos de la ciudad hasta los caminos».
33 Entonces se levantaron todos los de Israel de su lugar y se pusieron en orden de batalla en Baal-tamar. También los emboscados de Israel salieron de sus escondites en la pradera de Gabaa.34 Y vinieron contra Gabaa diez mil hombres escogidos de todo Israel, lo cual hizo que la batalla arreciara; pero los de Benjamín no sabían que ya el desastre se cernía sobre ellos.35 Jehová derrotó a Benjamín delante de Israel: aquel día mataron los hijos de Israel a veinticinco mil cien hombres de Benjamín, todos los cuales sacaban espada.36 Los hijos de Benjamín vieron entonces que estaban siendo derrotados, y los hijos de Israel cedieron terreno a Benjamín, porque estaban confiados en las emboscadas que habían puesto detrás de Gabaa.37 Los hombres de las emboscadas acometieron prontamente a Gabaa, avanzaron y pasaron a filo de espada a toda la ciudad.38 La señal concertada entre los hombres de Israel y las emboscadas era que hicieran subir una gran humareda de la ciudad.
39 Luego que los de Israel retrocedieron en la batalla, los de Benjamín comenzaron a herir, y mataron como a treinta hombres de Israel, por lo que decían: «Ciertamente ellos han caído delante de nosotros, como en la primera batalla».40 Pero cuando la columna de humo comenzó a subir de la ciudad, los de Benjamín miraron hacia atrás, y vieron que el humo de la ciudad subía al cielo.41 Entonces se volvieron los hombres de Israel, y los de Benjamín se llenaron de temor, porque vieron que el desastre había caído sobre ellos.42 Volvieron, por tanto, la espalda delante de Israel y huyeron hacia el camino del desierto; pero la batalla los alcanzó y los que salían de las ciudades les cortaban el paso y los mataban.
43 Así cercaron a los de Benjamín, los acosaron y atropellaron desde Menúha hasta frente a Gabaa, hacia donde nace el sol.44 Cayeron dieciocho mil hombres de Benjamín, todos ellos hombres de guerra.45 Los demás se volvieron y huyeron hacia el desierto, a la peña de Rimón; pero de ellos cayeron abatidos cinco mil hombres en los caminos; después los persiguieron aun hasta Gidom y mataron de ellos a dos mil hombres.46 Todos los que de Benjamín murieron aquel día fueron veinticinco mil hombres que sacaban espada, todos ellos hombres de guerra.47 Pero seiscientos hombres se volvieron y huyeron al desierto, a la peña de Rimón, y se quedaron cuatro meses en la peña de Rimón.
48 Los hombres de Israel volvieron a atacar a los otros hijos de Benjamín y pasaron a filo de espada tanto a los hombres de cada ciudad como a las bestias y todo lo que hallaban a su paso. Asimismo pusieron fuego a todas las ciudades que encontraron.
Abril 11
La supervivencia de la tribu de Benjamín
Jue. 21.1-25 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Los hombres de Israel habían hecho este juramento en Mizpa: «Ninguno de nosotros dará su hija a los de Benjamín por mujer».
2 Pero luego fue el pueblo a la casa de Dios, y se estuvieron allí hasta la noche en presencia de Dios. Alzando su voz, lloraron mucho:
3 «Jehová, Dios de Israel, ¿por qué ha sucedido esto en Israel, que falte hoy de Israel una tribu?».
4 Al día siguiente, el pueblo se levantó de mañana; edificaron allí un altar y ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz.
5 Y se preguntaban: «¿Quién de todas las tribus de Israel no subió a la reunión delante de Jehová?».
Porque se había hecho un gran juramento contra el que no subiera a Jehová en Mizpa, diciendo: «Sufrirá la muerte».
6 Los hijos de Israel se arrepintieron a causa de Benjamín, su hermano, y decían: «Eliminada es hoy de Israel una tribu.7 ¿Cómo daremos mujeres a los que han quedado? Nosotros hemos jurado por Jehová que no les daremos nuestras hijas por mujeres».
8 Y preguntaban: «¿Hay alguno de las tribus de Israel que no haya subido a Jehová en Mizpa?».
Entonces se acordaron de que ninguno de Jabes-galaad había venido al campamento, para la reunión.9 Porque fue contado el pueblo y ninguno de los habitantes de Jabes-galaad respondió.10 Así que la congregación envió allá a doce mil hombres de los más valientes, y los mandaron, diciendo:
«Id y pasad a filo de espada a los que viven en Jabes-galaad, con las mujeres y los niños.11 Pero haréis de esta manera: mataréis a todo hombre y a toda mujer que haya conocido ayuntamiento de varón».
12 Entre los que habitaban en Jabes-galaad hallaron cuatrocientas doncellas que no habían conocido varón, y las trajeron al campamento en Silo, que está en la tierra de Canaán.13 Toda la congregación envió luego un mensaje a los hijos de Benjamín que estaban en la peña de Rimón, y los llamaron en paz.14 Volvieron entonces los de Benjamín, y ellos les dieron por mujeres las que habían traído vivas de Jabes-galaad; pero no les bastaron.
15 El pueblo tuvo compasión de Benjamín, porque Jehová había abierto una brecha entre las tribus de Israel.16 Entonces los ancianos de la congregación se preguntaron: «¿Qué haremos para dar mujeres a los que han quedado?».
Porque habían sido exterminadas las mujeres de Benjamín.
17 Dijeron, pues: «Tenga Benjamín herencia en los que han escapado, para que no sea exterminada una tribu de Israel.18 Pero nosotros no les podemos dar mujeres de nuestras hijas, porque los hijos de Israel han jurado diciendo: “Maldito el que dé mujer a los benjaminitas”».19 Y añadieron: «Ahora bien: Cada año hay una fiesta solemne de Jehová en Silo, que está al norte de Bet-el y al lado oriental del camino que sube de Bet-el a Siquem, y al sur de Lebona».
20 Mandaron, pues, a los hijos de Benjamín, diciendo:
«Id, poned emboscadas en las viñas21 y estad atentos. Cuando veáis salir a las hijas de Silo a bailar en corros, salid de las viñas, arrebatad cada uno mujer para sí de las hijas de Silo y luego id a tierra de Benjamín.22 Si vienen los padres o los hermanos de ellas a demandárnoslas, nosotros les diremos: “Hacednos la merced de concedérnoslas, ya que en la guerra nosotros no tomamos mujeres para todos. Además, no sois vosotros los que se las disteis, para que ahora seáis culpados”».
23 Los hijos de Benjamín lo hicieron así y tomaron mujeres conforme a su número, robándolas de entre las que danzaban. Luego se fueron, volvieron a su heredad, reedificaron las ciudades y habitaron en ellas.
24 Entonces los hijos de Israel se fueron también de allí, cada uno a su tribu y a su familia, y cada uno salió hacia su heredad.25 En aquellos días no había rey en Israel y cada cual hacía lo que bien le parecía.
Rut y Noemí
Rut 1.1-5 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra, y un hombre de Belén de Judá fue a vivir en los campos de Moab con su mujer y sus dos hijos.2 Aquel hombre se llamaba Elimelec, y su mujer Noemí; los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá.
Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí.
3 Murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos,4 los cuales se casaron con mujeres moabitas; una se llamaba Orfa y la otra Rut. Y habitaron allí unos diez años.5 Murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada, sin sus dos hijos y sin su marido.
Noemí regresa con Rut a Belén
Rut 1.6-22 DHH NIV NBD NVI LBLA
6 Entonces se puso en marcha con sus nueras, y regresó de los campos de Moab, porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darle pan.7 Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para regresar a la tierra de Judá.8 Y Noemí dijo a sus dos nueras:
—Andad, volveos cada una a la casa de su madre. Que Jehová tenga de vosotras misericordia, como la habéis tenido vosotras con los que murieron y conmigo.9 Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido.
Luego las besó; pero ellas, alzando su voz y llorando,10 le dijeron:
—Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo.
11 Noemí insistió:
—Regresad, hijas mías; ¿para qué vendríais conmigo? ¿Acaso tengo yo más hijos en el vientre que puedan ser vuestros maridos?12 Regresad, hijas mías, marchaos, porque ya soy demasiado vieja para tener marido. Y aunque dijera: “Todavía tengo esperanzas”, y esta misma noche estuviera con algún marido, y aun diera a luz hijos,13 ¿los esperaríais vosotras hasta que fueran grandes? ¿Os quedarías sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová se ha levantado contra mí.
14 Alzaron ellas otra vez su voz y lloraron; Orfa besó a su suegra, pero Rut se quedó con ella.
15 Noemí dijo:
—Mira, tu cuñada ha regresado a su pueblo y a sus dioses; ve tú tras ella.
16 Rut respondió:
—No me ruegues que te deje
y me aparte de ti,
porque a dondequiera que tú vayas, iré yo,
y dondequiera que vivas, viviré.
Tu pueblo será mi pueblo
y tu Dios, mi Dios.
17 Donde tú mueras, moriré yo
y allí seré sepultada.
Traiga Jehová sobre mí
el peor de los castigos,
si no es solo la muerte lo que hará separación entre nosotras dos.
18 Al ver Noemí que Rut estaba tan resuelta a ir con ella, no insistió.
19 Anduvieron, pues, ellas dos hasta llegar a Belén.
Cuando entraron en Belén, toda la ciudad se conmovió por su causa, y exclamaban:
—¿No es ésta Noemí?
20 Pero ella les respondía:
—¡No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura!
21 Me fui llena,
con las manos vacías me devuelve Jehová.
¿Por qué aún me llamáis Noemí,
si ya Jehová ha dado testimonio contra mí
y el Todopoderoso me ha afligido?
22 Así regresó Noemí, y con ella su nuera, Rut, la moabita. Salieron de los campos de Moab y llegaron a Belén al comienzo de la cosecha de la cebada.
Rut en el campo de Booz
Rut 2.1-23 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz.
2 Un día Rut, la moabita, dijo a Noemí:
—Te ruego que me dejes ir al campo a recoger espigas en pos de aquel a cuyos ojos halle gracia.
—Vé, hija mía—le respondió ella.
3 Fue, pues, y al llegar, se puso a espigar en el campo tras los segadores. Y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el pariente de Elimelec.4 Llegaba entonces Booz de Belén, y dijo a los segadores:
—Jehová sea con vosotros.
—Jehová te bendiga—le respondieron ellos.
5 Luego Booz le preguntó a su criado, el encargado de los segadores:
—¿De quién es esta joven?
6 El criado encargado de los segadores respondió:
—Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab.7 Me ha dicho: “Te ruego que me dejes espigar y recoger tras los segadores entre las gavillas”. Entró, pues, y ha estado trabajando desde la mañana hasta ahora, sin descansar ni un solo momento.
8 Entonces Booz dijo a Rut:
—Oye, hija mía, no te vayas, ni recojas espigas en otro campo; te quedarás aquí junto a mis criadas.9 Mira bien el campo que sieguen y síguelas; pues he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados.
10 Entonces ella, bajando su rostro, se postró en tierra y le dijo:
—¿Por qué he hallado gracia a tus ojos para que me favorezcas siendo yo extranjera?
11 Booz le respondió:
—He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y cómo has dejado a tu padre y a tu madre, y la tierra donde naciste, para venir a un pueblo que no conocías.12 Que Jehová te recompense por ello, y que recibas tu premio de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.
13 Ella le dijo:
—Señor mío, me has mostrado tu favor y me has consolado; has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni siquiera como una de tus criadas.
14 A la hora de comer Booz le dijo:
«Ven aquí, come del pan, y moja tu bocado en el vinagre».
Se sentó ella junto a los segadores, y él le dio del guiso; comió hasta quedar satisfecha y aun sobró.15 Cuando se levantó para seguir espigando, Booz ordenó a sus criados:
«Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis;16 dejaréis también caer para ella algo de los manojos; dejadlo para que lo recoja, y no la reprendáis».
17 Espigó, pues, en el campo hasta la noche, y cuando desgranó lo que había recogido, era como un efa de cebada.18 Lo tomó y se fue a la ciudad, y su suegra vio lo que había espigado. Luego sacó también lo que le había sobrado después de haber quedado satisfecha, y se lo dio.
19 Su suegra le preguntó:
—¿Dónde has espigado hoy? ¿Dónde has trabajado? ¡Bendito sea el que te ha favorecido!
Ella contó a su suegra con quién había trabajado, y añadió:
—El hombre con quien he trabajado hoy se llama Booz.
20 Dijo entonces Noemí a su nuera:
—¡Bendito de Jehová, pues que no ha negado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto!
—Ese hombre es pariente nuestro, uno de los que pueden redimirnos—añadió.
21 Rut la moabita siguió diciendo:
—Además de esto me pidió: “Quédate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi cosecha”.
22 Respondió Noemí a su nuera Rut:
—Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo.
23 Estuvo espigando, pues, junto con las criadas de Booz, hasta que se acabó la cosecha de la cebada y la del trigo. Y mientras, seguía viviendo con su suegra.
Abril 12
Rut y Booz en la era
Rut 3.1-18 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Un día le dijo su suegra Noemí:
—Hija mía, ¿no debo buscarte un hogar para que te vaya bien?2 ¿No es Booz nuestro pariente, con cuyas criadas has estado? Esta noche él avienta la parva de las cebadas.3 Te lavarás, pues, te perfumarás, te pondrás tu mejor vestido, e irás a la era; pero no te presentarás al hombre hasta que él haya acabado de comer y de beber.4 Cuando se acueste, fíjate en qué lugar se acuesta, ve, descubre sus pies, y acuéstate allí; él mismo te dirá lo que debas hacer.
5 Rut respondió:
—Haré todo lo que tú me mandes.
6 Descendió, pues, al campo, e hizo todo lo que su suegra le había mandado.
7 Cuando Booz hubo comido y bebido, y su corazón estaba contento, se retiró a dormir a un lado del montón. Un rato más tarde vino ella calladamente, le descubrió los pies y se acostó.8 A la medianoche se estremeció aquel hombre, se dio vuelta, y descubrió que una mujer estaba acostada a sus pies.
9 Entonces dijo:
—¿Quién eres?
Ella respondió:
—Soy Rut, tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano.
10 Dijo Booz:
—Jehová te bendiga, hija mía; tu segunda bondad ha sido mayor que la primera, pues no has ido en busca de algún joven, pobre o rico.11 Ahora, pues, no temas, hija mía; haré contigo como tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa.12 Aunque es cierto que soy pariente cercano, hay un pariente más cercano que yo.13 Pasa aquí la noche, y cuando sea de día, si él te redime, bien, que te redima; pero si no quiere redimirte, yo te redimiré. Jehová es testigo. Descansa, pues, hasta la mañana.
14 Después que durmió a sus pies hasta la mañana, se levantó Rut antes que los hombres pudieran reconocerse unos a otros; porque Booz había dicho: «Que no se sepa que una mujer ha venido al campo».
15 Después él le pidió:
«Quítate el manto con que te cubres y sujétalo bien».
Mientras ella lo sujetaba, midió Booz seis medidas de cebada y se las puso encima. Entonces ella se fue a la ciudad.
16 Cuando llegó a casa de su suegra, esta le preguntó:
—¿Qué hay, hija mía?
Rut le contó todo cuanto le había ocurrido con aquel hombre,17 y añadió:
—Me dio estas seis medidas de cebada, y me dijo: “Para que no vuelvas a la casa de tu suegra con las manos vacías”.
18 Entonces Noemí dijo:
—Espérate, hija mía, hasta que sepas cómo se resuelve esto; porque aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy.
Booz se casa con Rut
Rut 4.1-17 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Más tarde, Booz subió a la entrada del pueblo y se sentó allí; en ese momento pasaba aquel pariente de quien Booz había hablado.
—Eh, fulano—le dijo Booz—, ven acá y siéntate.
Y este fue y se sentó.2 Entonces Booz llamó a diez varones de los ancianos de la ciudad, y les dijo:
—Sentaos aquí.
Cuando ellos se sentaron,3 dijo al pariente:
—Noemí, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de las tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec.4 Y yo decidí hacértelo saber y decirte que la compres en presencia de los que están aquí sentados, y de los ancianos de mi pueblo. Si quieres redimir la tierra, redímela; y si no quieres redimirla, decláramelo para que yo lo sepa, pues no hay otro que redima sino tú, y yo después de ti.
—Yo la redimiré—respondió el pariente.
5 Entonces replicó Booz:
—El mismo día que compres las tierras de manos de Noemí, debes tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que restaures el nombre del muerto sobre su posesión.
6 El pariente respondió:
—No puedo redimir para mí, no sea que perjudique mi herencia. Redime tú, usando de mi derecho, porque yo no podré hacerlo.
7 Desde hacía tiempo existía esta costumbre en Israel, referente a la redención y al contrato, que para la confirmación de cualquier negocio, uno se quitaba el calzado y lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio en Israel.
8 Entonces el pariente dijo a Booz:
—Tómalo tú.
Y se quitó el calzado.
9 Dirigiéndose a los ancianos y a todo el pueblo, Booz dijo:
—Vosotros sois testigos hoy de que he adquirido de manos de Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón.10 Y que también tomo por mi mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón, para restaurar el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre de entre sus hermanos, ni de entre su pueblo. Vosotros sois testigos hoy.
11 Todos los que estaban a la puerta del pueblo y los ancianos respondieron:
—Testigos somos. Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel; y tú seas distinguido en Efrata, y renombrado en Belén.12 Sea tu casa como la casa de Fares, el hijo de Tamar y Judá, gracias a la descendencia que de esa joven te dé Jehová.
13 Así fue como Booz tomó a Rut y se casó con ella. Se unió a ella, y Jehová permitió que concibiera y diera a luz un hijo.
14 Y las mujeres decían a Noemí: «Alabado sea Jehová, que hizo que no te faltara hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel;15 el cual será restaurador de tu alma, y te sostendrá en tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos».
16 Tomando Noemí al niño, lo puso en su regazo y lo crió.
17 Y le dieron nombre las vecinas, diciendo: «¡Le ha nacido un hijo a Noemí!».
Y le pusieron por nombre Obed. Este fue el padre de Isaí, padre de David.
Nacimiento de Samuel
1 S. 1.1-28 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Hubo un hombre de Ramataim, sufita de los montes de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroham hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo.2 Tenía dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Penina tenía hijos, pero Ana no los tenía.3 Todos los años, aquel hombre subía de su ciudad para adorar y ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí: Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová.
4 Cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina, su mujer, la parte que le correspondía, así como a cada uno de sus hijos e hijas.5 Pero a Ana le daba una parte escogida, porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.6 Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola porque Jehová no le había concedido tener hijos.
7 Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así, por lo cual Ana lloraba y no comía.8 Y Elcana, su marido, le decía: «Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?».
9 Después de comer y beber en Silo, Ana se levantó, y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová,10 ella, con amargura de alma, oró a Jehová y lloró desconsoladamente.11 E hizo voto diciendo: «¡Jehová de los ejércitos!, si te dignas mirar a la aflicción de tu sierva, te acuerdas de mí y no te olvidas de tu sierva, sino que das a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja por su cabeza».
12 Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí observaba sus labios.13 Pero Ana oraba en silencio y solamente se movían sus labios; su voz no se oía, por lo que Elí la tuvo por ebria.14 Entonces le dijo Elí:
—¿Hasta cuándo estarás ebria? ¡Digiere tu vino!
15 Pero Ana le respondió:
—No, señor mío; soy una mujer atribulada de espíritu. No he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.16 No tengas a tu sierva por una mujer impía, porque solo por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he estado hablando hasta ahora.
17 —Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho—le dijo Elí.
18 —Halle tu sierva gracia delante de tus ojos—respondió ella.
Se fue la mujer por su camino, comió, y no estuvo más triste.
19 Se levantaron de mañana, adoraron delante de Jehová y volvieron de regreso a su casa en Ramá. Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella.20 Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, «por cuanto—dijo—se lo pedí a Jehová».
21 Después Elcana, el marido, subió con toda su familia para ofrecer a Jehová el sacrificio acostumbrado y su voto.22 Pero Ana no subió, sino dijo a su marido:
—Yo no subiré hasta que el niño sea destetado. Entonces lo llevaré, será presentado delante de Jehová y se quedará allá para siempre.
23 Elcana, su marido, le respondió:
—Haz lo que bien te parezca y quédate hasta que lo destetes; así cumpla Jehová su palabra.
Se quedó la mujer y crió a su hijo hasta que lo destetó.24 Después que lo destetó, y siendo el niño aún muy pequeño, lo llevó consigo a la casa de Jehová en Silo, con tres becerros, un efa de harina y una vasija de vino.25 Tras inmolar el becerro, trajeron el niño a Elí.26 Y Ana le dijo:
—¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti, orando a Jehová.27 Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.28 Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová.
Y adoró allí a Jehová.
Cántico de Ana
1 S. 2.1-11 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Entonces Ana oró y dijo:
«Mi corazón se regocija en Jehová,
mi poder se exalta en Jehová;
mi boca se ríe de mis enemigos,
por cuanto me alegré en tu salvación.
2 No hay santo como Jehová;
porque no hay nadie fuera de ti
ni refugio como el Dios nuestro.
3 No multipliquéis las palabras de orgullo y altanería;
cesen las palabras arrogantes de vuestra boca,
porque Jehová es el Dios que todo lo sabe
y a él le toca pesar las acciones.
4 Los arcos de los fuertes se han quebrado
y los débiles se ciñen de vigor.
5 Los saciados se alquilan por pan
y los hambrientos dejan de tener hambre;
hasta la estéril da a luz siete veces,
mas la que tenía muchos hijos languidece.
6 Jehová da la muerte y la vida;
hace descender al seol y retornar.
7 Jehová empobrece y enriquece,
abate y enaltece.
8 Él levanta del polvo al pobre;
alza del basurero al menesteroso,
para hacerlo sentar con príncipes
y heredar un sitio de honor.
Porque de Jehová son las columnas de la tierra;
él afirmó sobre ellas el mundo.
9 Él guarda los pies de sus santos,
mas los impíos perecen en tinieblas;
porque nadie será fuerte por su propia fuerza.
10 Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios
y sobre ellos tronará desde los cielos.
Jehová juzgará los confines de la tierra,
dará poder a su Rey
y exaltará el poderío de su Ungido».
11 Luego Elcana regresó a su casa en Ramá, y el niño se quedó para servir a Jehová junto al sacerdote Elí.
Abril 13
Impiedad de los hijos de Elí
1 S. 2.12-36 DHH NIV NBD NVI LBLA
12 Los hijos de Elí eran hombres impíos, que no tenían conocimiento de Jehová.13 Y era costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguien ofrecía sacrificio, mientras se cocía la carne, venía el criado del sacerdote trayendo en su mano un garfio de tres dientes14 y lo metía en el perol, en la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo.15 Asimismo, antes de quemar la grasa, venía el criado del sacerdote y decía al que sacrificaba: «Dame carne para asársela al sacerdote; porque no aceptará de ti carne cocida sino cruda».16 Y si el hombre le respondía: «Hay que quemar la grasa primero, y después toma tanto como quieras», él decía: «No, dámela ahora mismo; de otra manera la tomaré por la fuerza».17 Así pues, el pecado de estos ayudantes era muy grande ante Jehová, porque menospreciaban las ofrendas de Jehová.
18 Y el joven Samuel servía en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino.19 Su madre le hacía una pequeña túnica y se la traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio acostumbrado.20 Entonces Elí bendecía a Elcana y a su mujer diciendo: «Jehová te dé hijos de esta mujer en lugar del que pidió a Jehová». Luego regresaban a su casa.21 Visitó Jehová a Ana y ella concibió; y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante de Jehová.
22 Elí era muy viejo, pero cuando supo lo que sus hijos hacían con todo Israel y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del Tabernáculo de reunión,23 les dijo: «¿Por qué hacéis cosas semejantes? Oigo hablar a todo este pueblo vuestro mal proceder.24 No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo, pues hacéis pecar al pueblo de Jehová.25 Si peca el hombre contra el hombre, los jueces lo juzgarán; pero si alguno peca contra Jehová, ¿quién rogará por él?». Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir.
26 Mientras tanto, el joven Samuel iba creciendo y haciéndose grato delante de Dios y delante de los hombres.
27 Vino un varón de Dios ante Elí, y le dijo: «Así ha dicho Jehová: “¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre cuando estaban en Egipto en la casa del faraón?28 Lo escogí para que fuera mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciera sobre mi altar, quemara incienso y llevara efod delante de mí. Yo concedí a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel.29 ¿Por qué habéis pisoteado los sacrificios y las ofrendas que yo mandé ofrecer en el Tabernáculo? ¿Por qué has honrado a tus hijos más que a mí, haciéndolos engordar con lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?”.30 Por eso Jehová, el Dios de Israel, dice: “Yo había prometido que tu casa y la casa de tu padre andarían siempre delante de mí”; pero ahora ha dicho Jehová: “Nunca haga yo tal cosa, porque yo honro a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.31 Vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya ancianos en tu casa.32 Verás tu casa humillada, mientras Dios colma de bienes a Israel, de manera que nunca habrá ancianos en tu casa.33 Aquel de los tuyos a quien yo no excluya del servicio de mi altar, será para que se consuman tus ojos y se llene tu alma de dolor; y todos los nacidos en tu casa morirán en la plenitud de la edad.34 Te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán el mismo día.35 En cambio, yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obre conforme a mi corazón y mis deseos; le edificaré casa firme y andará delante de mi ungido todos los días.36 El que haya quedado en tu casa vendrá a postrarse delante de él por una moneda de plata y un bocado de pan, y le dirá: ‘Te ruego que me agregues a alguno de los servicios sacerdotales para que pueda comer un bocado de pan’ ”».
1040 a. C: Samuel, profeta y juez de Israel
Jehová llama a Samuel
1 S. 3.1-4.1a DHH NIV NBD NVI LBLA
1 El joven Samuel servía a Jehová en presencia de Elí; en aquellos días escaseaba la palabra de Jehová y no eran frecuentes las visiones.2 Un día estaba Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver.3 Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde se encontraba el Arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuera apagada,4 Jehová llamó a Samuel. Este respondió: «Heme aquí».5 Y corriendo luego adonde estaba Elí, dijo:
—Heme aquí; ¿para qué me llamaste?
—Yo no he llamado; vuelve y acuéstate—respondió Elí.
Él se fue y se acostó.6 Jehová volvió a llamar a Samuel. Se levantó Samuel, vino adonde estaba Elí y le dijo:
—Heme aquí; ¿para qué me has llamado?
—Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate—le respondió Elí.
7 Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada.8 Jehová, pues, llamó por tercera vez a Samuel. Y él se levantó, vino ante Elí, y le dijo:
—Heme aquí; ¿para qué me has llamado?
Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven,9 y le dijo:
—Ve y acuéstate; y si te llama, di: “Habla, Jehová, que tu siervo escucha”.
Así se fue Samuel y se acostó en su lugar.10 Vino Jehová, se paró y llamó como las otras veces:
—¡Samuel, Samuel!
Entonces Samuel dijo:
—Habla, que tu siervo escucha.
11 Dijo Jehová a Samuel:
—Yo haré una cosa en Israel que a quien la oiga le zumbarán ambos oídos.12 Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin.13 Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado contra Dios y él no se lo ha impedido.14 Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de su casa no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas.
15 Samuel se quedó acostado hasta la mañana, y después abrió las puertas de la casa de Jehová; pero temía contar la visión a Elí.16 Entonces Elí lo llamó y le dijo:
—Samuel, hijo mío.
—Heme aquí—respondió él.
17 Elí dijo:
—¿Qué te ha dicho? Te ruego que no me lo ocultes. Traiga Dios sobre ti el peor de los castigos, si me ocultas una palabra de todo lo que habló contigo.
18 Entonces Samuel se lo manifestó todo, sin ocultarle nada.
Y Elí dijo:
—Él es Jehová; que haga lo que mejor le parezca.
19 Samuel crecía y Jehová estaba con él; y no dejó sin cumplir ninguna de sus palabras.20 Todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, supo que Samuel era fiel profeta de Jehová.21 Y Jehová volvió a aparecer en Silo, porque en Silo se manifestaba a Samuel la palabra de Jehová.
1 Samuel hablaba a todo Israel.
Los filisteos capturan el Arca
1 S. 4.1b-22 DHH NIV NBD NVI LBLA
Por aquel tiempo salió Israel a librar batalla con los filisteos, y acampó junto a Eben-ezer, mientras los filisteos acamparon en Afec.2 Los filisteos presentaron batalla a Israel, y trabándose el combate, Israel fue vencido delante de los filisteos, los cuales hirieron en el campo de batalla como a cuatro mil hombres.3 Cuando volvió el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: «¿Por qué nos ha herido hoy Jehová delante de los filisteos? Vayamos a Silo y traigamos el Arca del pacto de Jehová, para que, estando en medio de nosotros, nos salve de manos de nuestros enemigos».
4 El pueblo envió gente a Silo, y trajeron de allá el Arca del pacto de Jehová de los ejércitos, que habitaba entre los querubines; y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el Arca del pacto de Dios.5 Aconteció que cuando el Arca del pacto de Jehová llegó al campamento, todo Israel gritó con júbilo tan grande que la tierra tembló.
6 Al escuchar los filisteos las voces de júbilo dijeron: «¿Qué gritos de júbilo son estos en el campamento de los hebreos?». Y supieron que el Arca de Jehová había sido traída al campamento.7 Entonces los filisteos tuvieron miedo, porque se decían: «Ha venido Dios al campamento». Y exclamaron: «¡Ay de nosotros!, pues hasta ahora no había sido así.8 ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de manos de estos dioses poderosos? Estos son los dioses que hirieron a Egipto con toda clase de plagas en el desierto.9 Esforzaos, filisteos, y sed hombres, para que no sirváis a los hebreos, como ellos os han servido a vosotros; sed hombres, y pelead».
10 Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido; cada cual huyó a su tienda y hubo una muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie.11 El Arca de Dios fue tomada y murieron los dos hijos de Elí, Ofni y Finees.
12 Un hombre de Benjamín salió corriendo del campo de batalla y llegó aquel mismo día a Silo, rotos sus vestidos y la cabeza cubierta de tierra.13 Cuando llegó, Elí estaba sentado en una silla vigilando junto al camino, porque su corazón temblaba a causa del Arca de Dios. Vino, pues, aquel hombre a la ciudad y, al dar las noticias, toda la ciudad gritó.14 Cuando Elí oyó el estruendo de la gritería, preguntó:
—¿Por qué hay tanto alboroto?
Aquel hombre vino de prisa y le dio las noticias a Elí.15 Ya este tenía noventa y ocho años de edad y sus ojos se habían oscurecido, de modo que no podía ver.16 Dijo, pues, aquel hombre a Elí:
—Vengo de la batalla, he escapado hoy del combate.
—¿Qué ha acontecido, hijo mío?—le preguntó Elí.
17 El mensajero respondió:
—Israel huyó delante de los filisteos y hubo gran mortandad entre el pueblo. Han muerto también tus dos hijos, Ofni y Finees, y el Arca de Dios ha sido tomada.
18 Cuando el mensajero hizo mención del Arca de Dios, Elí cayó de su silla hacia atrás, al lado de la puerta, y se desnucó y murió, pues era hombre viejo y pesado. Había sido juez en Israel durante cuarenta años.19 Su nuera, la mujer de Finees, estaba encinta y próxima al alumbramiento. Cuando oyó el rumor de que el Arca de Dios había sido tomada y que su suegro y su marido habían muerto, se inclinó y dio a luz, pues le sobrevinieron sus dolores de repente.20 Al tiempo que moría, las que estaban junto a ella le decían: «No tengas temor, porque has dado a luz un hijo». Pero ella no respondió ni se dio por enterada.21 Y llamó al niño Icabod, diciendo: «¡La gloria ha sido desterrada de Israel!», por haber sido tomada el Arca de Dios y por la muerte de su suegro y de su marido.22 Dijo, pues: «La gloria ha sido desterrada de Israel», porque había sido tomada el Arca de Dios.
El Arca en tierra de los filisteos
1 S. 5.1-12 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Cuando los filisteos capturaron el Arca de Dios, la llevaron desde Eben-ezer a Asdod.2 Tomaron los filisteos el Arca de Dios, la metieron en la casa de Dagón y la pusieron junto a Dagón.3 Cuando al siguiente día los de Asdod se levantaron de mañana, encontraron a Dagón postrado en tierra delante del Arca de Jehová. Tomaron a Dagón y lo devolvieron a su lugar.4 Al levantarse de nuevo de mañana, al siguiente día, Dagón había caído postrado en tierra delante del Arca de Jehová, y la cabeza de Dagón y sus dos manos estaban cortadas sobre el umbral; a Dagón solamente le quedaba el tronco.5 Por esta causa, los sacerdotes de Dagón y todos los que entran en el templo de Dagón no pisan el umbral de Dagón en Asdod, hasta el día de hoy.
6 La mano de Jehová cayó sobre los de Asdod y los destruyó, hiriéndolos con tumores, en Asdod y en todo su territorio.7 Al ver esto, los de Asdod dijeron: «Que no se quede entre nosotros el Arca del Dios de Israel, porque su mano se ha endurecido contra nosotros y contra nuestro dios Dagón».
8 Convocaron, pues, a todos los príncipes de los filisteos, y les preguntaron:
—¿Qué haremos con el Arca del Dios de Israel?
Ellos respondieron:
—Trasládese el Arca del Dios de Israel a Gat.
Y trasladaron allá el Arca del Dios de Israel.9 Pero cuando se la llevaron, la mano de Jehová cayó sobre la ciudad provocando un gran pánico; y afligió a los hombres de aquella ciudad, y desde el más pequeño hasta el mayor se llenaron de tumores.10 Entonces enviaron el Arca de Dios a Ecrón. Pero cuando el Arca de Dios llegó a Ecrón, los ecronitas exclamaron: «Nos han traído el Arca del Dios de Israel para matarnos a nosotros y a nuestro pueblo».
11 Convocaron y reunieron a todos los príncipes de los filisteos y les dijeron: «Enviad el Arca del Dios de Israel, y regrese a su lugar, para que no nos mate a nosotros ni a nuestro pueblo», pues había un terror mortal en toda la ciudad, porque la mano de Dios los había castigado duramente.
12 Los que no morían estaban llenos de tumores, y el clamor de la ciudad subía al cielo.
Abril 14
Los filisteos devuelven el Arca
1 S. 6.1-7.1 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Estuvo el Arca de Jehová en la tierra de los filisteos siete meses.2 Entonces los filisteos, llamando a los sacerdotes y adivinos, preguntaron:
—¿Qué haremos con el Arca de Jehová? Hacednos saber de qué manera podemos devolverla a su lugar.
3 Ellos dijeron:
—Si enviáis el Arca del Dios de Israel, no la enviéis vacía, sino ofrecedle una reparación; entonces seréis sanos y conoceréis por qué no se apartó de vosotros su mano.
4 Ellos dijeron:
—¿Y qué reparación le pagaremos?
Ellos respondieron:
—Conforme al número de los príncipes de los filisteos, cinco tumores de oro y cinco ratones de oro, porque una misma plaga os ha afligido a todos vosotros y a vuestros príncipes.5 Haréis, pues, figuras de vuestros tumores y de los ratones que destruyen la tierra, y daréis gloria al Dios de Israel; quizá aligere su mano sobre vosotros, sobre vuestros dioses y sobre vuestra tierra.6 ¿Por qué endurecéis vuestro corazón, como los egipcios y el faraón endurecieron su corazón? Después que los había tratado así, ¿no los dejaron ir, y se fueron?7 Haced, pues, ahora un carro nuevo y tomad luego dos vacas que críen, a las cuales no haya sido puesto yugo, uncid las vacas al carro, pero no dejéis que sus becerros vayan tras ellas, sino hacedlos volver al establo.8 Tomaréis luego el Arca de Jehová y la pondréis sobre el carro, y las joyas de oro que le habéis de pagar como ofrenda por la culpa las pondréis en una caja al lado de ella; y dejaréis que se vaya.9 Y observaréis; si sube por el camino de su tierra a Bet-semes, él nos ha hecho este mal tan grande; y si no, sabremos que no es su mano la que nos ha herido, sino que esto ocurrió por accidente.
10 Aquellos hombres lo hicieron así. Tomaron dos vacas que criaban, las uncieron al carro y encerraron en el establo sus becerros.11 Luego pusieron el Arca de Jehová, la caja con los ratones de oro y las figuras de sus tumores sobre el carro.12 Las vacas se encaminaron por el camino de Bet-semes, y seguían recto, andando y bramando, sin apartarse ni a derecha ni a izquierda del camino. Los príncipes de los filisteos fueron tras ellas hasta el límite de Bet-semes.13 Los de Bet-semes estaban segando el trigo en el valle. Al levantar los ojos, divisaron el Arca y se regocijaron de verla.14 El carro llegó al campo de Josué de Bet-semes y se paró allí, donde había una gran piedra. Ellos cortaron la madera del carro y ofrecieron las vacas en holocausto a Jehová.15 Los levitas bajaron el Arca de Jehová y la caja que estaba junto a ella, en la cual se encontraban las joyas de oro, y las pusieron sobre aquella gran piedra. Los hombres de Bet-semes sacrificaron holocaustos y dedicaron sacrificios a Jehová en aquel día.16 Cuando vieron esto los cinco príncipes de los filisteos, regresaron a Ecrón el mismo día.
17 Estos fueron los tumores de oro que pagaron los filisteos en reparación a Jehová: por Asdod uno, por Gaza uno, por Ascalón uno, por Gat uno, por Ecrón uno.18 Y los ratones de oro fueron conforme al número de todas las ciudades de los filisteos pertenecientes a los cinco príncipes, así las ciudades fortificadas como las aldeas sin muro. La gran piedra sobre la cual pusieron el Arca de Jehová está en el campo de Josué de Bet-semes hasta hoy.
19 Entonces Dios hizo morir a los hombres de Bet-semes, porque habían mirado dentro del Arca de Jehová. Hizo morir a cincuenta mil setenta hombres del pueblo. Y lloró el pueblo, porque Jehová lo había herido con una mortandad tan grande.20 Los de Bet-semes dijeron: «¿Quién podrá estar delante de Jehová, el Dios santo? ¿A quién la enviaremos nosotros?».21 Entonces enviaron mensajeros a los habitantes de Quiriat-jearim, diciendo: «Los filisteos han devuelto el Arca de Jehová; descended, pues, y lleváosla».
1 Vinieron los de Quiriat-jearim, se llevaron el Arca de Jehová y la pusieron en casa de Abinadab, situada en el collado; y santificaron a Eleazar, su hijo, para que guardara el Arca de Jehová.
Samuel, juez de Israel
1 S. 7.2-17 DHH NIV NBD NVI LBLA
2 Desde el día en que llegó el Arca a Quiriat-jearim pasaron muchos días, veinte años; y toda la casa de Israel suspiraba por Jehová.3 Habló entonces Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: «Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad de entre vosotros los dioses ajenos y a Astarot, dedicad vuestro corazón a Jehová y servidle solo a él, y él os librará de manos de los filisteos».
4 Entonces los hijos de Israel quitaron a los baales y a Astarot, y sirvieron solo a Jehová.5 Luego dijo Samuel: «Reunid a todo Israel en Mizpa, y yo oraré por vosotros a Jehová».
6 Se reunieron, pues, en Mizpa, sacaron agua y la derramaron delante de Jehová; ayunaron aquel día allí, y dijeron: «Contra Jehová hemos pecado». Y juzgó Samuel a los hijos de Israel en Mizpa.7 Cuando supieron los filisteos que los hijos de Israel estaban reunidos en Mizpa, subieron los príncipes de los filisteos contra Israel; al oir esto, los hijos de Israel tuvieron temor de los filisteos.8 Entonces dijeron los hijos de Israel a Samuel: «No ceses de clamar por nosotros a Jehová, nuestro Dios, para que nos guarde de manos de los filisteos».
9 Tomó Samuel un cordero de leche y lo sacrificó entero en holocausto a Jehová; y clamó Samuel a Jehová por Israel, y Jehová lo escuchó.10 Mientras Samuel sacrificaba el holocausto, los filisteos llegaron para pelear con los hijos de Israel. Pero Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, los atemorizó y fueron vencidos delante de Israel.11 Los hijos de Israel salieron de Mizpa, siguieron a los filisteos y los hirieron hasta abajo de Bet-car.12 Tomó luego Samuel una piedra, la colocó entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, porque dijo: «Hasta aquí nos ayudó Jehová».
13 Así fueron sometidos los filisteos y no volvieron a entrar más en el territorio de Israel; y la mano de Jehová estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel.14 Fueron restituidas a los hijos de Israel las ciudades que los filisteos habían tomado a los israelitas, desde Ecrón hasta Gat; e Israel libró su territorio de manos de los filisteos. También hubo paz entre Israel y el amorreo.
15 Samuel juzgó a Israel todo el tiempo que vivió.16 Hacía cada año un recorrido por Bet-el, Gilgal y Mizpa. Juzgaba a Israel en todos estos lugares.17 Después volvía a Ramá, porque allí estaba su casa. Allí juzgaba a Israel y también allí edificó un altar a Jehová.
Israel pide rey
1 S. 8.1-22 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Aconteció que cuando Samuel envejeció puso a sus hijos por jueces sobre Israel.2 Su hijo primogénito se llamaba Joel, y el segundo, Abías; ambos eran jueces en Beerseba.3 Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, sino que se dejaron llevar por la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho.4 Entonces todos los ancianos de Israel se reunieron y vinieron a Ramá para ver a Samuel,5 y le dijeron: «Tú has envejecido y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, danos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones».
6 Pero no agradó a Samuel que le dijeran: «Danos un rey que nos juzgue», y oró a Jehová.7 Dijo Jehová a Samuel: «Oye la voz del pueblo en todo lo que ellos digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.8 Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo.9 Ahora, pues, oye su voz; pero hazles una advertencia solemne y muéstrales cómo los tratará el rey que reinará sobre ellos».
10 Samuel repitió todas las palabras de Jehová al pueblo que le había pedido rey.11 Dijo, pues:
—Así hará el rey que reine sobre vosotros: tomará vuestros hijos y los destinará a sus carros y a su gente de a caballo, para que corran delante de su carro.12 Los empleará como jefes de millar y jefes de cincuentenas; los pondrá a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que fabriquen sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros.13 Tomará también a vuestras hijas para perfumistas, cocineras y amasadoras.14 Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, para dárselo a sus siervos.15 Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dárselo a sus oficiales y a sus siervos.16 Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes y vuestros asnos, para emplearlos en sus obras.17 Diezmará también vuestros rebaños y seréis sus siervos.18 Aquel día os lamentaréis a causa del rey que habréis elegido, pero entonces Jehová no os responderá.
19 Pero el pueblo no quiso oir la voz de Samuel, y dijo:
—No. Habrá un rey sobre nosotros,20 y seremos también como todas las naciones. Nuestro rey nos gobernará, saldrá delante de nosotros y hará nuestras guerras.
21 Oyó Samuel todas las palabras del pueblo y las repitió a oídos de Jehová.22 Pero Jehová dijo a Samuel:
—Oye su voz y dales un rey.
Entonces dijo Samuel a los varones de Israel:
—Volveos cada uno a vuestra ciudad.
Genealogía de Saúl
1 S. 9.1,2 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Había un hombre de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis hijo de Abiel hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un benjaminita.2 Tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo.
1 Cr. 8.29-40 DHH NIV NBD NVI LBLA
29 En Gabaón habitaron Abigabaón, la mujer del cual se llamó Maaca.30 Sus hijos fueron Abdón, el primogénito, Zur, Cis, Baal, Nadab,31 Gedor, Ahío y Zequer.32 Y Miclot engendró a Simea. Estos también habitaron frente a sus hermanos en Jerusalén.
33 Ner engendró a Cis, Cis engendró a Saúl, y Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-baal.34 Hijo de Jonatán fue Merib-baal, y Merib-baal engendró a Micaía.35 Los hijos de Micaía fueron: Pitón, Melec, Tarea y Acaz.36 Acaz engendró a Joada, Joada engendró a Alemet, Azmavet y Zimri, y Zimri engendró a Mosa.37 Mosa engendró a Bina, padre de Rafa, padre de Elasa, padre de Azel.38 Los hijos de Azel fueron seis, cuyos nombres son Azricam, Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán; todos estos fueron hijos de Azel.
39 Los hijos de Esec, su hermano, fueron: Ulam, el primogénito, Jehús, el segundo, y Elifelet, el tercero.40 Y fueron los hijos de Ulam hombres valientes y vigorosos, flecheros diestros, los cuales tuvieron muchos hijos y nietos; ciento cincuenta en total.
Todos estos fueron de los hijos de Benjamín.
1 Cr. 9.35-44 DHH NIV NBD NVI LBLA
35 En Gabaón habitaba Jehiel, padre de Gabaón, el nombre de cuya mujer era Maaca.36 Sus hijos fueron Abdón, el primogénito, y luego Zur, Cis, Baal, Ner, Nadab,37 Gedor, Ahío, Zacarías y Miclot;38 y Miclot engendró a Simeam. Estos habitaban también en Jerusalén con sus hermanos frente a ellos.
39 Ner engendró a Cis, Cis engendró a Saúl, y Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-baal.40 Hijo de Jonatán fue Merib-baal, y Merib-baal engendró a Micaía.41 Los hijos de Micaía fueron: Pitón, Melec, Tarea y Acaz.42 Acaz engendró a Jara, Jara engendró a Alemet, Azmavet y Zimri, y Zimri engendró a Mosa.43 Los descendientes de Mosa fueron Bina, padre de Refaías, padre de Elasa, padre de Azel.44 Y Azel tuvo seis hijos, los nombres de los cuales son: Azricam, Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán. Estos fueron los hijos de Azel.
Abril 15
Encuentro de Saúl con Samuel
1 S. 9.3-27 DHH NIV NBD NVI LBLA
3 Un día se perdieron las asnas de Cis, padre de Saúl; por lo que dijo Cis a su hijo Saúl:
«Toma ahora contigo alguno de los criados, levántate y ve a buscar las asnas».
4 Y él atravesó los montes de Efraín, y de allí pasó a la tierra de Salisa, y no las hallaron. Pasaron luego por la tierra de Saalim, y tampoco. Después pasaron por la tierra de Benjamín, y no las encontraron.5 Cuando vinieron a la tierra de Zuf, Saúl dijo al criado que tenía consigo:
—Ven, volvámonos; porque quizá mi padre haya olvidado la preocupación por las asnas y esté intranquilo por nosotros.
6 Él le respondió:
—En esta ciudad hay un varón de Dios; es un hombre muy respetado: todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino.
7 Respondió Saúl a su criado:
—Vamos ahora; pero ¿qué llevaremos a ese hombre? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué ofrecerle al varón de Dios. ¿Qué le podemos dar?
8 Entonces replicó el criado y dijo a Saúl:
—Mira, tengo aquí en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; se lo daré al varón de Dios, para que nos indique el camino.
9 (Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía: «Venid y vamos al vidente»; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.)
10 Dijo entonces Saúl a su criado:
—Dices bien; anda, vamos.
Y se fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios.
11 Cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas jóvenes que salían por agua, a las cuales dijeron:
—¿Está en este lugar el vidente?
12 Ellas les respondieron:
—Sí; aquí está. Daos prisa pues precisamente ha venido a la ciudad en atención a que el pueblo tiene hoy un sacrificio en el lugar alto.13 En cuanto entréis en la ciudad, buscadlo, antes que suba al lugar alto a comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya llegado, por cuanto él es el que bendice el sacrificio; después de esto comen los convidados. Subid, pues, ahora, porque ahora lo hallaréis.
14 Ellos subieron entonces a la ciudad; y cuando estaban en medio de ella, vieron a Samuel que venía hacía ellos para subir al lugar alto.
15 Un día antes de la llegada de Saúl, Jehová había hecho a Samuel esta revelación:16 «Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un hombre de la tierra de Benjamín, al cual ungirás como príncipe sobre mi pueblo Israel, y él salvará a mi pueblo de manos de los filisteos; porque yo he visto la aflicción de mi pueblo, y su clamor ha llegado hasta mí.»
17 Cuando Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: «Este es el hombre del cual te hablé; él gobernará a mi pueblo».
18 Acercándose, pues, Saúl a Samuel en medio de la puerta, le dijo:
—Te ruego que me enseñes dónde está la casa del vidente.
19 Samuel respondió a Saúl:
—Yo soy el vidente; sube delante de mí al lugar alto, y come hoy conmigo. Mañana por la mañana te despediré y te descubriré todo lo que hay en tu corazón.20 En cuanto a las asnas que se te perdieron hace ya tres días, pierde cuidado de ellas, porque han sido halladas. Además, ¿para quién es todo lo que hay de codiciable en Israel, sino para ti y para toda la casa de tu padre?
21 Saúl respondió y dijo:
—¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho cosa semejante?
22 Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, los introdujo a la sala y les dio un lugar a la cabecera de los convidados, que eran unos treinta hombres.
23 Después dijo Samuel al cocinero:
—Trae acá la porción que te di, la que te dije que guardaras aparte.
24 Entonces alzó el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella, y la puso delante de Saúl. Y Samuel dijo:
—Aquí tienes lo que estaba reservado; ponlo delante de ti y come, porque para esta ocasión se te guardó, cuando dije: “Yo he convidado al pueblo”.
Saúl comió aquel día con Samuel.25 Cuando hubieron descendido del lugar alto a la ciudad, él habló con Saúl en la azotea.26 Al otro día madrugaron; al despuntar el alba, Samuel llamó a Saúl, el cual estaba en la azotea, y le dijo:
—Levántate, para que te despida.
Luego se levantó Saúl, y salieron ambos, él y Samuel.27 Habían descendido al extremo de la ciudad, cuando Samuel dijo a Saúl:
—Di al criado que se adelante—y se adelantó el criado—, pero espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios.
1040-1010 a.C. Saúl, primer rey de Israel
Samuel unge a Saúl como rey de Israel
1 S. 10.1-27 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Tomó entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, lo besó, y le dijo:
—¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?2 Hoy, después que te hayas apartado de mí, hallarás dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en Selsa, en el territorio de Benjamín, los cuales te dirán: “Las asnas que habías ido a buscar se han hallado; tu padre ha dejado ya de inquietarse por las asnas, y está afligido por vosotros, y dice: ‘¿Qué haré acerca de mi hijo?’ ”.3 Más adelante, cuando llegues a la encina de Tabor, te saldrán al encuentro tres hombres que suben a Dios, en Bet-el, llevando uno tres cabritos, otro tres tortas de pan y el tercero una vasija de vino.4 Luego que te hayan saludado, te darán dos panes, que tú tomarás de su mano.5 Después de esto llegarás al collado de Dios, donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entres en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, precedidos de salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando.6 Entonces el espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre.7 Cuando se te hayan cumplido estas señales, haz lo que te parezca bien, porque Dios está contigo.8 Luego bajarás delante de mí a Gilgal; entonces descenderé yo junto a ti para ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz. Espera siete días, hasta que yo vaya a tu encuentro y te enseñe lo que has de hacer.
9 Aconteció luego, que apenas volvió él la espalda para apartarse de Samuel, le mudó Dios el corazón; y todas estas señales acontecieron en aquel día.10 Cuando llegaron allá al collado, la compañía de los profetas les salió al encuentro. Entonces el espíritu de Dios vino sobre él con poder, y profetizó entre ellos.11 Todos los que lo conocían de antes, al verlo que profetizaba con los profetas, se decían unos a otros: «¿Qué le ha sucedido al hijo de Cis? ¿Saúl también está entre los profetas?».
12 Y alguno de allí preguntó:
«¿Y quién es el padre de estos?».
Por esta causa se hizo proverbio: «¿También Saúl entre los profetas?».
13 Cuando cesó de profetizar, llegó al lugar alto.14 Un tío de Saúl dijo a él y a su criado:
—¿A dónde fuisteis?
Él respondió:
—A buscar las asnas; y como vimos que no aparecían, acudimos a Samuel.
15 Dijo el tío de Saúl:
—Te ruego que me cuentes qué os dijo Samuel.
16 Saúl respondió a su tío:
—Nos declaró expresamente que las asnas habían sido halladas.
Pero del asunto del reino, de que Samuel le había hablado, no le contó nada.
17 Después Samuel convocó al pueblo delante de Jehová en Mizpa,18 y dijo a los hijos de Israel:
«Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto, y os libré de manos de los egipcios y de manos de todos los reinos que os afligieron.19 Pero vosotros habéis desechado hoy a vuestro Dios, que os guarda de todas vuestras aflicciones y angustias, y habéis dicho: “No, tú nos darás un rey”. Ahora, pues, presentaos delante de Jehová por vuestras tribus y familias».
20 Samuel hizo acercarse a todas las tribus de Israel, y fue designada la tribu de Benjamín.21 Hizo que se acercara la tribu de Benjamín por familias, y fue designada la familia de Matri; y de ella fue tomado Saúl hijo de Cis. Lo buscaron, pero no fue hallado.22 Preguntaron, pues, otra vez a Jehová si aún no había concurrido allí aquel hombre. Y respondió Jehová: «Está ahí, escondido entre el bagaje».23 Entonces corrieron, lo sacaron de allí y, puesto en medio del pueblo, sobresalía por encima de todos de los hombros para arriba.24 Samuel dijo a todo el pueblo:
—¿Habéis visto al elegido de Jehová? No hay nadie como él en todo el pueblo.
Entonces el pueblo gritó con alegría:
—¡Viva el rey!
25 Samuel expuso luego al pueblo las leyes del reino, y las escribió en un libro, el cual guardó delante de Jehová.26 Y envió Samuel a todo el pueblo cada uno a su casa. Saúl también se fue a su casa en Gabaa, y lo acompañaron los hombres de guerra cuyos corazones Dios había tocado.27 Pero algunos perversos dijeron: «¿Cómo nos ha de salvar este?». Lo despreciaron y no le llevaron presentes; pero él disimuló.
Saúl derrota a los amonitas
1 S. 11.1-15 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Después subió Nahas, el amonita, y acampó contra Jabes de Galaad. Y todos los de Jabes dijeron a Nahas:
—Haz alianza con nosotros y te serviremos.
2 Nahas, el amonita, les respondió:
—Con esta condición haré alianza con vosotros, que a todos y cada uno de vosotros le saque el ojo derecho, y ponga esta afrenta sobre todo Israel.
3 Entonces los ancianos de Jabes le dijeron:
—Danos siete días para que enviemos mensajeros por todo el territorio de Israel, y si no hay quien nos defienda, nos rendiremos a ti.
4 Cuando los mensajeros llegaron a Gabaa de Saúl y dijeron estas palabras a oídos del pueblo, todo el pueblo alzó su voz y lloró.5 En ese momento venía Saúl del campo detrás de los bueyes, y preguntó:
—¿Qué tiene el pueblo que está llorando?
Y le contaron las palabras de los hombres de Jabes.6 Al oir Saúl estas palabras, el espíritu de Dios vino sobre él con poder, y se apoderó de él una violenta ira.7 Tomó entonces un par de bueyes, los cortó en trozos y los envió por todo el territorio de Israel por medio de mensajeros, diciendo: «Así se hará con los bueyes del que no salga detrás de Saúl y detrás de Samuel».
El temor de Jehová cayó sobre el pueblo, y salieron todos como un solo hombre.8 Los contó Saúl en Bezec, y eran los hijos de Israel trescientos mil, y treinta mil los hombres de Judá.9 Luego respondieron a los mensajeros que habían venido:
—Así diréis a los de Jabes de Galaad: “Mañana, al calentar el sol, seréis librados”.
Fueron los mensajeros y lo anunciaron a los de Jabes, que se alegraron.10 Y los de Jabes dijeron a los enemigos:
—Mañana nos rendiremos a vosotros, para que hagáis con nosotros lo que bien os parezca.
11 Aconteció que al día siguiente dispuso Saúl al pueblo en tres compañías, que irrumpieron en medio del campamento en la vigilia de la mañana y abatieron a los amonitas hasta el mediodía. Los que quedaron fueron dispersados, de tal manera que no quedaron dos de ellos juntos.12 Entonces el pueblo dijo a Samuel:
—¿Quiénes son los que decían: “Acaso va a reinar Saúl sobre nosotros”? Dadnos esos hombres y los mataremos.
13 Pero Saúl dijo:
—No morirá hoy ninguno, porque hoy Jehová ha traído salvación a Israel.
14 Y Samuel dijo al pueblo:
—Venid, vamos a Gilgal para instaurar allí el reino.
15 Todo el pueblo fue a Gilgal, y allí en Gilgal, delante de Jehová, invistieron a Saúl como rey. Y sacrificaron allí ofrendas de paz delante de Jehová, y se alegraron mucho Saúl y todos los de Israel.
Discurso de Samuel al pueblo
1 S.12.1-25 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Dijo Samuel a todo Israel:
—He oído vuestra voz en todo cuanto me habéis dicho, y os he dado un rey.2 Ahora, pues, ahí tienen al rey que ha de guiaros. Yo soy ya viejo y estoy lleno de canas; pero mis hijos están con vosotros, y yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta este día.3 Aquí estoy; atestiguad contra mí delante de Jehová y delante de su ungido, si he tomado el buey de alguno, si he tomado el asno de alguno, si he calumniado a alguien, si he agraviado a alguno o si de alguien he aceptado soborno para cerrar los ojos; y os lo restituiré.
4 —Nunca nos has calumniado ni agraviado, ni has tomado nada de manos de ningún hombre—dijeron ellos.
5 Él les dijo:
—Jehová es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo en este día, que no habéis hallado cosa alguna en mis manos.
—Así es—respondieron ellos.
6 Entonces Samuel dijo al pueblo:
—Jehová, que designó a Moisés y a Aarón, y sacó a vuestros padres de la tierra de Egipto, es testigo.7 Ahora, pues, aguardad, y discutiré con vosotros delante de Jehová acerca de todos los hechos de salvación que Jehová ha hecho con vosotros y con vuestros padres.8 Cuando Jacob entró en Egipto y vuestros padres clamaron a Jehová, Jehová envió a Moisés y a Aarón, los cuales sacaron a vuestros padres de Egipto y los hicieron habitar en este lugar.9 Pero ellos olvidaron a Jehová su Dios y él los entregó en manos de Sísara, jefe del ejército de Hazor, en manos de los filisteos y en manos del rey de Moab, que les hicieron guerra.10 Ellos clamaron a Jehová, y dijeron: “Hemos pecado, porque hemos dejado a Jehová y hemos servido a los baales y a Astarot; líbranos ahora, pues, de manos de nuestros enemigos, y te serviremos”.
11 »Entonces Jehová envió a Jerobaal, a Barac, a Jefté y a Samuel, y os libró de manos de los enemigos que os rodeaban, y habitasteis seguros.12 Pero cuando visteis que Nahas, rey de los hijos de Amón, venía contra vosotros, me dijisteis: “No, que reine sobre nosotros un rey”, siendo así que Jehová, vuestro Dios, era vuestro rey.13 Ahora, pues, aquí tenéis al rey que habéis elegido, el cual pedisteis; ya veis que Jehová os ha dado un rey.14 Si teméis a Jehová y lo servís, si escucháis su voz y no sois rebeldes a la palabra de Jehová, si tanto vosotros como el rey que reina sobre vosotros servís a Jehová, vuestro Dios, haréis bien.15 Pero si no escucháis la voz de Jehová, si os rebeláis contra sus mandatos, la mano de Jehová estará contra vosotros como estuvo contra vuestros padres.
16 »Esperad aún ahora y mirad esta gran cosa que Jehová hará ante vuestros ojos.17 ¿No es ahora la siega del trigo? Yo clamaré a Jehová, y él dará truenos y lluvias, para que conozcáis y veáis cuán grande es la maldad que habéis cometido ante los ojos de Jehová pidiendo para vosotros un rey.
18 Luego clamó Samuel a Jehová, y Jehová dio truenos y lluvias en aquel día; y todo el pueblo sintió un gran temor de Jehová y de Samuel.19 Entonces dijo todo el pueblo a Samuel:
—Ruega por tus siervos a Jehová, tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir un rey para nosotros.
20 Pero Samuel dijo al pueblo:
—No temáis; vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso no dejéis de seguir en pos de Jehová, sino servidle con todo vuestro corazón.21 No os apartéis en pos de vanidades que no aprovechan ni libran, porque son vanidades.22 Pues Jehová no desamparará a su pueblo, por su gran nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo.23 Así que, lejos de mí pecar contra Jehová dejando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto.24 Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues habéis visto cuán grandes cosas ha hecho por vosotros.25 Pero si perseveráis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis.
Abril 16
Guerra contra los filisteos
1 S. 13.1-23 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Había ya reinado Saúl un año, y cuando llevaba reinando dos años sobre Israel,2 escogió a tres mil hombres de Israel; estaban con Saúl dos mil en Micmas y en el monte Bet-el, y mil estaban con Jonatán en Gabaa de Benjamín, y envió al resto del pueblo cada uno a sus tiendas.3 Jonatán atacó a la guarnición de los filisteos que había en el collado, y lo supieron los filisteos. Entonces Saúl hizo tocar trompeta por todo el país, diciendo: «¡Que oigan los hebreos!».
4 Cuando todo Israel supo que se decía: «Saúl ha atacado a la guarnición de los filisteos», y también que Israel se había hecho odioso a los filisteos, se reunió el pueblo tras Saúl en Gilgal.5 Se concentraron entonces los filisteos para pelear contra Israel: treinta mil carros, seis mil hombres de a caballo, y pueblo numeroso como la arena que está a la orilla del mar. Luego subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén.
6 Cuando los hombres de Israel vieron que estaban en peligro (porque el pueblo estaba en grave aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas.7 Algunos de los hebreos pasaron el Jordán hacia la tierra de Gad y de Galaad; pero Saúl permanecía aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él temblando.8 Esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había fijado, pero Samuel no llegaba a Gilgal y el pueblo se desbandaba.9 Entonces dijo Saúl:
—Traedme el holocausto y las ofrendas de paz.
Y ofreció el holocausto.
10 Cuando él acababa de ofrecer el holocausto, vio a Samuel que venía; y Saúl salió a su encuentro para saludarlo.11 Samuel dijo:
—¿Qué has hecho?
Saúl respondió:
—Porque vi que el pueblo se desbandaba y que tú no venías dentro del plazo señalado, mientras los filisteos estaban ya concentrados en Micmas,12 me dije: “Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal y yo no he implorado el favor de Jehová”. Así que me vi forzado a ofrecer el holocausto.
13 Entonces Samuel dijo a Saúl:
—Locamente has actuado; si hubieras guardado el mandamiento que Jehová, tu Dios, te había ordenado, Jehová habría confirmado tu reino sobre Israel para siempre.14 Pero ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un hombre conforme a su corazón, al cual ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.
15 Samuel se levantó y subió de Gilgal a Gabaa de Benjamín.
Saúl contó la gente que se hallaba con él, y eran como seiscientos hombres.16 Saúl, su hijo Jonatán, y el pueblo que con ellos se hallaba, se quedaron en Gabaa de Benjamín, mientras los filisteos acampaban en Micmas.17 Entonces salió una avanzada del campamento de los filisteos en tres escuadrones; un escuadrón marchaba por el camino de Ofra hacia la tierra de Sual,18 otro escuadrón marchaba hacia Bet-horón, y el tercer escuadrón marchaba hacia la región que mira al valle de Zeboim, hacia el desierto.
19 En toda la tierra de Israel no se hallaba herrero, porque los filisteos habían dicho: «Para que los hebreos no hagan espada o lanza».20 Por lo cual todos los de Israel tenían que acudir a los filisteos para afilar cada uno la reja de su arado, su azadón, su hacha o su hoz.21 El precio era un pim por las rejas de arado y por los azadones, y la tercera parte de un siclo por afilar las hachas y por componer las aguijadas.22 Así aconteció que en el día de la batalla ninguno de los del pueblo que estaban con Saúl y Jonatán tenía en sus manos una espada o una lanza, excepto Saúl y Jonatán, su hijo, que sí las tenían.23 Mientras tanto, un destacamento de los filisteos avanzó hasta el paso de Micmas.
Hazaña de Jonatán
1 S. 14.1-23 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Aconteció un día, que Jonatán hijo de Saúl, dijo al criado que le traía las armas:
«Ven y pasemos a la guarnición de los filisteos, que está de aquel lado».
Pero no lo hizo saber a su padre.2 Saúl se hallaba al extremo de Gabaa, debajo de un granado que hay en Migrón, y las gentes que estaban con él eran como seiscientos hombres.3 Ahías hijo de Ahitob, hermano de Icabod hijo de Finees hijo de Elí, sacerdote de Jehová en Silo, llevaba el efod.
El pueblo no sabía que Jonatán se había ido.4 Entre los desfiladeros por donde Jonatán procuraba pasar a la guarnición de los filisteos, había un peñasco agudo de un lado, y otro del otro lado; uno se llamaba Boses y el otro Sene.5 El primer peñasco estaba situado al norte, hacia Micmas, y el segundo al sur, hacia Gabaa.6 Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas:
—Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová dar la victoria, sea con muchos o con pocos.
7 Su paje de armas le respondió:
—Haz todo lo que tu corazón te dicte; ve, pues aquí estoy a tu disposición.
8 Dijo entonces Jonatán:
—Vamos a pasar hacia esos hombres para que ellos nos vean.9 Si nos dicen: “Esperad hasta que lleguemos a vosotros”, entonces nos quedaremos en nuestro lugar, y no subiremos adonde están ellos.10 Pero si nos dicen: “Subid hacia nosotros”, entonces subiremos, porque Jehová los ha entregado en nuestras manos; esto nos servirá de señal.
11 Los dos se dejaron ver por la guarnición de los filisteos, y estos dijeron: «Mirad los hebreos que salen de las cavernas donde se habían escondido».12 Y los hombres de la guarnición, dirigiéndose a Jonatán y a su paje de armas, les dijeron:
«Subid a nosotros, y os haremos saber una cosa».
Entonces Jonatán dijo a su paje de armas:
«Sube detrás de mí, porque Jehová los ha entregado en manos de Israel».
13 Subió Jonatán trepando con sus manos y sus pies, seguido de su paje de armas. A los que caían delante de Jonatán, su paje de armas, que iba detrás de él, los remataba.14 En esta primera matanza que hicieron Jonatán y su paje de armas cayeron como veinte hombres, y todo en el espacio de una media yugada de tierra.15 Cundió el pánico en el campamento y por el campo, y entre toda la gente de la guarnición; a los que habían salido en la avanzada también los asaltó el pánico, y la tierra tembló; hubo, pues, gran consternación.
16 Los centinelas de Saúl vieron desde Gabaa de Benjamín cómo la multitud estaba turbada, iba de un lado a otro y se dispersaba.17 Entonces Saúl dijo al pueblo que estaba con él:
«Pasad ahora revista y ved quién se haya ido de los nuestros».
Pasaron revista, y vieron que faltaban Jonatán y su paje de armas.18 Entonces Saúl dijo a Ahías:
«Trae el Arca de Dios».
Porque el Arca de Dios estaba entonces con los hijos de Israel.
19 Pero aconteció que mientras aún hablaba Saúl con el sacerdote, el alboroto que había en el campamento de los filisteos aumentaba, e iba creciendo cada vez más. Entonces dijo Saúl al sacerdote: «Detén tu mano».
20 Luego Saúl reunió a todo el pueblo que con él estaba y llegaron hasta el lugar de la batalla. Allí vieron que cada uno había desenvainado su espada contra su compañero y que había gran confusión.21 Los hebreos que desde tiempo antes habían estado con los filisteos, y que desde los alrededores habían subido con ellos al campamento, se pusieron también del lado de los israelitas que estaban con Saúl y con Jonatán.22 Asimismo todos los israelitas que se habían escondido en los montes de Efraín, al oir que los filisteos huían, también los persiguieron en aquella batalla,23 que se extendió hasta Bet-Avén. Así salvó Jehová aquel día a Israel.
Juramento de Saúl
1 S. 14.24-52 DHH NIV NBD NVI LBLA
24 Pero los hombres de Israel fueron puestos en apuro aquel día, porque Saúl había hecho jurar al pueblo, diciendo: «Cualquiera que coma pan antes de caer la noche, antes que me haya vengado de mis enemigos, sea maldito». Y nadie había probado bocado.25 Todo el pueblo llegó a un bosque, donde había miel en la superficie del campo.26 Entró, pues, el pueblo en el bosque, y vieron que allí corría la miel; pero no hubo quien la probara, porque el pueblo temía al juramento.27 Jonatán, que no había oído cuando su padre había hecho jurar al pueblo, alargó la punta de una vara que traía en su mano, la mojó en un panal de miel y se llevó la mano a la boca. Entonces se le aclararon los ojos.
28 Uno del pueblo le habló, diciendo:
—Tu padre ha hecho jurar solemnemente al pueblo: “Maldito sea el hombre que tome hoy alimento”. Y el pueblo desfallecía.
29 Respondió Jonatán:
—Mi padre ha turbado al país. Ved ahora cómo han sido aclarados mis ojos por haber probado un poco de esta miel.30 ¿Cuánto más si el pueblo hubiera comido libremente hoy del botín tomado a sus enemigos? ¿No hubiera sido mayor el estrago entre los filisteos?
31 Aquel día derrotaron a los filisteos desde Micmas hasta Ajalón, pero el pueblo estaba muy cansado.32 Así que el pueblo se lanzó sobre el botín, tomaron ovejas y vacas y becerros, y los degollaron en el suelo; y el pueblo los comió con la sangre.33 Entonces le avisaron a Saúl:
—El pueblo está pecando contra Jehová, porque come carne con sangre.
Él dijo:
—¡Vosotros habéis sido infieles! Rodadme ahora acá una piedra grande.34 Esparcíos por el pueblo—añadió—, y decidles que me traiga cada uno su vaca y cada cual su oveja; degolladlas aquí y comed, sin pecar contra Jehová por comer la carne con la sangre.
Aquella noche cada uno llevó su propio buey y lo sacrificaron allí.35 Edificó Saúl un altar a Jehová, y ese fue el primero que edificó a Jehová.
36 Dijo Saúl:
—Descendamos esta noche contra los filisteos y los saquearemos hasta la mañana; no dejaremos de ellos ninguno.
Ellos dijeron:
—Haz lo que bien te parezca.
Dijo luego el sacerdote:
—Acerquémonos aquí a Dios.
37 Y Saúl consultó a Dios: «¿Debo descender tras los filisteos? ¿Los entregarás en manos de Israel?».
Pero Jehová no le dio respuesta aquel día.38 Entonces dijo Saúl:
—Venid acá todos los principales del pueblo, averiguad y ved en qué ha consistido este pecado de hoy.39 ¡Vive Jehová!, que ha salvado a Israel, que aunque se trate de mi hijo Jonatán, de seguro morirá.
Y no hubo en todo el pueblo quien le respondiera.40 Dijo luego a todo Israel:
—Vosotros estaréis a un lado, y yo y Jonatán, mi hijo, estaremos al otro lado.
—Haz lo que bien te parezca—respondió el pueblo a Saúl.
41 Entonces dijo Saúl a Jehová, Dios de Israel:
—Da a conocer la verdad.
La suerte cayó sobre Jonatán y Saúl, y el pueblo quedó libre.
42 Saúl dijo:
—Echad suertes entre mí y mi hijo Jonatán.
Y la suerte cayó sobre Jonatán.43 Entonces Saúl dijo a Jonatán:
—Cuéntame lo que has hecho.
Jonatán respondió:
—Ciertamente gusté un poco de miel con la punta de la vara que traía en mi mano; ¿y he de morir?
44 Saúl le dijo:
—Traiga Dios sobre mí el peor de los castigos, si no te hago morir, Jonatán.
45 Pero el pueblo dijo a Saúl:
—¿Ha de morir Jonatán, el que ha logrado esta gran victoria en Israel? ¡No será así! ¡Vive Jehová! que no caerá en tierra ni un cabello de su cabeza, pues lo hizo con ayuda de Dios.
Así el pueblo libró de morir a Jonatán.46 Saúl dejó de perseguir a los filisteos, y los filisteos se fueron a su tierra.
47 Después de haber tomado posesión del reino de Israel, Saúl hizo guerra a todos sus enemigos en derredor: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba y contra los filisteos; dondequiera que iba, salía vencedor.48 Reunió un ejército, derrotó a Amalec y libró a Israel de manos de los que lo saqueaban.
49 Los hijos de Saúl fueron Jonatán, Isúi y Malquisúa. Los nombres de sus dos hijas eran, el de la mayor, Merab, y el de la menor, Mical.50 El nombre de la mujer de Saúl era Ahinoam, hija de Ahimaas. El nombre del general de su ejército era Abner hijo de Ner, tío de Saúl.51 Porque Cis, padre de Saúl, y Ner, padre de Abner, fueron hijos de Abiel.
52 Todo el tiempo de Saúl hubo guerra encarnizada contra los filisteos; y a todo el que Saúl veía que era hombre esforzado y apto para combatir, lo reclutaba para sí.
Saúl desobedece y es desechado
1 S. 15.1-35 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Un día Samuel dijo a Saúl:
—Jehová me envió a que te ungiera rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, escucha las palabras de Jehová.2 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: “Yo castigaré lo que Amalec hizo a Israel, cortándole el camino cuando subía de Egipto.3 Ve, pues, hiere a Amalec, destruye todo lo que tiene y no te apiades de él; mata hombres, mujeres y niños, aun los de pecho, y vacas, ovejas, camellos y asnos”.
4 Saúl convocó, pues, al pueblo y les pasó revista en Telaim: doscientos mil de a pie y diez mil hombres de Judá.5 Vino Saúl a la ciudad de Amalec y se emboscó en el valle.6 Entonces dijo Saúl a los ceneos:
«Idos, apartaos y salid de entre los de Amalec, para que no os destruya juntamente con ellos; porque vosotros mostrasteis misericordia a todos los hijos de Israel cuando subían de Egipto».
Se apartaron los ceneos de entre los hijos de Amalec.7 Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto.8 Capturó vivo a Agag, rey de Amalec, y a todo el pueblo lo mató a filo de espada.9 Pero Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; pero destruyeron todo lo que era vil y despreciable.
10 Vino luego esta palabra de Jehová a Samuel:
11 «Me pesa haber hecho rey a Saúl, porque se ha apartado de mí y no ha cumplido mis palabras».
Se apesadumbró Samuel y clamó a Jehová toda aquella noche.12 Madrugó Samuel para ir al encuentro de Saúl por la mañana; y avisaron a Samuel: «Saúl llega a Carmel y se ha erigido un monumento; después se dio vuelta y siguió adelante para bajar a Gilgal».13 Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo:
—Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová.
14 —¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos?—preguntó entonces Samuel.
15 —De Amalec las han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos—respondió Saúl.
16 Entonces dijo Samuel a Saúl:
—Déjame que te anuncie lo que Jehová me ha dicho esta noche.
—Habla—le respondió él.
17 Y dijo Samuel:
—Aunque a tus propios ojos eras pequeño, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido rey sobre Israel?18 Jehová te envió en misión y te ha dicho: “Ve, destruye a los pecadores de Amalec y hazles guerra hasta que los acabes”.19 ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová? ¿Por qué te has lanzado sobre el botín y has hecho lo malo ante los ojos de Jehová?
20 Saúl respondió a Samuel:
—Al contrario, ¡he obedecido la voz de Jehová! Fui a la misión que Jehová me envió, traje a Agag, rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas.21 Pero el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, lo mejor del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová, tu Dios, en Gilgal.
22 Entonces Samuel dijo:
—¿Acaso se complace Jehová tanto en los holocaustos y sacrificios
como en la obediencia a las palabras de Jehová?
Mejor es obedecer que sacrificar;
prestar atención mejor es que la grasa de los carneros.
23 Como pecado de adivinación es la rebelión,
como ídolos e idolatría la obstinación.
Por cuanto rechazaste la palabra de Jehová,
también él te ha rechazado para que no seas rey.
24 Saúl dijo a Samuel:
—He pecado, pues he desobedecido el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado.25 Vuelve conmigo para que adore a Jehová.
26 —No volveré contigo, porque rechazaste la palabra de Jehová y Jehová te ha rechazado para que no seas rey sobre Israel—respondió Samuel a Saúl.
27 Samuel se volvió para irse, pero él se asió de la punta de su manto, y este se desgarró.28 Entonces Samuel le dijo:
—Jehová ha desgarrado hoy de ti el reino de Israel y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú.29 Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta.
30 —Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y que vuelvas conmigo para que adore a Jehová, tu Dios—dijo Saúl.
31 Volvió Samuel en compañía de Saúl, y adoró Saúl a Jehová.
32 Después dijo Samuel:
«Traedme a Agag, rey de Amalec».
Agag vino hacia él alegremente. Y decía: «Ciertamente ya pasó la amargura de la muerte».
33 Samuel dijo:
«Como tu espada dejó a las mujeres sin hijos, así tu madre quedará privada de su hijo entre las mujeres».
Entonces Samuel cortó en pedazos a Agag delante de Jehová en Gilgal.34 Se fue luego Samuel a Ramá, y Saúl subió a su casa en Gabaa de Saúl.35 Nunca más vio Samuel a Saúl en toda su vida. Y lloraba Samuel por Saúl, porque Jehová se había arrepentido de haberlo hecho rey de Israel.
Abril 17
Samuel unge a David
1 S. 16.1-13 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Dijo Jehová a Samuel:
—¿Hasta cuándo llorarás por Saúl, habiéndolo yo rechazado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de entre sus hijos me he elegido un rey.
2 Samuel preguntó:
—¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría.
Jehová respondió:
—Toma contigo una becerra de la vacada, y di: “A ofrecer sacrificio a Jehová he venido”.3 Invita a Isaí al sacrificio y yo te enseñaré lo que has de hacer; me ungirás al que yo te diga.
4 Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová. Luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirlo con miedo, y le preguntaron:
—¿Es pacífica tu venida?
5 —Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos y venid conmigo al sacrificio—respondió él.
Luego santificó él a Isaí y a sus hijos, y los invitó al sacrificio.6 Aconteció que cuando ellos vinieron, vio él a Eliab, y se dijo: «De cierto delante de Jehová está su ungido».
7 Pero Jehová respondió a Samuel:
—No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
8 Entonces llamó Isaí a Abinadab y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo:
—Tampoco a este ha escogido Jehová.
9 Hizo luego pasar Isaí a Sama. Pero Samuel dijo:
—Tampoco a este ha elegido Jehová.
10 Hizo luego pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí:
—Jehová no ha elegido a estos.
11 Entonces dijo Samuel a Isaí:
—¿Son estos todos tus hijos?
Isaí respondió:
—Queda aún el menor, que apacienta las ovejas.
Y dijo Samuel a Isaí:
—Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
12 Envió, pues, por él, y lo hizo entrar. Era rubio, de hermosos ojos y de buen parecer. Entonces Jehová dijo:
«Levántate y úngelo, porque este es».
13 Samuel tomó el cuerno del aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. A partir de aquel día vino sobre David el espíritu de Jehová. Se levantó luego Samuel y regresó a Ramá.
Los antepasados del rey David
Rut 4.18-22 DHH NIV NBD NVI LBLA
18 Estas son las generaciones de Fares: Fares engendró a Hezrón,19 Hezrón engendró a Ram, y Ram engendró a Aminadab,20 Aminadab engendró a Naasón, y Naasón engendró a Salmón,21 Salmón engendró a Booz, y Booz engendró a Obed,22 Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.
David entra al servicio de Saúl
1 S. 16.14-23 DHH NIV NBD NVI LBLA
14 El espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y un espíritu malo de parte de Jehová lo atormentaba.15 Y los criados de Saúl le dijeron:
—Mira, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta.16 Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están en tu presencia, que busquen a alguno que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, toque con su mano y tengas alivio.
17 Saúl respondió a sus criados:
—Buscadme ahora, pues, a alguno que toque bien, y traédmelo.
18 Entonces uno de los criados respondió:
—He visto a un hijo de Isaí de Belén que sabe tocar; es valiente y vigoroso, hombre de guerra, prudente en sus palabras, hermoso, y Jehová está con él.
19 Entonces Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: «Envíame a David tu hijo, el que está con las ovejas».20 Y tomó Isaí un asno cargado de pan, una vasija de vino y un cabrito, y lo envió a Saúl por medio de David, su hijo.21 David se presentó ante Saúl y se puso a su servicio. Saúl lo amó mucho y lo hizo su paje de armas.22 Luego mandó a decir a Isaí: «Te ruego que David se quede conmigo, pues ha hallado gracia a mis ojos».23 Así, cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y la tocaba. Saúl se aliviaba y se sentía mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.
David mata a Goliat
1 S. 17.1-58 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Los filisteos reunieron sus ejércitos para la guerra, se congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim.2 También Saúl y los hombres de Israel se reunieron, acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos.3 Los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, quedando el valle entre ellos.4 Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín llamado Goliat, oriundo de Gat, que medía seis codos y un palmo de altura.5 Llevaba un casco de bronce en su cabeza y vestía una coraza de malla; la coraza pesaba cinco mil siclos de bronce.6 En sus piernas tenía canilleras de bronce y una jabalina de bronce a la espalda.7 El asta de su lanza era como un rodillo de telar y la punta de su lanza pesaba seiscientos siclos de hierro. Delante de él iba su escudero.8 Goliat se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles:
—¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí.9 Si él puede pelear conmigo y me vence, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo puedo más que él y lo venzo, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis.10 Hoy yo he desafiado—añadió el filisteo—al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo.
11 Al escuchar Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron mucho miedo.
12 David era hijo de aquel hombre efrateo, oriundo de Belén de Judá, llamado Isaí, el cual tenía ocho hijos. En tiempos de Saúl este hombre era ya viejo, de edad muy avanzada,13 y los tres hijos mayores de Isaí se habían ido a la guerra para seguir a Saúl. Los nombres de sus tres hijos que se habían ido a la guerra eran: Eliab, el primogénito, el segundo, Abinadab, y el tercero, Sama.14 David era el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a Saúl,15 pero David había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén.
16 Salía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días.
17 Y dijo Isaí a David, su hijo:
«Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado y estos diez panes; llévalo pronto al campamento a tus hermanos.18 Estos diez quesos de leche los llevarás al jefe de los mil; fíjate si tus hermanos están bien y trae algo de ellos como prenda».
19 Mientras tanto, Saúl, ellos, y todos los de Israel, estaban en el valle de Ela, peleando contra los filisteos.
20 Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga como Isaí le había mandado. Llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla y daba el grito de combate.21 Se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército.22 Entonces David dejó su carga en manos del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; cuando llegó preguntó por sus hermanos, si estaban bien.23 Mientras hablaba con ellos, aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, llamado Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos diciendo las mismas palabras, y lo oyó David.
24 Todos los hombres de Israel que veían a aquel hombre huían de su presencia y sentían gran temor.25 Y cada uno de los de Israel decía: «¿No habéis visto a aquel hombre que ha salido? Él se adelanta para provocar a Israel. Al que lo venza, el rey le proporcionará grandes riquezas, le dará a su hija y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel».26 Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo:
—¿Qué harán al hombre que venza a este filisteo y quite el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?
27 El pueblo le repitió las mismas palabras, diciendo: «Así se hará al hombre que lo venza».28 Al oírlo hablar así con aquellos hombres, Eliab, su hermano mayor, se encendió en ira contra David y le dijo:
—¿Para qué has descendido acá? ¿A quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón; has venido para ver la batalla.
29 —¿Qué he hecho yo ahora? ¿No es esto mero hablar?—dijo David.
30 Y, apartándose de él, se dirigió a otros y les preguntó de igual manera; y el pueblo le dio la misma respuesta de antes.31 Fueron oídas las palabras que había dicho David, y se lo contaron a Saúl, que lo hizo venir.32 Dijo David a Saúl:
—Que nadie se desanime a causa de ese; tu siervo irá y peleará contra este filisteo.
33 Dijo Saúl a David:
—Tú no podrás ir contra aquel filisteo, y pelear con él, porque eres un muchacho, mientras que él es un hombre de guerra desde su juventud.
34 David respondió a Saúl:
—Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre. Cuando venía un león o un oso, y se llevaba algún cordero de la manada,35 salía yo tras él, lo hería y se lo arrancaba de la boca; y si se revolvía contra mí, le echaba mano a la quijada, lo hería y lo mataba.36 Ya fuera león o fuera oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.37 Jehová—añadió David—, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de manos de este filisteo.
Dijo Saúl a David:
—Ve, y que Jehová sea contigo.
38 Saúl vistió a David con sus ropas, puso sobre su cabeza un casco de bronce y lo cubrió con una coraza.39 Ciñó David la espada sobre sus vestidos y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl:
—No puedo andar con esto, pues nunca lo practiqué.
Entonces David se quitó aquellas cosas.40 Luego tomó en la mano su cayado y escogió cinco piedras lisas del arroyo, las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y con su honda en la mano se acercó al filisteo.41 El filisteo fue avanzando y acercándose a David, precedido de su escudero.42 Cuando el filisteo miró y vio a David, no lo tomó en serio, porque era apenas un muchacho, rubio y de hermoso parecer.43 El filisteo dijo a David:
—¿Soy yo un perro, para que vengas contra mí con palos?
Y maldijo a David invocando a sus dioses.44 Dijo luego el filisteo a David:
—Ven hacia mí y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.
45 Entonces dijo David al filisteo:
—Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina; pero yo voy contra ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.46 Jehová te entregará hoy en mis manos, yo te venceré y te cortaré la cabeza. Y hoy mismo entregaré tu cuerpo y los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y sabrá toda la tierra que hay Dios en Israel.47 Y toda esta congregación sabrá que Jehová no salva con espada ni con lanza, porque de Jehová es la batalla y él os entregará en nuestras manos.
48 Aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa y corrió a la línea de batalla contra el filisteo.49 Metió David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, la tiró con la honda e hirió al filisteo en la frente. La piedra se le clavó en la frente y cayó a tierra sobre su rostro.50 Así venció David al filisteo con honda y piedra. Hirió al filisteo y lo mató, sin tener David una espada en sus manos.51 Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; tomó su espada, la sacó de la vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza.
Cuando los filisteos vieron muerto a su paladín, huyeron.52 Se levantaron luego los de Israel y los de Judá, dieron gritos de guerra y siguieron tras los filisteos hasta el valle y hasta las puertas de Ecrón. Muchos filisteos cayeron heridos por el camino de Saaraim hasta Gat y Ecrón.
53 Regresaron los hijos de Israel de perseguir a los filisteos, y saquearon su campamento.54 Entonces David tomó la cabeza del filisteo y la trajo a Jerusalén, pero sus armas las puso en su tienda.
55 Cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner, general del ejército:
—Abner, ¿de quién es hijo ese joven?
Abner respondió:
56 —¡Vive tu alma!, oh rey, que no lo sé.
Y el rey dijo:
—Pregunta de quién es hijo ese joven.
57 Cuando David volvió de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó ante Saúl. David llevaba en su mano la cabeza del filisteo.58 Saúl le preguntó:
—Muchacho, ¿de quién eres hijo?
David respondió:
—Soy hijo de tu siervo Isaí de Belén.
Abril 18
Pacto de Jonatán y David
1 S. 18.1-5 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Aconteció que cuando David acabó de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo.2 Aquel día Saúl tomó consigo a David y no lo dejó volver a casa de su padre.3 Hizo Jonatán un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo.4 Se quitó Jonatán el manto que llevaba y se lo dio a David, así como otras ropas suyas, su espada, su arco y su cinturón.
5 Y salía David a dondequiera que Saúl lo enviaba, y se portaba prudentemente. Entonces lo puso Saúl al frente de su gente de guerra, y era bien visto por todo el pueblo, y también por los siervos de Saúl.
Saúl tiene celos de David
1 S. 18.6-30 DHH NIV NBD NVI LBLA
6 Aconteció que cuando volvían, después de haber matado David al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel a recibir al rey Saúl cantando y danzando con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música.7 Mientras danzaban, las mujeres cantaban diciendo:
«Saúl hirió a sus miles,
y David a sus diez miles».
8 Saúl se enojó mucho y le desagradaron estas palabras, pues decía:
«A David le dan diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino».
9 Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David.
10 Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios se apoderó de Saúl, y él deliraba en medio de la casa. David tocaba como otras veces. Saúl tenía la lanza en la mano.11 Saúl arrojó la lanza, pensando: «Voy a clavar a David en la pared». Pero David lo evadió dos veces.
12 Temía Saúl a David, por cuanto Jehová estaba con él, y de Saúl se había apartado;13 por eso Saúl lo alejó de su lado y lo puso al frente de un millar de hombres. Así David salía y entraba a la cabeza de sus hombres.14 David se conducía prudentemente en todos sus asuntos y Jehová estaba con él.15 Al ver Saúl que se portaba tan prudentemente, tenía temor de él.16 Pero todo Israel y Judá amaba a David, pues salía y entraba a la cabeza de ellos.
17 Entonces dijo Saúl a David:
—Voy a darte por mujer a Merab, mi hija mayor, con tal que me seas hombre valiente y pelees las batallas de Jehová.
Pero Saúl pensaba: «Que no sea mi mano la que se levante contra él, sino la mano de los filisteos».
18 Pero David respondió a Saúl:
—¿Quién soy yo, qué es mi vida o la familia de mi padre en Israel, para que yo sea yerno del rey?
19 Cuando llegó el tiempo en que Merab, hija de Saúl, debía ser entregada a David, fue dada por mujer a Adriel, el meholatita.
20 Pero Mical, la otra hija de Saúl, amaba a David. Le fue dicho a Saúl, y a este le pareció bien,21 porque pensó: «Se la daré, pero será para él un lazo que le hará caer en manos de los filisteos». Dijo, pues, Saúl a David por segunda vez:
—Tú serás mi yerno hoy.
22 Y mandó Saúl a sus siervos:
—Hablad en secreto a David, diciéndole: “He aquí el rey te ama, y todos sus siervos te quieren bien; acepta ser, pues, yerno del rey”.
23 Los criados de Saúl repitieron estas palabras a los oídos de David. Y este les respondió:
—¿Os parece a vosotros que es poco ser yerno del rey; yo, que soy un hombre pobre y de humilde condición?
24 Los criados de Saúl le informaron de la respuesta, diciendo: «Tales palabras ha dicho David».25 Saúl les dijo:
—Decid así a David: “El rey no desea la dote, sino cien prepucios de filisteos, para vengarse de los enemigos del rey”.
Pero Saúl pensaba hacer caer a David en manos de los filisteos.26 Cuando sus siervos comunicaron a David estas palabras, pareció bien a los ojos de David la cosa de ser yerno del rey. Y antes que el plazo se cumpliera,27 se levantó David, se fue con su gente y mató a doscientos hombres de los filisteos. Trajo David los prepucios de ellos y los entregó todos al rey, a fin de hacerse yerno del rey. Entonces Saúl le dio a su hija Mical por mujer.
28 Al ver esto Saúl, comprendió que Jehová estaba con David, y que su hija Mical lo amaba.29 Por eso tuvo más temor de David, y fue enemigo de David todos los días de su vida.30 Salían en campaña los príncipes de los filisteos, y cada vez que salían, David tenía más éxito que todos los siervos de Saúl, por lo cual su nombre se hizo muy famoso.
Saúl trata de matar a David
1 S. 19.1-18 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Habló Saúl a Jonatán, su hijo, y a todos sus siervos, para que mataran a David; pero Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David,2 y le avisó diciendo:
—Mi padre Saúl procura matarte; por tanto, cuídate hasta la mañana, estáte en lugar oculto y escóndete.3 Yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo donde tú estés; hablaré de ti a mi padre y te haré saber lo que haya.
4 Jonatán habló bien de David a su padre Saúl, y le dijo:
—No peque el rey contra su siervo David, porque ningún pecado ha cometido contra ti y, al contrario, sus obras han sido muy beneficiosas para ti,5 pues él puso su vida en peligro para matar al filisteo, y Jehová le dio una gran victoria a todo Israel. Tú lo viste y te alegraste. ¿Por qué, pues, vas a pecar contra sangre inocente, matando a David sin causa?
6 Escuchó Saúl las palabras de Jonatán y juró:
—¡Vive Jehová!, no morirá.
7 Llamó entonces Jonatán a David y le contó todas estas palabras; él mismo llevó a David ante Saúl, y se quedó a su servicio como antes.
8 Después hubo de nuevo guerra; salió David y peleó contra los filisteos, les causó un gran estrago y huyeron ante él.9 Pero el espíritu malo de parte de Jehová se apoderó de Saúl; y estando sentado en su casa con una lanza en la mano, mientras David tocaba,10 Saúl procuró clavar a David con su lanza en la pared, pero él se apartó de delante de Saúl, y la lanza se clavó en la pared. David huyó y se puso a salvo aquella noche.11 Saúl envió luego mensajeros a casa de David para que lo vigilaran y lo mataran por la mañana. Pero Mical, su mujer, le avisó a David:
«Si no salvas tu vida esta noche, mañana estarás muerto».
12 Descolgó Mical a David por una ventana. Él se fue y huyó poniéndose a salvo.13 Tomó luego Mical una estatua y la puso sobre la cama, le acomodó por cabecera una almohada de pelo de cabra y la cubrió con la ropa.14 Cuando Saúl envió mensajeros para capturar a David, ella dijo: «Está enfermo».15 Volvió Saúl a enviar mensajeros en busca de David, y les dijo:
«Traédmelo en la cama para que lo mate».
16 Cuando los mensajeros entraron, encontraron la estatua en la cama, y una almohada de pelo de cabra a su cabecera.17 Entonces Saúl dijo a Mical:
—¿Por qué me has engañado así y has dejado escapar a mi enemigo?
Mical respondió a Saúl:
—Porque él me dijo: “Déjame ir; si no, yo te mataré”.
18 Huyó, pues, David, y se puso a salvo. Se fue adonde estaba Samuel en Ramá, y le contó todo lo que Saúl había hecho con él. Después, él y Samuel se fueron a habitar en Naiot.
Oración pidiendo ser librado de los enemigos
Salmo de David, cuando envió Saúl, y vigilaron la casa para
matarlo.
Sal. 59.1-17 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Líbrame de mis enemigos, Dios mío;
ponme a salvo de los que se levantan contra mí.
2 Líbrame de los que cometen maldad
y sálvame de hombres sanguinarios,
3 porque están acechando mi vida;
se han juntado contra mí poderosos,
no por falta mía, ni pecado mío, Jehová;
4 sin delito mío corren y se preparan.
Despierta para venir a mi encuentro, y mira.
5 Y tú, Jehová, Dios de los ejércitos, Dios de Israel,
despierta para castigar a todas las naciones;
no tengas misericordia de todos los que se rebelan con maldad.
6 Volverán a la tarde,
ladrarán como perros
y rodearán la ciudad.
7 Declaran con su boca;
espadas hay en sus labios,
pues dicen: «¿Quién oye?».
8 Mas tú, Jehová, te reirás de ellos;
te burlarás de todas las naciones.
9 A causa del poder del enemigo esperaré en ti,
porque Dios es mi defensa.
10 El Dios de mi misericordia irá delante de mí;
Dios hará que vea en mis enemigos mi deseo.
11 No los mates, para que mi pueblo no olvide;
dispérsalos con tu poder y abátelos,
Jehová, escudo nuestro.
12 Por el pecado de su boca, por la palabra de sus labios,
sean ellos presos en su soberbia,
y por la maldición y mentira que profieren.
13 ¡Acábalos con furor,
acábalos, para que no existan más!
¡Sépase que Dios gobierna en Jacob
hasta los confines de la tierra!
14 Vuelvan, pues, a la tarde, y ladren como perros
y rodeen la ciudad.
15 Anden ellos errantes para hallar qué comer;
y al no saciarse, que pasen la noche quejándose.
16 Pero yo cantaré de tu poder,
alabaré de mañana tu misericordia,
porque has sido mi amparo
y refugio en el día de mi angustia.
17 Fortaleza mía, a ti cantaré,
porque eres, Dios, mi refugio,
el Dios de mi misericordia.
Saúl y sus hombres caen en trance profético
1 S. 19.19-24 DHH NIV NBD NVI LBLA
19 Y avisaron a Saúl, diciéndole: «Mira, David está en Naiot de Ramá».20 Entonces Saúl envió mensajeros para que trajeran a David, los cuales vieron una compañía de profetas que profetizaban, y a Samuel que estaba allí y los presidía. Vino el espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl y ellos también profetizaron.
21 Cuando lo supo Saúl, envió otros mensajeros, los cuales también profetizaron. Saúl volvió a enviar mensajeros por tercera vez, y ellos también profetizaron.22 Entonces él mismo fue a Ramá, y al llegar al gran pozo que está en Secú, preguntó diciendo:
—¿Dónde están Samuel y David?
Uno le respondió:
—Están en Naiot, en Ramá.
23 Salió para Naiot, en Ramá, pero también se apoderó de él el espíritu de Dios, y siguió andando y profetizando hasta que llegó a Naiot, en Ramá.24 También él se despojó de sus vestidos y profetizó igualmente delante de Samuel. Estuvo desnudo todo aquel día y toda aquella noche. De aquí el dicho: «¿También Saúl entre los profetas?».
Abril 19
Amistad de David y Jonatán
1 S. 20.1-42 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Después huyó David de Naiot de Ramá, y fue a decirle a Jonatán:
—¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad, o cuál mi pecado contra tu padre, para que busque mi muerte?
2 Él le dijo:
—De ninguna manera; no morirás. Mi padre no hace ninguna cosa, ni grande ni pequeña, que no me la descubra; ¿por qué, pues, me ha de ocultar mi padre este asunto? No será así.
3 David volvió a jurar, diciendo:
—Tu padre sabe claramente que yo he hallado gracia delante de tus ojos, y dirá: “Que Jonatán no sepa esto, para que no se entristezca”. Pero, ¡vive Jehová y vive tu alma!, que apenas estoy a un paso de la muerte.
4 Jonatán dijo a David:
—Haré por ti lo que desee tu alma.
5 David respondió a Jonatán:
—Mañana será la luna nueva, y yo acostumbro sentarme con el rey a comer; pero tú dejarás que me esconda en el campo hasta pasado mañana por la tarde.6 Si tu padre hace mención de mí, dirás: “Me rogó mucho que lo dejara ir corriendo a Belén, su ciudad, porque todos los de su familia celebran allá el sacrificio anual”.7 Si él dijera: “Está bien”, entonces tendrá paz tu siervo; pero si se enoja, sabrás que por su parte está decretada mi perdición.8 Harás, pues, misericordia con tu siervo, ya que has hecho a tu siervo contraer un pacto contigo ante Jehová; si hay maldad en mí, mátame tú, pues no hay necesidad de llevarme hasta tu padre.
9 Jonatán le dijo:
—Nunca te suceda tal cosa; antes bien, si me entero que mi padre ha determinado hacerte mal, ¿no te lo avisaría yo?
10 Dijo entonces David a Jonatán:
—¿Quién me avisará si tu padre te responde ásperamente?
11 Jonatán dijo a David:
—Ven, salgamos al campo.
Y salieron ambos al campo.12 Entonces dijo Jonatán a David:
—¡Jehová, Dios de Israel, sea testigo! Cuando le haya preguntado a mi padre mañana a esta hora, o pasado mañana, si todo marcha bien para con David, entonces te lo haré saber.13 Pero si mi padre intenta hacerte mal, traiga Jehová sobre Jonatán el peor de los castigos, si no te lo hago saber para que te vayas en paz. Que Jehová esté contigo como estuvo con mi padre.14 Si para entonces estoy vivo, usa conmigo la misericordia de Jehová, para que no muera,15 y nunca apartes tu misericordia de mi casa. Cuando Jehová haya eliminado uno por uno a los enemigos de David de la faz de la tierra, no dejes que el nombre de Jonatán sea quitado de la casa de David.
16 Así hizo Jonatán un pacto con la casa de David, diciendo: «Demándelo Jehová de manos de los enemigos de David».17 Y Jonatán hizo jurar a David otra vez, porque lo amaba, lo amaba como a sí mismo.18 Luego le dijo Jonatán:
—Mañana es nueva luna y tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío.19 Estarás, pues, tres días, y luego descenderás y vendrás al lugar donde estabas escondido el día que ocurrió esto mismo, y esperarás junto a la piedra de Ezel.20 Yo tiraré tres flechas hacia aquel lado, como ejercitándome al blanco.21 Luego enviaré al criado, diciéndole: “Ve, busca las flechas”. Si digo al criado: “Ahí están las flechas, más acá de ti, tómalas”, tú vendrás, porque todo va bien para ti y nada malo sucede, ¡vive Jehová!22 Pero si yo digo al muchacho: “Allí están las flechas, más allá de ti”, vete, porque Jehová quiere que te vayas.23 En cuanto al asunto de que tú y yo hemos hablado, esté Jehová entre nosotros dos para siempre.
24 Se escondió, pues, David en el campo, y cuando llegó la nueva luna, se sentó el rey a la mesa, para comer.25 El rey se sentó en su silla, como solía, en el asiento junto a la pared. Jonatán se levantó, se sentó Abner al lado de Saúl, y el lugar de David quedó vacío.26 Pero aquel día Saúl no dijo nada, porque pensaba: «Le habrá acontecido algo y no está limpio; de seguro no está purificado».27 Al siguiente día, el segundo día de la nueva luna, aconteció que el asiento de David se quedó también vacío. Y Saúl dijo a su hijo Jonatán:
—¿Por qué no ha venido a comer hoy ni ayer el hijo de Isaí?
28 Jonatán respondió a Saúl:
—David me pidió encarecidamente que lo dejara ir a Belén.29 Me dijo: “Te ruego que me dejes ir, porque nuestra familia celebra sacrificio en la ciudad y mi hermano me lo ha demandado; por lo tanto, si he hallado gracia a tus ojos, permíteme ir ahora para visitar a mis hermanos”. Por esto no ha venido a la mesa del rey.
30 Entonces se encendió la ira de Saúl contra Jonatán, y le dijo:
—Hijo de la perversa y rebelde, ¿acaso no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí para vergüenza tuya y vergüenza de la madre que te dio a luz?31 Porque todo el tiempo que el hijo de Isaí viva sobre la tierra, ni tú ni tu reino estarán firmes. Así que manda ahora a buscarlo y tráemelo, porque ha de morir.
32 Jonatán respondió a su padre Saúl, y le dijo:
—¿Por qué morirá? ¿Qué ha hecho?
33 Entonces Saúl le arrojó una lanza para herirlo; de donde comprendió Jonatán que su padre estaba resuelto a matar a David.34 Se levantó Jonatán de la mesa con exaltada ira y no comió nada el segundo día de la nueva luna; pues estaba afligido a causa de David, porque su padre lo había ofendido.35 Al otro día, de mañana, salió Jonatán al campo, con un muchacho pequeño, a la hora acordada con David.36 Y dijo al muchacho:
«Corre y busca las flechas que yo tire».
Mientras el muchacho iba corriendo, él tiraba la flecha de modo que pasara más allá de él.37 Al llegar el muchacho donde estaba la flecha que Jonatán había tirado, Jonatán le gritaba diciendo:
—¿No está la flecha más allá de ti?
38 Y siguió gritando Jonatán tras el muchacho:
—Corre, date prisa, no te pares.
El muchacho de Jonatán recogió las flechas y volvió adonde estaba su señor.39 Pero de nada se enteró el muchacho; solamente Jonatán y David sabían de lo que se trataba.40 Luego dio Jonatán sus armas a su muchacho, y le dijo: «Vete y llévalas a la ciudad».
41 Cuando el muchacho se marchó, David se levantó del lado del sur y se inclinó tres veces postrándose hasta la tierra. Se besaron el uno al otro y lloraron juntos, pero David lloró más.42 Jonatán dijo entonces a David:
«Vete en paz, porque ambos hemos jurado en nombre de Jehová, diciendo: “Que Jehová esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre”».
Se levantó David y se fue; y Jonatán volvió a la ciudad.
David huye de Saúl
1 S. 21.1-12 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Vino David a Nob, adonde estaba el sacerdote Ahimelec; este salió a su encuentro, sorprendido, y le preguntó:
—¿Por qué estás tú solo, sin nadie que te acompañe?
2 Respondió David al sacerdote Ahimelec:
—El rey me encomendó un asunto, y me dijo: “Nadie sepa cosa alguna del asunto a que te envío, y de lo que te he encomendado”. He citado a los criados en cierto lugar.3 Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que tengas.
4 El sacerdote respondió a David y dijo:
—No tengo pan común a la mano, solamente tengo pan sagrado; pero lo daré si es que los criados se han guardado al menos de tratos con mujeres.
5 David respondió al sacerdote:
—En verdad las mujeres han estado lejos de nosotros ayer y anteayer; cuando yo salí, ya los cuerpos de los jóvenes estaban puros, aunque el viaje es profano; ¿cuánto más no serán puros hoy sus cuerpos?
6 Así que el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan sino los panes de la proposición, los cuales habían sido retirados de la presencia de Jehová, para colocar panes calientes el día que tocaba retirarlos.7 Y estaba allí aquel día, detenido delante de Jehová, uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, el edomita, el principal de los pastores de Saúl.
8 David dijo a Ahimelec:
—¿No tienes aquí a mano una lanza o una espada? Porque no he traído ni mi espada ni mis armas, por cuanto la orden del rey era apremiante.
9 El sacerdote respondió:
—La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de Ela, está aquí envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala; porque aquí no hay otra sino esa.
David respondió:
—Ninguna como ella; dámela.
10 Se levantó David aquel día, y huyendo de la presencia de Saúl, se fue a Aquis, rey de Gat.11 Y le dijeron a Aquis sus siervos:
—¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es este de quien cantaban en las danzas, diciendo:
“Hirió Saúl a sus miles,
y David a sus diez miles”?
12 David guardó en su corazón estas palabras y temió mucho a Aquis, rey de Gat.
Oración de confianza
Salmo de David, cuando los filisteos lo apresaron en Gat
Sal. 56.1-13 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Dios, ten misericordia de mí, porque me devoraría el hombre;
me oprime combatiéndome cada día.
2 Todo el día mis enemigos me pisotean,
porque muchos son los que pelean contra mí con soberbia.
3 En el día que temo,
yo en ti confío.
4 En Dios, cuya palabra alabo,
en Dios he confiado. No temeré.
¿Qué puede hacerme el hombre?
5 Todos los días ellos pervierten mi causa;
contra mí son todos sus pensamientos para mal.
6 Se reúnen, se esconden,
miran atentamente mis pasos,
como quienes acechan mi alma.
7 ¡Págales conforme a su iniquidad, Dios,
y derriba en tu furor a los pueblos!
8 Mis huidas tú has contado;
pon mis lágrimas en tu redoma;
¿no están ellas en tu libro?
9 Serán luego vueltos atrás mis enemigos,
el día en que yo clame.
Esto sé: Dios está a mi favor.
10 En Dios, cuya palabra alabo,
en Jehová, cuya palabra alabo,
11 en Dios he confiado. No temeré.
¿Qué puede hacerme el hombre?
12 Sobre mí, Dios, están los votos que te hice;
te ofreceré sacrificio de alabanza,
13 porque has librado mi alma de la muerte
y mis pies de caída,
para que ande delante de Dios
en la luz de los que viven.
David finge que está loco
1 S. 21.13-15 DHH NIV NBD NVI LBLA
13 Por eso cambió su manera de comportarse delante de ellos y se fingió loco en medio de ellos; arañaba las puertas y dejaba que la saliva le corriera por la barba.14 Y Aquis dijo a sus siervos:
—Mirad, este hombre es un demente; ¿por qué lo habéis traído ante mí?15 ¿Acaso me hacen falta locos, para que hayáis traído a este a hacer sus locuras delante de mí? ¿Va a entrar este en mi casa?
La protección divina
Salmo de David, cuando mudó su semblante delante de Abimelec, y él lo echó, y se fue.
Sal. 34.1-22 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo;
su alabanza estará de continuo en mi boca.
2 En Jehová se gloriará mi alma;
lo oirán los mansos y se alegrarán.
3 Engrandeced a Jehová conmigo
y exaltemos a una su nombre.
4 Busqué a Jehová, y él me oyó
y me libró de todos mis temores.
5 Los que miraron a él fueron alumbrados
y sus rostros no fueron avergonzados.
6 Este pobre clamó, y lo oyó Jehová
y lo libró de todas sus angustias.
7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que lo temen
y los defiende.
8 Gustad y ved que es bueno Jehová.
¡Bienaventurado el hombre que confía en él!
9 Temed a Jehová vosotros sus santos,
pues nada falta a los que lo temen.
10 Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;
pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.
11 Venid, hijos, oídme;
el temor de Jehová os enseñaré.
12 ¿Quién es el hombre que desea vida,
que desea muchos días para ver el bien?
13 Guarda tu lengua del mal
y tus labios de hablar engaño.
14 Apártate del mal y haz el bien;
busca la paz y síguela.
15 Los ojos de Jehová están sobre los justos
y atentos sus oídos al clamor de ellos.
16 La ira de Jehová está contra los que hacen mal,
para eliminar de la tierra la memoria de ellos.
17 Claman los justos, y Jehová oye
y los libra de todas sus angustias.
18 Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón
y salva a los contritos de espíritu.
19 Muchas son las aflicciones del justo,
pero de todas ellas lo librará Jehová.
20 Él guarda todos sus huesos;
ni uno de ellos será quebrado.
21 Matará al malo la maldad
y los que aborrecen al justo serán condenados.
22 Jehová redime el alma de sus siervos.
¡No serán condenados cuantos en él confían!
Abril 20
David en la cueva de Adulam
1 S. 22.1 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Partió David de allí y se refugió en la cueva de Adulam; cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, fueron allí a reunirse con él.
Plegaria pidiendo ser librado de los perseguidores
Salmo de David, cuando huyó de delante de Saúl a la cueva.
Sal. 57.1-11 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Ten misericordia de mí, Dios, ten misericordia de mí,
porque en ti ha confiado mi alma
y en la sombra de tus alas me ampararé
hasta que pasen los quebrantos.
2 Clamaré al Dios Altísimo,
al Dios que me favorece.
3 Él enviará desde los cielos y me salvará
de la infamia del que me acosa.
Dios enviará su misericordia y su verdad.
4 Mi vida está entre leones;
estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas;
sus dientes son lanzas y saetas,
y su lengua, espada aguda.
5 ¡Exaltado seas, Dios, sobre los cielos!
¡Sobre toda la tierra sea tu gloria!
6 Red han armado a mis pasos;
se ha abatido mi alma;
hoyo han cavado delante de mí;
en medio de él han caído ellos mismos.
7 Listo está mi corazón, Dios,
mi corazón está dispuesto;
cantaré y entonaré salmos.
8 ¡Despierta, alma mía!
¡Despertad, salterio y arpa!
¡Me levantaré de mañana!
9 Te alabaré entre los pueblos, Señor;
cantaré de ti entre las naciones,
10 porque grande es hasta los cielos tu misericordia
y hasta las nubes tu verdad.
11 ¡Exaltado seas, Dios, sobre los cielos!
¡Sobre toda la tierra sea tu gloria!
Sal. 108.1-5 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Mi corazón, Dios, está dispuesto;
cantaré y entonaré salmos;
esta es mi gloria.
2 ¡Despiértate, salterio y arpa;
despertaré al alba!
3 Te alabaré, Jehová, entre los pueblos;
a ti cantaré salmos entre las naciones,
4 porque más grande que los cielos es tu misericordia
y hasta los cielos tu fidelidad.
5 Exaltado seas, Dios, sobre los cielos,
y sobre toda la tierra sea enaltecida tu gloria.
Petición de ayuda en medio de la prueba
Oración que hizo David cuando estaba en la cueva
Sal. 142.1-7 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Con mi voz clamaré a Jehová;
con mi voz pediré a Jehová misericordia.
2 Delante de él expondré mi queja;
delante de él manifestaré mi angustia.
3 Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí,
tú conocías mi senda.
En el camino en que andaba,
me escondieron lazo.
4 Mira a mi diestra y observa,
pues no hay quien quiera conocer.
¡No tengo refugio
ni hay quien cuide de mi vida!
5 Clamé a ti, Jehová;
dije: «¡Tú eres mi esperanza
y mi porción en la tierra de los vivientes!».
6 Escucha mi clamor,
porque estoy muy afligido.
Líbrame de los que me persiguen,
porque son más fuertes que yo.
7 Saca mi alma de la cárcel,
para que alabe tu nombre.
Me rodearán los justos,
porque tú me serás propicio.
David se convierte en capitán de hombres descontentos
1 S. 22.2-5 DHH NIV NBD NVI LBLA
2 Además se le unieron todos los afligidos, todos los que estaban endeudados y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y llegó a ser su jefe. Había con él como cuatrocientos hombres.
3 De allí se fue David a Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab:
«Te ruego que mi padre y mi madre se queden con vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí».
4 Los trajo, pues, a la presencia del rey de Moab, y habitaron con él todo el tiempo que David estuvo en el lugar fuerte.5 Pero el profeta Gad dijo a David:
«No te quedes en este lugar fuerte; anda y vete a tierra de Judá».
Entonces partió David y entró en el bosque de Haret.
Asesinato de los sacerdotes de Nob
1 S. 22.6-23 DHH NIV NBD NVI LBLA
6 Oyó Saúl que David y los que estaban con él habían sido vistos. Estaba Saúl sentado en Gabaa, debajo de un tamarisco, sobre un alto, con la lanza en su mano, y rodeado de todos sus siervos.7 Y dijo Saúl a los siervos que estaban alrededor de él:
—Oíd ahora, hijos de Benjamín: ¿Os dará también a todos vosotros el hijo de Isaí tierras y viñas, y os hará a todos vosotros jefes de millares y jefes de centenas,8 para que todos vosotros hayáis conspirado contra mí? ¿No ha habido quien me informara de cómo mi hijo ha hecho alianza con el hijo de Isaí, ni hay ninguno de vosotros que se conduela de mí y me dé a conocer cómo mi hijo ha sublevado contra mí a un siervo mío para que me aceche, tal como lo hace hoy?
9 Entonces Doeg, el edomita, que era el principal de los siervos de Saúl, respondió:
—Yo vi al hijo de Isaí venir a Nob, adonde estaba Ahimelec hijo de Ahitob.10 Este consultó a Jehová por él, le dio provisiones y también la espada de Goliat, el filisteo.
11 Mandó el rey a llamar al sacerdote Ahimelec hijo de Ahitob, y a toda la casa de su padre, los sacerdotes que estaban en Nob, y todos vinieron ante el rey.12 Y Saúl dijo:
—Oye ahora, hijo de Ahitob.
—Heme aquí, señor mío—respondió él.
13 Saúl añadió:
—¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí? Le diste pan y una espada, y consultaste a Dios por él, para que se subleve contra mí y me aceche, como lo hace en el día de hoy.
14 Ahimelec respondió al rey:
—¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, que además es yerno del rey, sirve a tus órdenes y todos lo honran en tu propia casa?15 ¿Acaso he comenzado hoy a consultar a Dios por él? ¡No, lejos de mí! Que el rey no culpe de cosa alguna a su siervo, ni a toda la casa de mi padre; porque tu siervo ninguna cosa, grande ni pequeña, sabe de este asunto.
16 Pero el rey respondió:
—Sin duda morirás, Ahimelec, tú y toda la casa de tu padre.
17 Luego dijo el rey a la gente de su guardia que estaba a su lado:
—Volveos y matad a los sacerdotes de Jehová; porque también la mano de ellos está con David, pues sabiendo ellos que huía, no me lo hicieron saber.
Pero los siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes de Jehová.18 Entonces dijo el rey a Doeg:
—Vuélvete y arremete contra los sacerdotes.
Y se volvió Doeg, el edomita, atacó a los sacerdotes y mató en aquel día a ochenta y cinco hombres que vestían efod de lino.19 Y a Nob, ciudad de los sacerdotes, la pasó Saúl a filo de espada: a hombres, mujeres y niños, hasta los de pecho, y bueyes, asnos y ovejas, todo lo hirió a filo de espada.20 Pero uno de los hijos de Ahimelec hijo de Ahitob, que se llamaba Abiatar, pudo escapar, y huyó tras David.21 Abiatar dio aviso a David de cómo Saúl había dado muerte a los sacerdotes de Jehová.22 Y David le dijo:
—Ya sabía yo aquel día que estando allí Doeg, el edomita, él se lo haría saber a Saúl. He ocasionado la muerte a todas las personas de la casa de tu padre.23 Quédate conmigo, no temas; quien busque mi vida, buscará también la tuya; pero conmigo estarás a salvo.
Futilidad de la jactancia del malo
Salmo de David, cuando vino Doeg edomita y dio cuenta a Saúl diciéndole: «David ha venido a casa de Ahimelec».
Sal. 52.1-9 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 ¿Por qué tú, poderoso, te jactas de la maldad?
¡La misericordia de Dios es continua!
2 Agravios maquina tu lengua;
engaña como navaja afilada.
3 Amaste el mal más que el bien,
la mentira más que la verdad.
4 Has amado toda suerte de palabras perversas,
engañosa lengua.
5 Por tanto, Dios te destruirá para siempre,
te arruinará y te echará de tu casa,
te desarraigará de la tierra de los vivientes.
6 Verán los justos y temerán;
se reirán de él, diciendo:
7 «Este es el hombre
que no consideró a Dios como su fortaleza,
sino que confió en sus muchas riquezas
y se mantuvo en su maldad».
8 Pero yo estoy como olivo verde
en la casa de Dios;
¡en la misericordia de Dios confío
eternamente y para siempre!
9 Te alabaré para siempre, porque lo has hecho así.
Esperaré en tu nombre, porque es bueno,
delante de tus santos.
David libera a la ciudad de Keila
1 S. 23.1-13 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Dieron aviso a David diciendo: «Los filisteos están combatiendo contra Keila y roban las eras».2 Entonces David consultó a Jehová:
—¿Iré a atacar a estos filisteos?
Jehová respondió a David:
—Ve, ataca a los filisteos y libra a Keila.
3 Pero los que estaban con David le dijeron:
—Mira, nosotros aquí en Judá estamos con miedo; ¿cuánto más si vamos a Keila contra el ejército de los filisteos?
4 David volvió a consultar a Jehová. Y Jehová le respondió:
—Levántate, desciende a Keila, pues yo entregaré en tus manos a los filisteos.
5 Fue, pues, David con sus hombres a Keila y peleó contra los filisteos; se llevó sus ganados, les causó una gran derrota y libró David a los de Keila.
6 Aconteció que Abiatar hijo de Ahimelec, que se había refugiado junto a David, descendió a Keila con el efod en su mano.7 Y le avisaron a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: «Dios lo ha entregado en mis manos, pues él mismo se ha encerrado al entrar en una ciudad con puertas y cerraduras».
8 Saúl convocó a todo el pueblo a la batalla para descender a Keila y poner sitio a David y a sus hombres.9 Pero al saber David que Saúl tramaba algo malo contra él, dijo al sacerdote Abiatar: «Trae el efod».10 Luego dijo:
—Jehová, Dios de Israel, tu siervo tiene entendido que Saúl intenta venir a Keila para destruir la ciudad por causa mía.11 ¿Me entregarán los vecinos de Keila en sus manos? ¿Descenderá Saúl, como ha oído tu siervo? Jehová, Dios de Israel, te ruego que lo hagas saber a tu siervo.
Jehová dijo:
—Sí, descenderá.
12 Dijo luego David:
—¿Me entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl?
Jehová respondió:
—Os entregarán.
13 Entonces David partió con sus hombres, que eran como seiscientos, salieron de Keila y anduvieron de un lugar a otro. Llegó a Saúl la noticia de que David se había escapado de Keila y desistió de salir.
David en el desierto
1 S. 23.14,15 DHH NIV NBD NVI LBLA
14 David se quedó en el desierto, en lugares fuertes, y habitaba en un monte en el desierto de Zif. Lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.15 Viendo, pues, David que Saúl había salido en busca de su vida, se quedó en Hores, en el desierto de Zif.
Hombres valientes de las tribus de Gad, Benjamín y Judá se unen con David en el desierto
1 Cr. 12.8-18 DHH NIV NBD NVI LBLA
8 También de los de Gad huyeron y fueron adonde estaba David, al lugar fuerte en el desierto, hombres de guerra muy valientes para pelear, diestros con el escudo y la lanza; sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas.9 Ezer, el primero, Obadías, el segundo, Eliab, el tercero,10 Mismana, el cuarto, Jeremías, el quinto,11 Atai, el sexto, Eliel, el séptimo,12 Johanán, el octavo, Elzabad, el noveno,13 Jeremías, el décimo y Macbanai, el undécimo.14 Estos fueron capitanes del ejército de los hijos de Gad. El menor estaba a cargo de cien hombres, y el mayor, de mil.15 Estos pasaron el Jordán en el mes primero, cuando se había desbordado por todas sus riberas; e hicieron huir a todos los habitantes de los valles al oriente y al occidente.
16 Asimismo algunos de los hijos de Benjamín y de Judá fueron ante David al lugar fuerte.17 David salió a su encuentro y les habló diciendo:
—Si habéis venido a mí en son de paz y para ayudarme, me uniré a vosotros; pero si es para entregarme a mis enemigos, sin que mis manos estén manchadas de maldad, véalo el Dios de nuestros padres, y os lo demande.
18 Entonces el espíritu vino sobre Amasai, jefe de los treinta, y dijo:
«¡Somos tuyos, David!
¡Estamos contigo, hijo de Isaí!
¡Paz, paz para ti,
y paz para quienes te ayudan,
pues también tu Dios te ayuda!».
David los recibió y los puso entre los capitanes de la tropa.
Dios, satisfacción del alma
Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá
Sal. 63.1-11 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 ¡Dios, Dios mío eres tú!
¡De madrugada te buscaré!
Mi alma tiene sed de ti,
mi carne te anhela
en tierra seca y árida
donde no hay aguas,
2 para ver tu poder y tu gloria,
así como te he mirado en el santuario.
3 Porque mejor es tu misericordia que la vida,
mis labios te alabarán.
4 Así te bendeciré en mi vida;
en tu nombre alzaré mis manos.
5 Como de médula y de grosura será saciada mi alma,
y con labios de júbilo te alabará mi boca,
6 cuando me acuerde de ti en mi lecho,
cuando medite en ti en las vigilias de la noche,
7 porque has sido mi socorro
y así en la sombra de tus alas me regocijaré.
8 Está mi alma apegada a ti;
tu diestra me ha sostenido.
9 Pero los que para destrucción buscaron mi alma
caerán en los sitios bajos de la tierra.
10 Los destruirán a filo de espada;
serán presa de los chacales.
11 Pero el rey se alegrará en Dios;
será alabado cualquiera que jura por él,
porque la boca de los que hablan mentira será cerrada.
Abril 21
Los zifeos denuncian a David
1 S. 23.16-24 DHH NIV NBD NVI LBLA
16 Jonatán hijo de Saúl se levantó y vino adonde estaba David, en Hores, y lo reconfortó en Dios17 diciéndole:
—No temas, pues no te hallará la mano de Saúl, mi padre; tú reinarás sobre Israel y yo seré tu segundo. Hasta mi padre Saúl lo sabe.
18 Ambos hicieron un pacto delante de Jehová; David se quedó en Hores y Jonatán se volvió a su casa.19 Después subieron los de Zif para decirle a Saúl en Gabaa:
—¿No está David escondido en nuestra tierra, en las peñas de Hores, en el collado de Haquila, que está al sur del desierto?20 Por tanto, rey, desciende ahora pronto, conforme a tu deseo, y nosotros lo entregaremos en manos del rey.
21 Saúl les respondió:
—Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis tenido compasión de mí.22 Id, pues, ahora, aseguraos más, conoced y ved el lugar de su escondite, y quién lo haya visto allí; porque se me ha dicho que él es muy astuto.23 Observad, pues, e informaos de todos los escondrijos donde se oculta; regresad a mí con información segura y yo iré con vosotros. Si él está en la región, yo lo buscaré entre todas las familias de Judá.
24 Ellos se levantaron y se fueron a Zif delante de Saúl. Pero David y su gente estaban en el desierto de Maón, en el Arabá, al sur del desierto.
Plegaria pidiendo protección contra los enemigos
Salmo de David, cuando vinieron los zifeos y dijeron a Saúl:
¿No está David escondido en nuestra tierra?
Sal. 54.1-7 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Dios, sálvame por tu nombre
y con tu poder defiéndeme.
2 Dios, oye mi oración;
escucha las razones de mi boca,
3 porque extraños se han levantado contra mí
y hombres violentos buscan mi vida;
no han puesto a Dios delante de sí.
4 Dios es el que me ayuda;
el Señor está con los que sostienen mi vida.
5 Él devolverá el mal a mis enemigos.
¡Córtalos, por tu verdad!
6 Voluntariamente sacrificaré a ti;
alabaré tu nombre, Jehová, porque es bueno,
7 porque él me ha librado de toda angustia
y mis ojos han visto la ruina de mis enemigos.
Saúl deja de perseguir a David
1 S. 23.25-28 DHH NIV NBD NVI LBLA
25 Fue Saúl con su gente a buscarlo; pero alguien avisó a David, el cual descendió a la peña y se quedó en el desierto de Maón. Cuando Saúl oyó esto, siguió a David al desierto de Maón.26 Saúl iba por un lado del monte, y David con sus hombres por el otro lado del monte. Se daba prisa David para escapar de Saúl, pero Saúl y sus hombres habían rodeado a David y a su gente para capturarlos.27 Entonces llegó un mensajero y dijo a Saúl:
«Ven en seguida, porque los filisteos han hecho una incursión en el país».
28 Abandonó Saúl, por tanto, la persecución de David, y partió contra los filisteos. Por esta causa le pusieron a aquel lugar el nombre de Sela-hama-lecot.
David perdona la vida a Saúl en En-gadi
1 S. 23.29-24.22 DHH NIV NBD NVI LBLA
29 De allí David se fue a habitar en los lugares fuertes de En-gadi.
1 Cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le avisaron: «David está en el desierto de En-gadi».2 Tomó entonces Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel y salió en busca de David y de sus hombres por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.3 Al llegar a un redil de ovejas junto al camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para hacer sus necesidades. En el fondo de la cueva estaban sentados David y sus hombres.4 Los hombres de David le dijeron:
—Mira, este es el día que Jehová te anunció: “Yo entrego a tu enemigo en tus manos, y harás con él como te parezca”.
David se levantó y, calladamente, cortó la orilla del manto de Saúl.5 Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl.6 Y dijo a sus hombres:
—Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová. ¡No extenderé mi mano contra él, porque es el ungido de Jehová!
7 Con estas palabras reprimió David a sus hombres y no les permitió que se abalanzaran contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino.8 También David se levantó después y, saliendo de la cueva, le gritó a Saúl:
—¡Mi señor, el rey!
Cuando Saúl miró hacia atrás, David se postró rostro en tierra, hizo una reverencia,9 y dijo a Saúl:
—¿Por qué escuchas las palabras de los que dicen: “Mira que David procura tu mal”?10 Hoy han visto tus ojos cómo Jehová te ha puesto en mis manos en la cueva. Me dijeron que te matara, pero te perdoné, pues me dije: “No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Jehová”.
11 »Mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano; porque yo corté la orilla de tu manto y no te maté. Reconoce, pues, que no hay mal ni traición en mis manos, ni he pecado contra ti; sin embargo, tú andas a caza de mi vida para quitármela.12 Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no se alzará contra ti.13 Como dice el proverbio de los antiguos: “De los impíos saldrá la impiedad”; así que mi mano no se alzará contra ti.14 ¿Contra quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga?15 Jehová, pues, será juez, y él juzgará entre tú y yo. Que él vea y sustente mi causa, y me defienda de tu mano.
16 Aconteció que cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, este exclamó:
—¿No es esta tu voz, David, hijo mío?
Alzando su voz, Saúl rompió a llorar,17 y dijo a David:
—Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal.18 Hoy me has mostrado tu bondad; pues Jehová me ha entregado en tus manos y no me has dado muerte.19 Porque ¿quién encuentra a su enemigo y lo deja ir sano y salvo? Jehová te pague con bien lo que en este día has hecho conmigo.20 Ahora tengo por cierto que tú has de reinar, y que el reino de Israel se mantendrá firme y estable en tus manos.21 Ahora, pues, júrame por Jehová que no destruirás mi descendencia después de mí, ni borrarás mi nombre de la casa de mi padre.
22 Así lo juró David a Saúl. Después se fue Saúl a su casa, mientras David y sus hombres subían al lugar fuerte.
Muerte de Samuel
1 S. 25.1 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Por entonces murió Samuel. Todo Israel se congregó para llorarlo y lo sepultaron en su casa, en Ramá. Entonces se levantó David y se fue al desierto de Parán.
David y Abigail
1 S. 25.2-44 DHH NIV NBD NVI LBLA
2 En Maón había un hombre que tenía su hacienda en Carmel. Era muy rico, tenía tres mil ovejas y mil cabras, y estaba esquilando sus ovejas en Carmel.3 Aquel hombre se llamaba Nabal, y su mujer, Abigail. Aquella mujer era de buen entendimiento y hermosa apariencia, pero el hombre era rudo y de mala conducta; era del linaje de Caleb.
4 Supo David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas.5 Entonces envió David diez jóvenes y les dijo: «Subid al Carmel e id a Nabal; saludadlo en mi nombre6 y decidle: “Paz a ti, a tu familia, y paz a todo cuanto tienes.7 He sabido que tienes esquiladores. Ahora bien, tus pastores han estado con nosotros; no los tratamos mal ni les faltó nada en todo el tiempo que han estado en Carmel.8 Pregunta a tus criados y ellos te lo dirán. Hallen, por tanto, estos jóvenes gracia a tus ojos, porque hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tengas a mano a tus siervos y a tu hijo David”».
9 Los jóvenes enviados por David fueron y dijeron a Nabal todas estas cosas en nombre de David, y callaron.10 Pero Nabal respondió a los jóvenes enviados por David:
—¿Quién es David, quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores.11 ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no sé de dónde son?
12 Los jóvenes que había enviado David, dando media vuelta, tomaron el camino de regreso. Cuando llegaron a donde estaba David, le dijeron todas estas cosas.13 Entonces David dijo a sus hombres:
«Cíñase cada uno su espada».
Cada uno se ciñó su espada y también David se ciñó la suya. Subieron tras David unos cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje.14 Pero uno de los criados avisó a Abigail, mujer de Nabal, diciendo: «Mira que David ha enviado mensajeros del desierto para saludar a nuestro amo, y él los ha despreciado.15 Aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros, y cuando estábamos en el campo nunca nos trataron mal, ni nos faltó nada en todo el tiempo que anduvimos con ellos.16 Muro fueron para nosotros de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas.17 Ahora, pues, reflexiona y mira lo que has de hacer, porque ya está decidida la ruina de nuestro amo y de toda su casa; pues él es un hombre tan perverso, que no hay quien pueda hablarle».
18 Tomó Abigail a toda prisa doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco medidas de grano tostado, cien racimos de uvas pasas y doscientos panes de higos secos, y lo cargó todo sobre unos asnos.19 Luego dijo a sus criados:
«Id delante de mí, y yo os seguiré luego».
Pero nada declaró a su marido Nabal.20 Montada en un asno, descendió por una parte secreta del monte, mientras David y sus hombres venían en dirección a ella; y ella les salió al encuentro.
21 David había comentado: «Ciertamente en vano he guardado en el desierto todo lo que este hombre tiene, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha devuelto mal por bien.22 Traiga Dios sobre los enemigos de David el peor de los castigos, que de aquí a mañana no he de dejar con vida ni a uno solo de los que están con él».
23 Cuando Abigail vio a David, se bajó en seguida del asno; inclinándose ante David, se postró en tierra,24 y echándose a sus pies le dijo:
—¡Que caiga sobre mí el pecado!, señor mío, pero te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva.25 No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. Él se llama Nabal, y la insensatez lo acompaña; pero yo, tu sierva, no vi a los jóvenes que tú enviaste.26 Ahora pues, señor mío, ¡vive Jehová, y vive tu alma!, que Jehová te ha impedido venir a derramar sangre y vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran el mal contra mi señor.27 En cuanto a este presente que tu sierva te ha traído, que sea dado a los hombres que siguen a mi señor.28 Te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues Jehová hará de cierto una casa perdurable a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y no vendrá mal sobre ti en todos tus días.29 Aunque alguien se haya levantado para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor será atada al haz de los que viven delante de Jehová tu Dios, mientras que él arrojará las vidas de tus enemigos como quien las tira con el cuenco de una honda.30 Cuando Jehová haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca como príncipe sobre Israel,31 entonces, señor mío, no tendrás motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por haberte vengado con tu propia mano. Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová haya favorecido a mi señor, acuérdate de tu sierva.
32 Entonces David dijo a Abigail:
—Bendito sea Jehová, Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontraras.33 Bendito sea tu razonamiento y bendita tú, que me has impedido hoy derramar sangre y vengarme por mi propia mano.34 Porque, ¡vive Jehová, Dios de Israel!, que me ha impedido hacerte mal, que de no haberte dado prisa en venir a mi encuentro, mañana por la mañana no le habría quedado con vida a Nabal ni un solo hombre.
35 David recibió de sus manos lo que le había traído, y le dijo:
—Sube en paz a tu casa, pues he escuchado tu petición y te la he concedido.
36 Cuando Abigail volvió adonde estaba Nabal, este estaba celebrando en su casa un banquete como de rey. Nabal estaba alegre y completamente ebrio, por lo cual ella no le dijo absolutamente nada hasta el día siguiente.37 Pero por la mañana, cuando ya a Nabal se le habían pasado los efectos del vino, le contó su mujer estas cosas; entonces se le apretó el corazón en el pecho, y se quedó como una piedra.38 Diez días después, Jehová hirió a Nabal, y este murió.39 Luego de oir David que Nabal había muerto, dijo:
«Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de la afrenta que recibí de manos de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo. Jehová ha hecho caer la maldad de Nabal sobre su propia cabeza».
Después mandó David a decir a Abigail que quería tomarla por mujer.40 Los siervos de David se presentaron ante Abigail en Carmel y le hablaron diciendo:
—David nos envía para tomarte por mujer.
41 Ella se levantó, se postró rostro en tierra, y dijo:
—Aquí tienes a tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor.
42 Se levantó luego Abigail y, acompañada de las cinco doncellas que la servían, montó en un asno, siguió a los mensajeros de David, y fue su mujer.
43 También tomó David a Ahinoam de Jezreel, y ambas fueron sus mujeres.44 Porque Saúl había dado a su hija Mical, mujer de David, a Palti hijo de Lais, que era de Galim.
Abril 22
David perdona la vida a Saúl en Zif
1 S. 26.1-25 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Llegaron, pues, los zifeos adonde estaba Saúl, en Gabaa, diciendo: «¿No está David escondido en el collado de Haquila, al oriente del desierto?».2 Entonces Saúl se levantó y descendió al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif.3 Acampó Saúl en el collado de Haquila, que está junto al camino, al oriente del desierto. Andaba David por el desierto, y advirtió que Saúl entraba a perseguirlo en el desierto,4 por lo que envió unos espías, y supo con certeza que Saúl había llegado.5 Se levantó luego David y fue al sitio donde Saúl había acampado. Observó el lugar donde dormían Saúl y Abner hijo de Ner, general de su ejército. Estaba Saúl durmiendo en el campamento, y el pueblo acampaba en derredor suyo.6 Entonces David dijo a Ahimelec, el heteo, y a Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab:
—¿Quién descenderá conmigo al campamento donde está Saúl?
Abisai dijo:
—Yo descenderé contigo.
7 David y Abisai fueron, pues, de noche adonde estaba el ejército. Saúl se hallaba tendido durmiendo en el campamento, con su lanza clavada en tierra a su cabecera; Abner y el ejército estaban tendidos alrededor de él.8 Entonces dijo Abisai a David:
—Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tus manos; ahora, pues, déjame que lo hiera con la lanza: lo clavaré en tierra de un golpe, y no le hará falta un segundo golpe.
9 David respondió a Abisai:
—No lo mates; porque ¿quién extenderá impunemente su mano contra el ungido de Jehová?
10 Dijo además David:
—¡Vive Jehová!, que si Jehová no lo hiriera (sea que le llegue su día y muera, o descienda a la batalla y perezca),11 guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero ahora toma la lanza que está a su cabecera y la vasija de agua, y vámonos.
12 Se llevó, pues, David la lanza y la vasija de agua de la cabecera de Saúl y se fueron. No hubo nadie que los viera, ni se diera cuenta, ni se despertara, pues todos dormían; porque había caído sobre ellos un profundo sueño enviado por Jehová.13 Luego pasó David al lado opuesto y se puso en la cumbre del monte a lo lejos, de manera que había una gran distancia entre ellos.14 Y gritó David al pueblo y a Abner hijo de Ner, diciendo:
—¿No respondes, Abner?
Abner respondió:
—¿Quién eres tú que gritas al rey?
15 Entonces dijo David a Abner:
—¿No eres tú un hombre? ¿Quién hay como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has guardado al rey tu señor? Porque uno del pueblo ha entrado a matar a tu señor el rey.16 Esto que has hecho no está bien. ¡Vive Jehová!, que sois dignos de muerte, porque no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de Jehová. Mira ahora dónde está la lanza del rey y la vasija de agua que tenía a su cabecera.
17 Reconociendo Saúl la voz de David, dijo:
—¿No es esta tu voz, David, hijo mío?
David respondió:
—Sí, es mi voz, rey y señor mío.
18 Y añadió:
—¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mis manos?19 Ruego, pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si es Jehová quien te instiga contra mí, que acepte él la ofrenda; pero si son los hombres, malditos sean ellos en presencia de Jehová, porque me han expulsado hoy para que no tenga parte en la heredad de Jehová, diciéndome: “Ve y sirve a dioses ajenos”.20 Que no caiga, pues, ahora mi sangre en tierra delante de Jehová, porque ha salido el rey de Israel a buscar una pulga, como quien persigue una perdiz por los montes.
21 Entonces dijo Saúl:
—He pecado; vuelve, David, hijo mío, que ya no te haré ningún mal, porque mi vida ha sido estimada preciosa hoy a tus ojos. He obrado neciamente, he cometido un gran error.
22 David respondió:
—Aquí está la lanza del rey; pase acá uno de los criados y tómela.23 Que Jehová pague a cada uno según su justicia y su lealtad, pues Jehová te había entregado hoy en mis manos, pero yo no quise extender mi mano contra el ungido de Jehová.24 Del mismo modo que tu vida ha sido estimada preciosa hoy a mis ojos, así sea mi vida a los ojos de Jehová, y me libre de toda aflicción.
25 Y Saúl dijo a David:
—Bendito seas tú, David, hijo mío; sin duda emprenderás tú cosas grandes, y prevalecerás.
Entonces David siguió su camino, y Saúl regresó a su lugar.
David entre los filisteos
1 S. 27.1-7 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Dijo luego David en su corazón: «Cualquier día de estos voy a morir a manos de Saúl; por tanto, lo mejor será que me fugue a tierra de los filisteos, para que Saúl no se ocupe más de mí y no me siga buscando por todo el territorio de Israel; así escaparé de sus manos».2 Se levantó, pues, David, y con los seiscientos hombres que lo acompañaban se pasó a Aquis hijo de Maoc, rey de Gat.3 Y vivió David con Aquis en Gat, él y sus hombres, cada cual con su familia; David con sus dos mujeres, Ahinoam, la jezreelita, y Abigail, la que fue mujer de Nabal, el de Carmel.4 Saúl recibió la noticia de que David había huido a Gat, y no lo buscó más.
5 David dijo a Aquis:
—Si he hallado gracia ante tus ojos, haz que me den un lugar en alguna de las aldeas para que habite allí; pues ¿por qué ha de vivir tu siervo contigo en la ciudad real?
6 Aquel mismo día Aquis le asignó Siclag, por lo cual Siclag pertenece a los reyes de Judá hasta hoy.
7 El número de los días que David habitó en la tierra de los filisteos ascendió a un año y cuatro meses.
Hombres valientes se unen a David en Siclag
1 Cr. 12.1-7 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Estos son los que vinieron ante David en Siclag, estando él aún encerrado por causa de Saúl hijo de Cis; eran de los valientes que le ayudaron en la guerra.2 Estaban armados de arcos y usaban ambas manos para tirar piedras con la honda y flechas con el arco.
De los hermanos de Saúl de Benjamín,3 el jefe era Ahiezer, después Joás, hijos de Semaa, el gabaatita; Jeziel y Pelet hijos de Azmavet, Beraca y Jehú, el anatotita,4 Ismaías, el gabaonita, valiente entre los treinta, y jefe entre ellos; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad, el gederatita,5 Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías, el harufita,6 Elcana, Isías, Azareel, Joezer y Jasobeam, coreítas,7 y Joela y Zebadías hijos de Jeroham, de Gedor.
Incursiones de David con sus hombres de guerra
1 S. 27.8-28.2 DHH NIV NBD NVI LBLA
8 David subía con sus hombres y hacían incursiones contra los gesuritas, los gezritas y los amalecitas; porque estos habitaban desde hacía largo tiempo la región que se extiende, en dirección a Shur, hasta la tierra de Egipto.9 David asolaba el país, y no dejaba con vida hombre ni mujer; se llevaba las ovejas, las vacas, los asnos, los camellos y las ropas, y regresaba adonde estaba Aquis.10 Y cuando Aquis le preguntaba: «¿Dónde habéis incursionado hoy?», David le respondía: «Por el Neguev de Judá» (o «por el Neguev de Jerameel» o «por el Neguev de los ceneos»).
11 Ni hombre ni mujer dejaba David llegar con vida a Gat, pues decía: «No sea que den aviso de nosotros y digan: “Esto lo hizo David”». Esta fue su costumbre todo el tiempo que vivió en la tierra de los filisteos.12 Pero Aquis confiaba en David, pues pensaba: «Él se ha hecho odioso a su pueblo Israel, y será mi siervo para siempre».
1 Aconteció en aquellos días, que los filisteos reunieron sus fuerzas para pelear contra Israel. Y Aquis dijo a David:
—Ten entendido que has de salir a campaña conmigo, tú y tus hombres.
2 David respondió a Aquis:
—Muy bien, ahora sabrás lo que hará tu siervo.
Aquis dijo a David:
—En ese caso, te haré mi guarda personal mientras viva.
Saúl y la adivina de Endor
1 S. 28.3-25 DHH NIV NBD NVI LBLA
3 Ya Samuel había muerto. Todo Israel lo había lamentado y lo había sepultado en Ramá, su ciudad. Saúl había expulsado de la tierra a los encantadores y adivinos.
4 Se reunieron, pues, los filisteos, y vinieron a acampar en Sunem. Mientras, Saúl reunió a todo Israel y acampó en Gilboa.5 Cuando Saúl vio el campamento de los filisteos, tuvo miedo y se turbó sobremanera su corazón.6 Consultó Saúl a Jehová, pero Jehová no le respondió ni por sueños ni por el Urim ni por los profetas.7 Entonces Saúl dijo a sus criados:
—Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que vaya a consultar por medio de ella.
Sus criados le respondieron:
—Aquí, en Endor, hay una mujer que tiene espíritu de adivinación.
8 Se disfrazó Saúl poniéndose otras vestiduras y, acompañado por dos hombres, se llegó de noche a aquella mujer y le dijo:
—Te ruego que me adivines, por el espíritu de adivinación, y hagas venir a quien yo te diga.
9 La mujer le respondió:
—Bien sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha extirpado de la tierra a los evocadores y a los adivinos. ¿Por qué, pues, me pones esta trampa para hacerme morir?
10 Entonces Saúl le juró por Jehová:
—¡Vive Jehová!, que ningún mal te sobrevendrá por esto.
11 La mujer dijo:
—¿A quién te haré venir?
—Hazme venir a Samuel—respondió él.
12 Al ver la mujer a Samuel, lanzó un grito y dijo a Saúl:
13 —¿Por qué me has engañado?, pues tú eres Saúl.
—No temas. ¿Qué has visto?—le respondió el rey.
—He visto dioses que suben de la tierra—dijo la mujer a Saúl.
14 —¿Cuál es su forma?—le preguntó él.
—Un hombre anciano viene, cubierto de un manto—respondió ella.
Comprendió Saúl que era Samuel, y cayendo rostro en tierra, hizo una gran reverencia.
15 Samuel dijo a Saúl:
—¿Por qué me has inquietado haciéndome venir?
Saúl respondió:
—Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí. Dios se ha apartado de mí y ya no me responde, ni por medio de los profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me digas lo que debo hacer.
16 Samuel respondió:
—¿Para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo?17 Jehová te ha hecho como predijo por medio de mí, pues Jehová ha arrancado el reino de tus manos y lo ha dado a tu compañero, David.18 Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni atendiste al ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy.19 Junto contigo, Jehová entregará a Israel en manos de los filisteos; mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos. Jehová entregará también al ejército de Israel en manos de los filisteos.
20 De repente cayó Saúl en tierra cuan largo era, lleno de temor por las palabras de Samuel. Estaba sin fuerzas, porque no había comido durante todo aquel día y toda aquella noche.21 La mujer se acercó a Saúl, y al ver que estaba muy turbado le dijo:
—Tu sierva ha obedecido a tu voz; he arriesgado mi vida y he cumplido la orden que me diste.22 Te ruego, pues, que tú también oigas la voz de tu sierva; pondré delante de ti un bocado de pan para que comas, a fin de que cobres fuerzas y sigas tu camino.
23 Él rehusó diciendo:
—No comeré.
Pero sus siervos le insistieron junto con la mujer, y él les obedeció. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una cama.24 Aquella mujer tenía en su casa un ternero engordado. Enseguida lo mató, tomó harina, la amasó y coció con ella panes sin levadura.25 Luego sirvió todo aquello a Saúl y sus siervos, quienes, después de haber comido, se levantaron y se fueron aquella misma noche.
Los filisteos desconfían de David
1 S. 29.1-11 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Los filisteos reunieron todas sus fuerzas en Afec, e Israel acampó junto a la fuente que está en Jezreel.2 Mientras los príncipes de los filisteos pasaban revista a sus compañías de a ciento y de a mil hombres, David y sus hombres iban en la retaguardia con Aquis.3 Entonces los príncipes de los filisteos dijeron:
—¿Qué hacen aquí estos hebreos?
Aquis respondió a los príncipes de los filisteos:
—¿No ven que es David, el siervo de Saúl, rey de Israel? Ha estado conmigo por días y años, y no he hallado falta en él desde que se pasó a mi servicio hasta el día de hoy.
4 Entonces los príncipes de los filisteos se enojaron contra él, y le dijeron:
—Despide a este hombre, para que regrese al lugar que le señalaste y no venga con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla se vuelva enemigo nuestro; porque ¿con qué cosa retornaría mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos hombres?5 ¿No es este el David de quien cantaban en las danzas:
“Saúl hirió a sus miles,
y David a sus diez miles”?
6 Entonces Aquis llamó a David y le dijo:
—¡Vive Jehová, tú has sido un hombre recto!, y me ha parecido bien que salgas y entres en el campamento conmigo, porque ninguna cosa mala he hallado en ti desde que viniste a mí hasta el día de hoy; pero no eres grato a los ojos de los príncipes.7 Regresa, pues, y vete en paz, para no desagradar a los príncipes de los filisteos.
8 David dijo a Aquis:
—¿Qué he hecho yo? ¿Qué has hallado en tu siervo desde que entré a tu servicio hasta el día de hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos del rey, mi señor?
9 Aquis respondió a David:
—Sé que has sido bueno ante mis ojos, como un ángel de Dios; pero los príncipes de los filisteos me han dicho: “No venga con nosotros a la batalla”.10 Levántate, pues, de mañana, tú y los siervos de tu señor que han venido contigo, y marchaos de aquí en cuanto amanezca.
11 Se levantaron David y sus hombres de mañana para irse y regresar a la tierra de los filisteos; y los filisteos se fueron a Jezreel.
Hombres valientes de la tribu de Manasés se pasan a David
1 Cr. 12.19-22 DHH NIV NBD NVI LBLA
19 También se pasaron a David algunos de Manasés, cuando fue con los filisteos a la batalla contra Saúl (pero David no los ayudó, porque los jefes de los filisteos, tras deliberar, lo despidieron diciendo: «Con peligro de nuestras cabezas se pasará a su señor Saúl»).20 Así que cuando volvió él a Siclag, se pasaron a él de los de Manasés: Adnas, Jozabad, Jediaiel, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletai, príncipes de millares de los de Manasés.21 Estos ayudaron a David contra la banda de merodeadores, pues todos ellos eran hombres valientes, y fueron capitanes en el ejército.22 Cada día le llegaba ayuda a David, hasta que se formó un gran ejército, como un ejército de Dios.
Abril 23
David derrota a los amalecitas
1 S. 30.1-31 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Cuando David y sus hombres llegaron al tercer día a Siclag, los de Amalec habían invadido el Neguev y Siclag, habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego.2 Se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, del menor hasta el mayor, pero a nadie habían dado muerte, sino que se los llevaron y siguieron su camino.
3 Llegó, pues, David con los suyos a la ciudad, y se encontró que estaba quemada, y que sus mujeres, sus hijos e hijas, habían sido llevados cautivos.4 Entonces David y la gente que lo acompañaba lloraron a voz en cuello, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar.5 Las dos mujeres de David, Ahinoam jezreelita y Abigail, la que fue mujer de Nabal, el de Carmel, también habían sido llevadas cautivas.6 David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues el alma de todo el pueblo estaba llena de amargura, cada uno por sus hijos y por sus hijas. Pero David halló fortaleza en Jehová, su Dios,7 y dijo al sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec:
«Te ruego que me acerques el efod».
Abiatar acercó el efod a David,8 y David consultó a Jehová diciendo:
—¿Perseguiré a esta banda de salteadores? ¿Los podré alcanzar?
Él le dijo:
—Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos.
9 Partió, pues, David, junto a los seiscientos hombres que lo acompañaron, y llegaron hasta el torrente del Besor, donde se quedaron algunos.10 David siguió adelante con cuatrocientos hombres; pues se quedaron atrás doscientos que, cansados, no pudieron pasar el torrente del Besor.11 Hallaron en el campo a un egipcio, al cual trajeron ante David, le dieron pan y comió, y le dieron a beber agua.12 También le dieron un pedazo de masa de higos secos y dos racimos de pasas. Luego que comió, se sintió reanimado, pues no había comido pan ni bebido agua durante tres días y tres noches.13 Entonces le preguntó David:
—¿A quién perteneces, y de dónde eres?
El joven egipcio respondió:
—Soy siervo de un amalecita, y mi amo me abandonó hace tres días porque estaba enfermo.14 Hicimos una incursión a la parte del Neguev que pertenece a los cereteos, al de Judá, y al Neguev de Caleb. También incendiamos Siclag.
15 —¿Me llevarás tú adonde está esa tropa?—le preguntó David.
—Júrame por Dios que no me matarás, ni me entregarás en manos de mi amo, y te llevaré adonde está esa gente—dijo él.
16 Lo llevó, pues; y los encontraron desparramados sobre toda aquella tierra, comiendo, bebiendo y haciendo fiesta, por todo aquel gran botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.17 Y David los batió desde aquella mañana hasta la tarde del día siguiente. Ninguno de ellos escapó, salvo cuatrocientos jóvenes que montaron sobre los camellos y huyeron.
18 Rescató David todo lo que los amalecitas habían tomado, y libró asimismo a sus dos mujeres.19 No les faltó nadie, ni chico ni grande, así de hijos como de hijas, ni nada del robo, de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David.20 Tomó también David todas las ovejas y el ganado mayor. Los que iban delante conduciendo aquel tropel decían: «Este es el botín de David».
21 Llegó David a donde estaban los doscientos hombres que, muy cansados para seguirlo, se habían quedado en el torrente del Besor; y ellos salieron a recibir a David y al pueblo que con él estaba. Cuando David llegó, saludó a la gente en paz.22 Pero todos los malos y perversos que había entre los que iban con David, se pusieron a decir: «Puesto que no han ido con nosotros, no les daremos del botín que hemos recuperado; que cada uno tome a su mujer y a sus hijos y se vaya».23 Pero David dijo:
—No hagáis eso, hermanos míos, con lo que nos ha dado Jehová. Nos ha guardado y ha entregado en nuestras manos a los salteadores que nos atacaron.24 ¿Quién os dará razón en este caso? Porque conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha de ser la parte del que se queda con el bagaje; les tocará por igual.
25 Desde aquel día en adelante fue esto ley y norma en Israel, hasta hoy.
26 Cuando David llegó a Siclag, envió parte del botín a los ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: «Aquí tenéis un presente para vosotros del botín tomado a los enemigos de Jehová».27 Se lo envió a los de Bet-el, Ramot del Neguev, Jatir,28 Aroer, Sifmot, Estemoa,29 Racal, a las ciudades de Jerameel, a las ciudades del ceneo,30 a los de Horma, Corasán, Atac,31 Hebrón, y a todos los lugares donde David había estado con sus hombres.
Muerte de Saúl y de sus hijos
1 S. 31.1-13 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Los filisteos, pues, pelearon contra Israel, y los de Israel, huyendo ante los filisteos, cayeron muertos en el monte Gilboa.2 Los filisteos siguieron de cerca a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl.3 La batalla arreció contra Saúl; lo alcanzaron los flecheros y tuvo mucho miedo de ellos.4 Entonces dijo Saúl a su escudero:
«Saca tu espada y traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos a traspasarme y burlarse de mí».
Pero su escudero no quería, pues tenía gran temor. Tomó entonces Saúl su propia espada y se echó sobre ella.5 Al ver que Saúl había muerto, su escudero se echó también sobre su espada y murió junto con él.6 Así murió Saúl aquel día, junto con sus tres hijos, su escudero, y todos sus hombres.7 Los de Israel que estaban al otro lado del valle y al otro lado del Jordán, al ver que Israel había huido y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades y huyeron. Luego vinieron los filisteos y habitaron en ellas.
8 Aconteció al siguiente día que, al llegar los filisteos a despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus tres hijos tendidos en el monte Gilboa.9 Le cortaron la cabeza y lo despojaron de las armas. Entonces enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos para que llevaran las buenas noticias al templo de sus ídolos y al pueblo.10 Pusieron sus armas en el templo de Astarot y colgaron su cuerpo en el muro de Bet-sán.
11 Cuando los de Jabes de Galaad se enteraron de lo que habían hecho los filisteos con Saúl,12 todos los hombres valientes se levantaron y, caminando toda aquella noche, quitaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet-sán, y llevándolos a Jabes los quemaron allí.13 Tomaron sus huesos, los sepultaron debajo de un árbol en Jabes y ayunaron siete días.
1 Cr. 10.1-14 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Los filisteos pelearon contra Israel; huyeron delante de ellos los israelitas, pues muchos cayeron heridos de muerte en el monte Gilboa.2 Los filisteos siguieron a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl.3 Al concentrar sus ataques contra Saúl, le alcanzaron los flecheros y fue herido por ellos.4 Entonces dijo Saúl a su escudero: «Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y hagan mofa de mí»; pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada y se echó sobre ella.5 Cuando su escudero vio a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada y se mató.6 Así murieron Saúl y sus tres hijos; y toda su casa murió junto con él.7 Al ver todos los de Israel que habitaban en el valle que habían huido las tropas y que Saúl y sus hijos habían muerto, dejaron sus ciudades y huyeron. Vinieron entonces los filisteos y se establecieron en ellas.
8 Sucedió al día siguiente, que al venir los filisteos a despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus hijos tendidos en el monte Gilboa.9 Luego que lo despojaron, tomaron su cabeza y sus armas, y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos para dar la buena noticia a sus ídolos y al pueblo.10 Después pusieron sus armas en el templo de sus dioses y colgaron su cabeza en el templo de Dagón.
11 Cuando oyeron los de Jabes de Galaad lo que habían hecho los filisteos de Saúl,12 se levantaron todos los hombres valientes, tomaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos, y los trajeron a Jabes; enterraron sus huesos debajo de una encina en Jabes, y ayunaron siete días.
13 Así murió Saúl a causa de su rebelión con que pecó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina,14 y no consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí.
David se entera de la muerte de Saúl
2 S. 1.1-16 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Aconteció después de la muerte de Saúl, que vuelto David de derrotar a los amalecitas, estuvo dos días en Siclag.2 Al tercer día, llegó uno del campamento de Saúl, con los vestidos rotos y la cabeza cubierta de tierra. Cuando se presentó ante David, se postró en tierra e una hizo reverencia.3 David le preguntó:
—¿De dónde vienes?
—Me he escapado del campamento de Israel—le respondió él.
4 —¿Qué ha acontecido? Te ruego que me lo digas—le preguntó David.
—El pueblo huyó de la batalla; han caído muchos del pueblo y murieron. También Saúl y su hijo Jonatán murieron—respondió él.
5 Dijo David a aquel joven que le daba la noticia:
—¿Cómo sabes que han muerto Saúl y su hijo Jonatán?
6 El joven que le daba la noticia respondió:
—Casualmente fui al monte Gilboa, y hallé a Saúl que se apoyaba sobre su lanza; tras él venían carros y gente de a caballo.7 Se volvió y al verme me llamó; yo respondí: “Heme aquí”.8 Me preguntó: “¿Quién eres tú?”. Yo le respondí: “Soy amalecita”.9 Luego me dijo: “Te ruego que te acerques y me mates, porque se ha apoderado de mí la angustia; pues aún sigo vivo”.10 Yo entonces me acerqué y lo maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída. Tomé la corona que llevaba sobre su cabeza y el brazalete que tenía en su brazo, y se los he traído aquí a mi señor.
11 Entonces David, tirando de sus vestidos, los rasgó, y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él.12 Lloraron, se lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo de Jehová y por la casa de Israel, pues habían caído al filo de la espada.13 David preguntó luego a aquel joven que le había traído la noticia:
—¿De dónde eres tú?
—Soy hijo de un extranjero, amalecita—respondió él.
14 —¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová?—le dijo David.
15 Entonces llamó David a uno de sus hombres, y le dijo:
—Ve y mátalo.
Él lo hirió, y murió,16 mientras David decía:
—Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues tu misma boca atestiguó contra ti, al decir: “Yo maté al ungido de Jehová”.
Lamento de David por Saúl y Jonatán
2 S. 1.17-27 DHH NIV NBD NVI LBLA
17 David entonó este lamento por Saúl y Jonatán, su hijo,18 y dijo que debía enseñarse a los hijos de Judá. Así está escrito en el libro de Jaser:
19 «¡Ha perecido la gloria de Israel sobre tus alturas!
¡Cómo han caído los valientes!
20 No lo anunciéis en Gat,
ni deis las nuevas en las plazas de Ascalón;
para que no se alegren las hijas de los filisteos,
para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos.
21 »Montes de Gilboa,
ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros,
ni seáis tierras de ofrendas;
porque allí fue desechado el escudo de los valientes,
el escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite.
22 »Sin sangre de los muertos, sin grasa de los valientes,
el arco de Jonatán jamás retrocedía,
ni la espada de Saúl volvió vacía.
23 »Saúl y Jonatán, amados y queridos;
inseparables en la vida, tampoco en su muerte fueron separados;
más ligeros eran que águilas,
más fuertes que leones.
24 »Hijas de Israel, llorad por Saúl,
quien os vestía de escarlata y lino fino,
quien adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro.
25 ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla!
¡Jonatán, muerto en tus alturas!
26 Angustia tengo por ti, Jonatán, hermano mío,
cuán dulce fuiste conmigo.
Más maravilloso me fue tu amor
que el amor de las mujeres.
27 ¡Cómo han caído los valientes,
cómo han perecido las armas de guerra!».
Abril 24
1010-970 a. C. Reinado de David
David es proclamado rey de Judá
2 S. 2.1-7 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Después de esto aconteció que David consultó a Jehová diciendo:
—¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá?
Jehová le respondió:
—Sube.
David volvió a preguntar:
—¿A dónde subiré?
—A Hebrón—le respondió él.
2 David subió allá con sus dos mujeres, Ahinoam, la jezreelita y Abigail, la que fue mujer de Nabal, el de Carmel.3 También llevó David consigo a los hombres que lo acompañaban, cada uno con su familia, los cuales habitaron en las ciudades de Hebrón.4 Luego vinieron los hombres de Judá y ungieron allí a David como rey sobre la casa de Judá.
Cuando avisaron a David que los de Jabes de Galaad habían sepultado a Saúl,5 envió unos mensajeros a los de Jabes de Galaad, diciéndoles: «Benditos seáis vosotros de Jehová, por haber hecho esta obra de misericordia con vuestro señor, con Saúl, dándole sepultura.6 Ahora, pues, que Jehová os trate con misericordia y verdad. También yo os trataré bien por esto que habéis hecho.7 Esfuércense, pues, ahora vuestras manos y sed valientes; pues murió Saúl, vuestro señor, y los de la casa de Judá me han ungido para que sea su rey».
Guerra entre David y la casa de Saúl
2 S. 2.8-3.1 DHH NIV NBD NVI LBLA
8 Pero Abner hijo de Ner, general del ejército de Saúl, tomó a Is-boset hijo de Saúl, lo llevó a Mahanaim9 y lo proclamó rey sobre Galaad, sobre Gesuri, sobre Jezreel, sobre Efraín, sobre Benjamín y sobre todo Israel.10 De cuarenta años era Is-boset hijo de Saúl cuando comenzó a reinar sobre Israel, y reinó dos años. Solamente los de la casa de Judá siguieron a David.11 El número de días que David reinó en Hebrón sobre la casa de Judá fue de siete años y seis meses.
12 Abner hijo de Ner salió de Mahanaim a Gabaón con los siervos de Is-boset hijo de Saúl.13 Joab, hijo de Sarvia y los siervos de David salieron también y los encontraron junto al estanque de Gabaón; se pararon, los unos a un lado del estanque y los otros al otro lado.14 Dijo entonces Abner a Joab:
—Levántense ahora los jóvenes y maniobren delante de nosotros.
Joab respondió:
—Que se levanten.
15 Entonces se levantaron y avanzaron en número igual, doce de Benjamín por Is-boset hijo de Saúl, y doce de los siervos de David.16 Cada uno echó mano de la cabeza de su adversario y metió la espada en el costado de su adversario, y cayeron todos a la vez; por eso aquel lugar, que está en Gabaón, fue llamado «Helcat-hazurim».17 Aquel día se libró una batalla muy reñida, y Abner y los de Israel fueron vencidos por los siervos de David.18 Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisai y Asael. Asael, que era ligero de pies como una gacela del campo,19 se lanzó detrás de Abner, sin apartarse ni a derecha ni a izquierda.20 Abner volvió la vista y dijo:
—¿No eres tú Asael?
—Sí—respondió él.
21 Entonces Abner le dijo:
—Apártate a la derecha o a la izquierda, echa mano de alguno de los hombres y toma para ti sus despojos.
Pero Asael no quiso dejar de perseguirlo.22 Abner volvió a decir a Asael:
—Deja de perseguirme; ¿por qué he de herirte hasta derribarte? ¿Cómo podría levantar entonces mi rostro delante de tu hermano Joab?
23 Como no quiso irse, Abner lo hirió con la empuñadura de la lanza por la quinta costilla. La lanza le salió por la espalda, y cayó muerto allí mismo. Y todos los que venían por aquel lugar donde Asael había caído muerto, se detenían.24 Pero Joab y Abisai persiguieron a Abner. Cuando el sol se puso, llegaron a la colina de Amma, que está delante de Gía, junto al camino del desierto de Gabaón.25 Se agruparon los hijos de Benjamín detrás de Abner, formando un solo ejército, e hicieron un alto en la cumbre de la colina.26 Entonces Abner gritó a Joab diciendo:
—¿Nos devorará la espada perpetuamente? ¿No sabes tú que al cabo todo será amargura? ¿Hasta cuándo esperarás para decir al pueblo que deje de perseguir a sus hermanos?
27 Joab respondió:
—¡Vive Dios!, que de no haber hablado tú, el pueblo habría dejado de perseguir a sus hermanos solo en la mañana.
28 Entonces Joab tocó el cuerno: todo el pueblo se detuvo y no persiguió más a los de Israel, ni peleó más.29 Abner y los suyos caminaron por el Arabá toda aquella noche, pasaron el Jordán, cruzaron por todo Bitrón y llegaron a Mahanaim.
30 Joab también dejó de perseguir a Abner y reunió a todo el pueblo. De los siervos de David faltaron Asael y diecinueve hombres.31 Pero los siervos de David hirieron a trescientos sesenta de los hombres de Benjamín y de Abner, los cuales murieron.
32 Tomaron luego a Asael y lo sepultaron en el sepulcro de su padre en Belén. Después de caminar toda aquella noche, Joab y sus hombres llegaron a Hebrón al amanecer.
1 Hubo una larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; pero David se iba fortaleciendo, mientras que la casa de Saúl se iba debilitando.
Abner pacta con David en Hebrón
2 S. 3.6-21 DHH NIV NBD NVI LBLA
6 Como había guerra entre la casa de Saúl y la de David, aconteció que Abner se fortalecía cada vez más en la casa de Saúl.7 Había tenido Saúl una concubina llamada Rizpa, hija de Aja. E Is-boset dijo a Abner:
—¿Por qué te has llegado a la concubina de mi padre?
8 Abner se enojó mucho por las palabras de Is-boset, y le dijo:
—¿Acaso soy un perro al servicio de Judá? Hasta hoy he tenido misericordia con la casa de Saúl, tu padre, con sus hermanos y con sus amigos, y no te he entregado en manos de David; ¿y ahora tú me acusas de haber pecado con esta mujer?9 Traiga Dios sobre Abner el peor de los castigos, si no hago como Jehová ha jurado a David,10 que trasladará el reino de la casa de Saúl, y que confirmará el trono de David sobre Israel y sobre Judá, desde Dan hasta Beerseba.
11 Is-boset no fue capaz de responder una palabra a Abner, porque le temía.12 Entonces envió Abner mensajeros a David para que de su parte le dijeran: «¿De quién es la tierra?». Y también: «Haz pacto conmigo, y mi mano estará contigo para que vuelva a ti todo Israel».
13 David respondió:
—Bien; haré pacto contigo, pero una cosa te pido: No te presentes ante mí sin que primero traigas a Mical, la hija de Saúl, cuando vengas a verme.
14 Después de esto envió David mensajeros a Is-boset hijo de Saúl, diciendo: «Restitúyeme a Mical, mi mujer, la cual desposé por cien prepucios de filisteos».
15 Entonces Is-boset mandó a quitársela a su marido Paltiel hijo de Lais.16 Su marido fue con ella, siguiéndola y llorando hasta Bahurim. Pero Abner le dijo: «¡Anda, vuélvete!». Y él se volvió.
17 Entonces habló Abner con los ancianos de Israel, y les dijo: «Ya hace tiempo que procurabais que David fuera vuestro rey.18 Ahora, pues, hacedlo; porque Jehová ha dicho a David: “Por medio de mi siervo David libraré a mi pueblo Israel de manos de los filisteos, y de manos de todos sus enemigos”».
19 Habló también Abner a los de Benjamín, y luego fue a Hebrón a decirle a David todo lo que parecía bien a los de Israel y a toda la casa de Benjamín.20 Abner, acompañado de veinte hombres, llegó adonde estaba David en Hebrón, y David le ofreció un banquete a Abner y a los que con él habían venido.21 Abner dijo a David:
—Me levantaré e iré a reunir a todo Israel junto a mi señor, el rey; harán un pacto contigo, y reinarás como lo desea tu corazón.
Luego David despidió a Abner, que se fue en paz.
Joab mata a Abner
2 S. 3.22-39 DHH NIV NBD NVI LBLA
22 Llegaron entonces del campo los siervos de David y Joab, y traían consigo un gran botín. Pero Abner no estaba con David en Hebrón, pues ya lo había despedido, y él se había ido en paz.23 Apenas llegó Joab con todo el ejército que lo acompañaba, le avisaron a Joab que Abner hijo de Ner había venido ante el rey, y que se había marchado en paz luego de haberlo despedido.24 Entonces Joab se presentó al rey y le dijo:
«¿Qué has hecho? Abner vino ante ti; ¿por qué, pues, dejaste que se fuera?25 Tú conoces a Abner hijo de Ner. No ha venido sino para engañarte, para enterarse de tus idas y venidas y saber todo lo que tú haces».
26 Joab salió de la presencia de David y envió mensajeros en busca de Abner, los cuales lo hicieron volver desde el pozo de Sira, sin que David lo supiera.27 Cuando Abner volvió a Hebrón, Joab lo llevó aparte, a un lado de la puerta, como para hablar con él en secreto; y allí, en venganza por la muerte de su hermano Asael, lo hirió a la altura de la quinta costilla, y lo mató.28 Después, cuando David lo supo, dijo: «Yo y mi reino somos inocentes delante de Jehová, para siempre, de la sangre de Abner hijo de Ner.29 Caiga sobre la cabeza de Joab, y sobre toda la casa de su padre; que nunca falte en la casa de Joab quien padezca flujo de sangre, ni leproso, ni quien ande con bastón, ni quien muera a espada, ni quien padezca hambre».
30 Así pues, Joab y su hermano Abisai mataron a Abner, porque él había dado muerte a Asael, hermano de ellos, en la batalla de Gabaón.
31 Después dijo David a Joab y a todo el pueblo que con él estaba: «Rasgad vuestros vestidos, ceñíos de ropas ásperas y haced duelo delante de Abner». Y el rey David iba detrás del féretro32 cuando sepultaron a Abner en Hebrón. Alzando la voz, el rey lloró junto al sepulcro de Abner, y lloró también todo el pueblo.33 Entonces el rey entonó este lamento por Abner:
«¿Había de morir Abner como muere un villano?
34 Tus manos no estaban atadas
ni tus pies sujetos con grillos.
Caíste como los que caen ante malhechores».
Y todo el pueblo volvió a llorar por él.35 Entonces todo el pueblo vino a persuadir a David para que comiera antes que acabara el día. Pero David juró diciendo: «Traiga Dios sobre mí el peor de los castigos, si antes que se ponga el sol pruebo yo pan o cualquiera otra cosa».
36 Todo el pueblo lo supo y le agradó; pues todo lo que el rey hacía agradaba a todo el pueblo.37 Y supo aquel día todo el pueblo y todo Israel, que el rey no había tenido participación en la muerte de Abner hijo de Ner.38 También dijo el rey a sus siervos: «¿No sabéis que un príncipe y un grande ha caído hoy en Israel?39 Aunque ungido rey, me siento débil hoy; pero estos hombres, los hijos de Sarvia, son más duros que yo. ¡Que Jehová le pague al que mal hace conforme a su maldad!».
Is-boset es asesinado
2 S. 4.1-12 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Luego que el hijo de Saúl supo que Abner había muerto en Hebrón, las manos se le debilitaron, y todo Israel se sintió atemorizado.2 Con el hijo de Saúl estaban dos hombres, capitanes de bandas de salteadores; el nombre de uno era Baana, y el del otro, Recab, hijos de Rimón, el beerotita, de los hijos de Benjamín (porque Beerot era también contado con Benjamín,3 pues los beerotitas habían huido a Gitaim, y viven allí como forasteros hasta hoy).
4 Jonatán hijo de Saúl tenía un hijo lisiado de los pies. Tenía cinco años de edad cuando llegó de Jezreel la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán; su nodriza lo tomó y huyó, pero mientras huía apresuradamente, se le cayó el niño y quedó cojo. Su nombre era Mefi-boset.
5 Los hijos de Rimón beerotita, Recab y Baana, se pusieron en camino, y a la hora de más calor, entraron en casa de Is-boset, que estaba durmiendo la siesta en su alcoba.6 La portera de la casa se había quedado dormida mientras estaba limpiando el trigo; y fue así como Recab y Baana, su hermano, se introdujeron en la casa.7 Cuando entraron en la casa, Is-boset dormía sobre su lecho en la alcoba; lo hirieron y lo mataron; luego le cortaron la cabeza y tomándola caminaron toda la noche por el camino del Arabá.8 Llevaron la cabeza de Is-boset a David en Hebrón, y le dijeron al rey:
—Aquí tienes la cabeza de Is-boset hijo de Saúl, tu enemigo, que procuraba matarte. Jehová ha vengado hoy a mi señor, el rey, de Saúl y de su linaje.
9 David respondió a Recab y a su hermano Baana, hijos de Rimón beerotita, y les dijo:
—¡Vive Jehová!, que ha redimido mi alma de toda angustia.10 Al que me dio la noticia de que Saúl había muerto, imaginándose que traía buenas noticias, yo lo prendí y lo maté en Siclag, como pago por esa noticia.11 ¿Cuánto más a los malos hombres que mataron a un hombre justo en su casa y sobre su cama? Ahora, pues, ¿no he de demandar yo su sangre de vuestras manos, y quitaros de la tierra?
12 Entonces David dio una orden a sus servidores, que los mataron, les cortaron las manos y los pies y los colgaron junto al estanque de Hebrón. Luego tomaron la cabeza de Is-boset, y la enterraron en el sepulcro de Abner, en Hebrón.
Abril 25
David es proclamado rey de Israel
2 S. 5.1-5 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Vinieron todas las tribus de Israel adonde estaba David en Hebrón y le dijeron: «Mira, hueso tuyo y carne tuya somos.2 Aun antes de ahora, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú quien sacabas a Israel a la guerra, y lo volvías a traer. Además, Jehová te ha dicho: “Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás quien gobierne a Israel”».
3 Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel ante el rey en Hebrón. El rey David hizo un pacto con ellos allí delante de Jehová; y ungieron a David como rey de Israel.4 Tenía David treinta años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años.5 Reinó en Hebrón sobre Judá durante siete años y seis meses, y reinó en Jerusalén treinta y tres años sobre todo Israel y Judá.
1 Cr. 11.1-3 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Entonces todo Israel se congregó en torno a David en Hebrón, y le dijeron: «Nosotros somos tu hueso y tu carne.2 También antes de ahora, mientras Saúl reinaba, tú eras quien sacaba a la guerra a Israel, y lo volvías a traer. También Jehová tu Dios te ha dicho: “Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás príncipe sobre Israel, mi pueblo”».
3 Y vinieron todos los ancianos de Israel ante el rey, en Hebrón; David hizo un pacto con ellos delante de Jehová, y ungieron a David como rey sobre Israel, por medio de Samuel, conforme a la palabra de Jehová.
El ejército de David
1 Cr. 12.23-40 DHH NIV NBD NVI LBLA
23 Este es el número de los principales que estaban listos para la guerra, y llegaron a David en Hebrón para traspasarle el reino de Saúl, conforme a la palabra de Jehová:24 De los hijos de Judá que traían escudo y lanza, seis mil ochocientos estaban listos para la guerra.25 De los hijos de Simeón, siete mil cien hombres, valientes y esforzados para la guerra.26 De los hijos de Leví, cuatro mil seiscientos;27 asimismo Joiada, príncipe de los del linaje de Aarón, y con él tres mil setecientos hombres,28 y Sadoc, joven valiente y esforzado, con veintidós de los principales de la casa de su padre.29 De los hijos de Benjamín, hermanos de Saúl, tres mil; porque hasta entonces muchos de ellos se mantenían fieles a la casa de Saúl.30 De los hijos de Efraín, veinte mil ochocientos, muy valientes, hombres ilustres en las casas de sus padres.31 De la media tribu de Manasés, dieciocho mil, los cuales fueron designados para ir a proclamar a David como rey.32 De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, y cuyas órdenes seguían todos sus hermanos.33 De Zabulón, cincuenta mil, que salían a la campaña prontos para la guerra, con toda clase de armas de guerra y dispuestos a pelear sin doblez de corazón.34 De Neftalí, mil capitanes, y con ellos treinta y siete mil con escudo y lanza.35 De los de Dan, dispuestos a pelear, veintiocho mil seiscientos.36 De Aser, dispuestos para la guerra y preparados para pelear, cuarenta mil.37 Y del otro lado del Jordán, de los rubenitas y gaditas y de la media tribu de Manasés, ciento veinte mil con toda clase de armas de guerra.
38 Todos estos hombres de guerra, dispuestos para guerrear, fueron con corazón perfecto a Hebrón, para poner a David como rey sobre todo Israel; asimismo todos los demás de Israel estaban de acuerdo en poner a David como rey.39 Y estuvieron allí con David tres días comiendo y bebiendo, porque sus hermanos habían provisto para ellos.40 También los que les eran vecinos, hasta Isacar y Zabulón y Neftalí, trajeron víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes; provisión de harina, tortas de higos, pasas, vino y aceite, y bueyes y ovejas en abundancia, porque en Israel había alegría.
David toma la fortaleza de Sión
2 S. 5.6-9 DHH NIV NBD NVI LBLA
6 El rey y sus hombres marcharon sobre Jerusalén, contra los jebuseos que habitaban en aquella tierra, los cuales le dijeron a David: «Tú no entrarás aquí, pues aun los ciegos y los cojos te echarán» (queriendo decir: David no puede entrar aquí).7 Pero David tomó la fortaleza de Sión, que es la ciudad de David.8 David había dicho aquel día: «Todo el que ataque a los jebuseos, que suba por el canal y hiera a los cojos y ciegos, a los cuales aborrece el alma de David». De aquí el dicho: «Ni ciego ni cojo entrará en la Casa».9 David se instaló en la fortaleza y le puso por nombre la Ciudad de David. Edificó una muralla en derredor, desde Milo hacia el interior.
1 Cr. 11.4-9 DHH NIV NBD NVI LBLA
4 Entonces se fue David con todo Israel a Jerusalén, la cual es Jebús; y los jebuseos habitaban en aquella tierra.5 Y los habitantes de Jebús dijeron a David: «No entrarás acá». Pero David tomó la fortaleza de Sión, que es la Ciudad de David.6 David había dicho: «El que primero derrote a los jebuseos será cabeza y jefe». Entonces Joab hijo de Sarvia subió el primero, y fue hecho jefe.7 Se instaló David en la fortaleza, y por esto la llamaron la Ciudad de David.8 Edificó la ciudad alrededor, desde Milo hasta el muro; y Joab reparó el resto de la ciudad.9 Y David iba adelantando y creciendo, y Jehová de los ejércitos estaba con él.
Hiram envía embajadores a David
2 S. 5.10-12 DHH NIV NBD NVI LBLA
10 E iba David adelantando y engrandeciéndose, y Jehová Dios de los ejércitos estaba con él.
11 También Hiram, rey de Tiro, envió embajadores a David, así como madera de cedro, carpinteros y canteros para los muros, los cuales edificaron la casa de David.12 David supo entonces que Jehová lo había confirmado como rey de Israel, y que había engrandecido su reino por amor de su pueblo Israel.
1 Cr. 14.1,2 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Hiram, rey de Tiro, envió a David embajadores y madera de cedro, y albañiles y carpinteros, para que le edificaran una casa.2 Entonces entendió David que Jehová lo había confirmado como rey sobre Israel, pues había exaltado su reino sobre su pueblo Israel.
David derrota a los filisteos
2 S. 5.17-25 DHH NIV NBD NVI LBLA
17 Cuando los filisteos oyeron que David había sido ungido como rey de Israel, subieron todos para buscar a David. David lo supo y descendió a la fortaleza.18 Llegaron los filisteos y se desplegaron por el valle de Refaim.19 Entonces consultó David a Jehová, diciendo:
—¿Iré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?
Respondió Jehová a David:
—Ve, porque ciertamente entregaré a los filisteos en tus manos.
20 Llegó David a Baal-perazim. Allí los venció David, y dijo: «Jehová me abrió brecha entre mis enemigos, como corriente impetuosa». Por esto llamó el nombre de aquel lugar Baal-perazim.21 Los filisteos dejaron allí sus ídolos, y David y sus hombres los quemaron.
22 Los filisteos vinieron otra vez y se desplegaron en el valle de Refaim.23 David consultó a Jehová, y él respondió:
—No subas, sino rodéalos y atácalos frente a las balsameras.24 Y cuando oigas ruido como de marcha por las copas de las balsameras, entonces atacarás, porque Jehová saldrá delante de ti para derrotar el campamento de los filisteos.
25 David lo hizo así, como Jehová se lo había mandado; e hirió a los filisteos desde Geba hasta llegar a Gezer.
1 Cr. 14.8-17 DHH NIV NBD NVI LBLA
8 Cuando oyeron los filisteos que David había sido ungido rey sobre todo Israel, subieron todos en busca de David. Lo supo David y salió contra ellos.9 Los filisteos llegaron y se extendieron por el valle de Refaim.10 Entonces David consultó a Dios, diciendo:
—¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?
Jehová le respondió:
—Sube, porque yo los entregaré en tus manos.
11 Subieron, pues, a Baal-perazim, y allí los derrotó David. Dijo luego David: «Dios abrió una brecha entre mis enemigos por mi mano, como un torrente de agua». Por esto llamaron el nombre de aquel lugar Baal-perazim.12 Dejaron allí sus dioses, y David dijo que los quemaran.
13 Volvieron los filisteos a extenderse por el valle,14 y volvió David a consultar a Dios, y Dios le dijo: «No subas tras ellos, sino rodéalos y atácalos frente a las balsameras.15 Cuando oigas venir un estruendo por las copas de las balsameras, sal a la batalla, porque Dios saldrá delante de ti y herirá el ejército de los filisteos».
16 Hizo, pues, David como Dios le mandó, y derrotaron al ejército de los filisteos desde Gabaón hasta Gezer.17 Y la fama de David se divulgó por todas aquellas tierras; y Jehová puso el temor de David sobre todas las naciones.
Abril 26
Cántico de liberación de David
2 S. 22.1-51 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Dirigió David a Jehová las palabras de este cántico el día que Jehová lo libró de manos de Saúl y de todos sus enemigos.2 Dijo:
«Jehová es mi roca, mi fortaleza y mi libertador;
3 Mi Dios, fortaleza mía, en él confiaré;
mi escudo y el fuerte de mi salvación,
mi alto refugio, mi salvador.
De violencia me libraste.
4 Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado,
y seré salvo de mis enemigos.
5 »Me envolvieron las olas de la muerte,
me atemorizaron torrentes de perversidad.
6 Me rodearon los lazos del seol.
Tendieron sobre mí lazos de muerte.
7 En mi angustia invoqué a Jehová,
a mi Dios clamé
y escuchó mi voz desde su templo.
Mi clamor llegó a sus oídos.
8 »La tierra fue sacudida y tembló,
se conmovieron los cimientos de los cielos.
Se estremecieron porque él se indignó.
9 Humo subió de su nariz,
y de su boca un fuego abrasador
que lanzaba carbones encendidos.
10 Inclinó los cielos y descendió;
había tinieblas debajo de sus pies.
11 Cabalgó sobre un querubín y voló;
voló sobre las alas del viento.
12 Se envolvió en un cerco de tinieblas,
oscuridad de aguas y densas nubes.
13 Por el resplandor de su presencia
se encendieron carbones ardientes.
14 »Tronó Jehová desde los cielos,
el Altísimo hizo oir su voz;
15 Envió sus flechas y los dispersó,
lanzó relámpagos y los destruyó.
16 Aparecieron entonces los torrentes de las aguas,
quedaron al descubierto los cimientos del mundo
ante la reprensión de Jehová,
al soplo del aliento de su nariz.
17 »Envió desde lo alto y me tomó.
Me sacó de caudalosas aguas.
18 Me libró de un poderoso enemigo,
y de los que me aborrecían,
aunque eran más fuertes que yo.
19 Me asaltaron el día de mi desgracia,
mas Jehová fue mi apoyo.
20 Me sacó a lugar espacioso,
me libró porque me amaba.
21 »Jehová me recompensa conforme a mi justicia.
Conforme a la limpieza de mis manos me ha premiado:
22 porque he guardado los caminos de Jehová,
y no me aparté de mi Dios haciendo el mal;
23 pues todos sus decretos están delante de mí
y nunca me aparté de sus preceptos.
24 Fui recto para con él,
y me he guardado de mi maldad.
25 Jehová me recompensa conforme a mi justicia,
conforme a la limpieza de mis manos ante sus ojos.
26 »Con el misericordioso te mostrarás misericordioso,
y recto para con el hombre íntegro.
27 Limpio te mostrarás con el limpio,
y rígido serás con el perverso.
28 Tú salvas al pueblo afligido,
mas tus ojos abaten a los altivos.
29 Tú eres, oh Jehová, mi lámpara;
mi Dios, que alumbra mis tinieblas.
30 Contigo desbarataré ejércitos,
con mi Dios asaltaré muros.
31 »El camino de Dios es perfecto
y acrisolada la palabra de Jehová.
Escudo es a todos los que en él esperan.
32 Porque ¿quién es Dios, sino sólo Jehová?
¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?
33 Dios es el que me ciñe de fuerza,
quien despeja mi camino,
34 quien hace mis pies como de ciervas
y me sostiene firme en las alturas;
35 el que adiestra mis manos para la batalla,
y mis brazos para que se doble el arco de bronce.
36 Me diste el escudo de tu salvación,
y tu benignidad me ha engrandecido.
37 Ensanchaste mis pasos debajo de mí,
y mis pies no han resbalado.
38 »Perseguiré a mis enemigos y los destruiré,
no vuelvo hasta haberlos acabado.
39 Los heriré y derrotaré, de modo que no se levanten.
Caerán debajo de mis pies.
40 Me ceñiste de fuerzas para la pelea,
has humillado debajo de mí a mis enemigos,
41 y has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas,
para que yo destruyera a los que me aborrecen.
42 Clamaron, pero nadie los salvó;
también a Jehová, mas no los oyó.
43 Como a polvo de la tierra los molí,
como a lodo de las calles los pisé y los trituré.
44 Me has librado de las contiendas del pueblo,
me guardaste para que fuera cabeza de naciones,
pueblo que no conocía me servirá.
45 Los hijos de extraños se someterán a mí.
Al oir de mí, me obedecerán.
46 Los extraños se debilitarán
y saldrán temblando de sus refugios.
47 »¡Viva Jehová! ¡Bendita sea mi roca!,
y engrandecido sea el Dios de mi salvación.
48 El Dios que venga mis agravios
y somete pueblos a mis plantas.
49 El que me libera de enemigos,
me exalta sobre los que se levantan contra mí
y me libra del hombre violento.
50 Por eso te confesaré entre las naciones
y cantaré, oh Jehová, a tu nombre.
51 Él salva gloriosamente a su rey,
y usa de misericordia para con su ungido,
a David y a su descendencia para siempre».
Acción de gracias por la victoria
Salmo de David, el cual dirigió a Jehová las palabras de este cántico el día que lo libró Jehová de manos de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl.
Sal. 18.1-50 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Te amo, Jehová, fortaleza mía.
2 Jehová, roca mía y castillo mío, mi libertador;
Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;
mi escudo y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.
3 Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado,
y seré salvo de mis enemigos.
4 Me rodearon los lazos de la muerte
y los torrentes de la destrucción me atemorizaron.
5 Los lazos del seol me han rodeado,
me tendieron redes de muerte.
6 En mi angustia invoqué a Jehová
y clamé a mi Dios.
Él oyó mi voz desde su Templo
y mi clamor llegó hasta sus oídos.
7 La tierra fue conmovida y tembló;
se conmovieron los cimientos de los montes
y se estremecieron, porque se indignó él.
8 Humo subió de su nariz
y de su boca fuego consumidor;
carbones fueron por él encendidos.
9 Inclinó los cielos y descendió,
y había densas tinieblas debajo de sus pies.
10 Cabalgó sobre un querubín y voló;
voló sobre las alas del viento.
11 Puso tinieblas por su escondite, por cortina suya alrededor de sí;
oscuridad de aguas, nubes de los cielos.
12 Por el resplandor de su presencia, pasaron sus nubes:
granizo y carbones ardientes.
13 Tronó en los cielos Jehová,
el Altísimo dio su voz:
granizo y carbones de fuego.
14 Envió sus saetas y los dispersó;
lanzó relámpagos y los destruyó.
15 Entonces aparecieron los abismos de las aguas
y quedaron al descubierto los cimientos del mundo:
a tu reprensión, Jehová,
por el soplo del aliento de tu nariz.
16 Envió desde lo alto y me tomó,
me sacó de las muchas aguas.
17 Me libró de mi poderoso enemigo
y de los que me aborrecían, pues eran más fuertes que yo.
18 Me asaltaron en el día de mi desgracia,
pero Jehová fue mi apoyo.
19 Me sacó a lugar espacioso;
me libró, porque se agradó de mí.
20 Jehová me ha premiado conforme a mi justicia;
conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado,
21 porque yo he guardado los caminos de Jehová,
y no me aparté impíamente de mi Dios,
22 pues todos sus juicios estuvieron delante de mí
y no me he apartado de sus estatutos.
23 Fui recto para con él
y me he guardado de hacer lo malo,
24 por lo cual me ha recompensado Jehová conforme a mi justicia,
conforme a la limpieza de mis manos delante de sus ojos.
25 Con el misericordioso te mostrarás misericordioso,
y recto con el hombre íntegro.
26 Limpio te mostrarás con el limpio
y severo serás para con el tramposo,
27 porque tú salvarás al pueblo afligido
y humillarás los ojos altivos.
28 Tú encenderás mi lámpara;
Jehová, mi Dios, alumbrará mis tinieblas.
29 Contigo desbarataré ejércitos
y con mi Dios asaltaré ciudades amuralladas.
30 En cuanto a Dios, perfecto es su camino
y acrisolada la palabra de Jehová;
escudo es a todos los que en él esperan.
31 ¿Quién es Dios sino sólo Jehová?
¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?
32 Dios es el que me reviste de poder
y quien hace perfecto mi camino;
33 quien hace mis pies como de venados
y me hace estar firme sobre mis alturas;
34 quien adiestra mis manos para la batalla,
para tensar con mis brazos el arco de bronce.
35 Me diste asimismo el escudo de tu salvación;
tu diestra me sustentó
y tu benignidad me ha engrandecido.
36 Ensanchaste mis pasos debajo de mí
y mis pies no han resbalado.
37 Perseguí a mis enemigos y los alcancé;
no volví hasta acabarlos.
38 Los herí de modo que no se levantaran;
cayeron debajo de mis pies,
39 pues me has revestido de fuerzas para el combate;
has humillado a mis enemigos debajo de mí.
40 Has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas,
para que yo destruya a los que me odian.
41 Clamaron, y no hubo quien salvara;
aun a Jehová, pero no los oyó.
42 Los molí como polvo delante del viento;
los lancé afuera como a lodo de las calles.
43 Me has librado de las contiendas del pueblo;
me has hecho cabeza de las naciones;
pueblo que yo no conocía me sirvió.
44 Al oir de mí, me obedecieron;
los hijos de extraños se sometieron a mí.
45 Los extraños se debilitaron
y salieron temblando de sus encierros.
46 ¡Viva Jehová y bendita sea mi roca!
Y enaltecido sea el Dios de mi salvación,
47 el Dios que venga mis agravios
y somete pueblos debajo de mí,
48 el que me libra de mis enemigos
e incluso me eleva sobre los que se levantan contra mí.
Me libraste de hombre violento.
49 Por tanto yo te confesaré entre las naciones, Jehová,
y cantaré a tu nombre.
50 Grandes triunfos da a su rey
y hace misericordia a su ungido,
a David y a su descendencia para siempre.
Abril 27
David propone trasladar el Arca a Jerusalén
1 Cr. 13.1-4 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Entonces David consultó con los capitanes de millares y de centenas, y con todos los jefes.2 Y dijo David a toda la asamblea de Israel: «Si os parece bien y si es la voluntad de Jehová, nuestro Dios, enviaremos a todas partes por nuestros hermanos que han quedado en todas las tierras de Israel, y por los sacerdotes y levitas que están con ellos en sus ciudades y ejidos, para que se reúnan con nosotros;3 y traigamos el Arca de nuestro Dios junto a nosotros, porque desde el tiempo de Saúl no hemos hecho caso de ella».
4 Y dijo toda la asamblea que se hiciera así, porque el asunto parecía bien a todo el pueblo.
David intenta llevar el Arca a Jerusalén
2 S. 6.1-11 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 David volvió a reunir a todos los escogidos de Israel, treinta mil hombres.2 Se levantó David y partió de Baala de Judá con todo el pueblo que lo acompañaba para trasladar de allí el Arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre de Jehová de los ejércitos, que tiene su trono entre los querubines.3 Pusieron el Arca de Dios sobre un carro nuevo, y se la llevaron de la casa de Abinadab, que estaba en la colina. Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban el carro nuevo.4 Mientras se llevaban de la casa de Abinadab, que estaba en la colina, el Arca de Dios, Ahío iba delante del Arca.5 David y toda la casa de Israel danzaban delante de Jehová con toda clase de instrumentos de madera de haya, con arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos.6 Cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió su mano hacia el Arca de Dios y la sostuvo, pues los bueyes tropezaban.7 Entonces el furor de Jehová se encendió contra Uza: allí mismo lo hirió Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al Arca de Dios.
8 David se entristeció por haber herido Jehová a Uza, y fue llamado aquel lugar Pérez-uza, hasta el día de hoy.9 Y temiendo David a Jehová aquel día, dijo: «¿Cómo ha de entrar en mi casa el Arca de Jehová?».10 De modo que David no quiso llevar a su casa, a la ciudad de David, el Arca de Jehová, sino que la hizo llevar a casa de Obed-edom, el geteo.11 Y estuvo el Arca de Jehová en casa de Obed-edom, el geteo, tres meses; y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa.
1 Cr. 13.5-14 DHH NIV NBD NVI LBLA
5 Entonces David reunió a todo Israel, desde Sihor de Egipto hasta la entrada de Hamat, para que trajeran el Arca de Dios desde Quiriat-jearim.6 Y subió David con todo Israel a Baala de Quiriat-jearim, que está en Judá, para trasladar de allí el Arca de Jehová Dios, que habita entre los querubines, sobre la cual su nombre es invocado.7 Y llevaron el Arca de Dios de la casa de Abinadab en un carro nuevo; y Uza y Ahío guiaban el carro.8 David y todo Israel se regocijaban delante de Dios con todas sus fuerzas, con cánticos, arpas, salterios, tamboriles, címbalos y trompetas.9 Pero cuando llegaron a la era de Quidón, Uza extendió su mano hacia al Arca para sostenerla, porque los bueyes tropezaban.10 Se encendió contra Uza el furor de Jehová, y lo hirió, porque había extendido su mano hacia el Arca; y murió allí delante de Dios.
11 David tuvo pesar, porque Jehová había castigado a Uza; por lo que llamó a aquel lugar Pérez-uza, hasta el día de hoy.12 Y David temió a Dios aquel día, y dijo: «¿Cómo he de llevar a mi casa el Arca de Dios?».13 Y no trasladó David el Arca a su casa, a la ciudad de David, sino que la llevó a casa de Obed-edom, el geteo.14 El Arca de Dios estuvo tres meses en la casa de la familia de Obed-edom; y bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo cuanto tenía.
David lleva el Arca a Jerusalén
2 S. 6.12-23 DHH NIV NBD NVI LBLA
12 Cuando se le avisó al rey David: «Jehová ha bendecido la casa de Obed-edom y todo lo que tiene a causa del Arca de Dios», fue David y trasladó con alegría el Arca de Dios de casa de Obed-edom a la ciudad de David.13 Y cuando los que llevaban el Arca de Dios habían dado seis pasos, él sacrificó un buey y un carnero engordado.
14 David, vestido con un efod de lino, danzaba con todas sus fuerzas delante de Jehová.15 Así, con júbilo y sonidos de trompeta, David y toda la casa de Israel conducían el Arca de Jehová.
16 Cuando el Arca de Jehová llegaba a la ciudad de David, aconteció que Mical, hija de Saúl, miró desde una ventana, y al ver al rey David que saltaba y danzaba delante de Jehová, lo despreció en su corazón.
17 Metieron, pues, el Arca de Jehová, y la pusieron en su lugar, en medio de una tienda que David le había levantado; y sacrificó David holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehová.18 Cuando David acabó de ofrecer los holocaustos y ofrendas de paz, bendijo al pueblo en el nombre de Jehová de los ejércitos.19 Después repartió a todo el pueblo y a toda la multitud de Israel, tanto a hombres como a mujeres, un pan a cada uno, un pedazo de carne y una torta de pasas. Y se fue todo el pueblo, cada uno a su casa.
20 Volvió luego David para bendecir su casa; y salió a recibirlo Mical, y le dijo:
—¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un cualquiera!
21 Entonces David respondió a Mical:
—Fue delante de Jehová, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme como príncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante de Jehová.22 Y me humillaré aún más que esta vez; me rebajaré a tus ojos, pero seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado.
23 Y Mical, hija de Saúl, no tuvo ya hijos hasta el día de su muerte.
1 Cr. 15.1-16.6 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Hizo David también casas para sí en la Ciudad de David, y arregló un lugar para el Arca de Dios, y le levantó una tienda.2 Entonces dijo David: «El Arca de Dios no debe ser llevada sino por los levitas; porque a ellos ha elegido Jehová para que lleven el Arca de Jehová, y le sirvan perpetuamente».
3 Congregó, pues, David a todo Israel en Jerusalén, para que llevaran el Arca de Jehová al lugar que él le había preparado.4 Reunió también David a los hijos de Aarón y a los levitas;5 de los hijos de Coat, a Uriel, el jefe, y sus hermanos, ciento veinte.6 De los hijos de Merari, a Asaías, el jefe, y sus hermanos, doscientos veinte.7 De los hijos de Gersón, a Joel, el jefe, y sus hermanos, ciento treinta.8 De los hijos de Elizafán, a Semaías, el jefe, y sus hermanos, doscientos.9 De los hijos de Hebrón, a Eliel, el jefe, y sus hermanos, ochenta.10 De los hijos de Uziel, a Aminadab, el jefe, y sus hermanos, ciento doce.
11 Luego llamó David a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, y a los levitas Uriel, Asaías, Joel, Semaías, Eliel y Aminadab,12 y les dijo: «Vosotros, que sois los principales padres de las familias de los levitas, santificaos, vosotros y vuestros hermanos, y llevad el Arca de Jehová, Dios de Israel, al lugar que le he preparado;13 pues por no haberlo hecho así vosotros la primera vez, Jehová, nuestro Dios, nos quebrantó, por cuanto no le buscamos según su ordenanza».
14 Se santificaron, pues, los sacerdotes y los levitas para traer el Arca de Jehová, Dios de Israel.15 Y los hijos de los levitas trajeron el Arca de Dios puesta sobre sus hombros en las barras, como lo había mandado Moisés, conforme a la palabra de Jehová.
16 Asimismo dijo David a los principales de los levitas que designaran a cantores entre sus hermanos, con instrumentos de música, con salterios, arpas y címbalos, para que los hicieran resonar con alegría.17 Entonces los levitas designaron a Hemán hijo de Joel; y de sus hermanos, a Asaf hijo de Berequías; y de los hijos de Merari y de sus hermanos, a Etán hijo de Cusaías.18 Y con ellos a sus hermanos del segundo orden, a Zacarías, Jaaziel, Semiramot, Jehiel, Uni, Eliab, Benaía, Maasías, Matatías, Elifelehu, Micnías, Obed-edom y Jeiel, los porteros.
19 Así, Hemán, Asaf y Etán, que eran cantores, tocaban címbalos de bronce.20 Zacarías, Aziel, Semiramot, Jehiel, Uni, Eliab, Maasías y Benaía tenían salterios sobre Alamot.21 Matatías, Elifelehu, Micnías, Obed-edom, Jeiel y Azazías, tenían arpas afinadas en la octava para dirigir.22 Y Quenanías, jefe de los levitas en la música, fue puesto para dirigir el canto, porque era entendido en ello.23 Berequías y Elcana eran porteros del Arca.24 Sebanías, Josafat, Natanael, Amasai, Zacarías, Benaía y Eliezer, sacerdotes, tocaban las trompetas delante del Arca de Dios; Obed-edom y Jehías eran también porteros del Arca.
25 David, pues, junto a los ancianos de Israel y los capitanes de millares, fueron a traer el Arca del pacto de Jehová, de casa de Obed-edom, con alegría.26 Como Dios ayudó a los levitas que llevaban el Arca del pacto de Jehová, sacrificaron siete novillos y siete carneros.27 Iba David vestido de lino fino, y también todos los levitas que llevaban el Arca, y asimismo los cantores; y Quenanías era maestro de canto entre los cantores. Llevaba también David sobre sí un efod de lino.28 De esta manera llevaba todo Israel el Arca del pacto de Jehová, con júbilo y sonido de bocinas, trompetas y címbalos, al son de salterios y arpas.29 Cuando el Arca del pacto de Jehová llegó a la Ciudad de David, Mical, hija de Saúl, estaba mirando por una ventana; al ver al rey David que saltaba y danzaba, lo menospreció en su corazón.
1 Así trajeron el Arca de Dios, y la pusieron en medio de la tienda que David había levantado para ella; y ofrecieron holocaustos y sacrificios de paz delante de Dios.2 Cuando David acabó de ofrecer el holocausto y los sacrificios de paz, bendijo al pueblo en el nombre de Jehová.3 Y repartió a todo Israel, así a hombres como a mujeres, a cada uno una torta de pan, una pieza de carne y una torta de pasas.
4 Puso delante del Arca de Jehová ministros de los levitas, para que recordaran, confesaran y alabaran a Jehová, Dios de Israel:5 Asaf, el primero; el segundo después de él, Zacarías; Jeiel, Semiramot, Jehiel, Matatías, Eliab, Benaía, Obed-edom y Jeiel, con sus instrumentos de salterios y arpas; pero Asaf tocaba los címbalos.6 También los sacerdotes Benaía y Jahaziel tocaban continuamente las trompetas delante del Arca del pacto de Dios.
Abril 28
Salmo de acción de gracias de David
1 Cr. 16.7-22 DHH NIV NBD NVI LBLA
7 Aquel día David, por primera vez, puso a Asaf y sus hermanos a cargo de la alabanza a Jehová:
8 «¡Alabad a Jehová,
invocad su nombre,
dad a conocer entre los pueblos sus obras!
9 ¡Cantad a él, cantadle salmos;
hablad de todas sus maravillas!
10 »¡Gloriaos en su santo nombre;
alégrese el corazón
de los que buscan a Jehová!
11 ¡Buscad a Jehová y su poder;
buscad su rostro continuamente!
12 Acordaos de las maravillas que ha hecho,
de sus prodigios y de los juicios de su boca,
13 vosotros, hijos de Israel, su siervo,
hijos de Jacob, sus escogidos.
14 Jehová, él es nuestro Dios,
sus juicios están en toda la tierra.
15 Él se acuerda de su pacto perpetuamente,
y de la palabra que mandó para mil generaciones;
16 del pacto que concertó con Abraham,
y de su juramento a Isaac,
17 el cual confirmó a Jacob por estatuto,
a Israel por pacto sempiterno,
18 diciendo: “A ti daré la tierra de Canaán,
porción de tu heredad”.
19 »Cuando ellos eran pocos en número,
pocos y forasteros en ella,
20 y andaban de nación en nación,
y de un reino a otro pueblo,
21 no permitió que nadie los oprimiera;
antes por amor de ellos castigó a los reyes.
22 Dijo: “No toquéis a mis ungidos
ni hagáis mal a mis profetas”.
Maravillas de Jehová a favor de Israel
Sal. 105.1-15 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 ¡Alabad a Jehová, invocad su nombre,
dad a conocer sus obras entre los pueblos!
2 ¡Cantadle, cantadle salmos!
Hablad de todas sus maravillas.
3 Gloriaos en su santo nombre;
alégrese el corazón de los que buscan a Jehová.
4 ¡Buscad a Jehová y su poder;
buscad siempre su rostro!
5 Acordaos de las maravillas que él ha hecho,
de sus prodigios y de los juicios de su boca,
6 vosotros, descendencia de Abraham su siervo,
hijos de Jacob, sus escogidos.
7 Él es Jehová, nuestro Dios;
en toda la tierra están sus juicios.
8 Se acordó para siempre de su pacto;
de la palabra que mandó para mil generaciones,
9 la cual concertó con Abraham,
y de su juramento a Isaac.
10 La estableció a Jacob por decreto,
a Israel por pacto sempiterno,
11 diciendo: «A ti te daré la tierra de Canaán
como porción de vuestra heredad».
12 Cuando ellos eran pocos en número
y forasteros en ella,
13 y andaban de nación en nación,
de un reino a otro pueblo,
14 no consintió que nadie los agraviara,
y por causa de ellos castigó a los reyes.
15 «No toquéis—dijo—a mis ungidos,
ni hagáis mal a mis profetas».
1 Cr. 16.23-33 DHH NIV NBD NVI LBLA
23 »Cantad a Jehová toda la tierra,
proclamad de día en día su salvación.
24 Cantad entre las gentes su gloria,
en todos los pueblos sus maravillas.
25 Porque grande es Jehová,
digno de suprema alabanza
y más temible que todos los demás dioses.
26 Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos,
mas Jehová hizo los cielos.
27 Alabanza y magnificencia hay delante de él.
Poder y alegría hay en su morada.
28 »¡Tributad a Jehová, familias de los pueblos,
dad a Jehová gloria y poder!
29 ¡Dad a Jehová la honra debida a su nombre!
Traed ofrenda y venid delante de él.
¡Postraos delante de Jehová
en la hermosura de la santidad!
30 ¡Que tiemble en su presencia toda la tierra!
Él afirmó el mundo para que no se conmueva.
31 Alégrense los cielos, gócese la tierra.
Digan en las naciones: “Jehová reina”.
32 ¡Resuene el mar y su plenitud!
¡Alégrese el campo y todo lo que hay en él!
33 Entonces cantarán los árboles de los bosques
delante de Jehová,
porque viene a juzgar la tierra.
Cántico de alabanza
Sal. 96.1-13 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Cantad a Jehová cántico nuevo;
cantad a Jehová toda la tierra.
2 Cantad a Jehová, bendecid su nombre.
Anunciad de día en día su salvación;
3 proclamad entre las naciones su gloria,
en todos los pueblos sus maravillas,
4 porque grande es Jehová y digno de suprema alabanza;
temible sobre todos los dioses.
5 Todos los dioses de los pueblos son ídolos;
pero Jehová hizo los cielos.
6 ¡Alabanza y magnificencia delante de él!
¡Poder y hermosura en su santuario!
7 Tributad a Jehová, familias de los pueblos,
dad a Jehová la gloria y el poder.
8 Dad a Jehová la honra debida a su nombre;
traed ofrendas y venid a sus atrios.
9 Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad;
temed delante de él, toda la tierra.
10 Decid entre las naciones: «¡Jehová reina!
También afirmó el mundo, no será conmovido;
juzgará a los pueblos con justicia».
11 Alégrense los cielos y gócese la tierra;
brame el mar y su plenitud.
12 Regocíjese el campo y todo lo que hay en él;
entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento
13 delante de Jehová, que vino,
porque ha venido a juzgar la tierra.
¡Juzgará al mundo con justicia
y a los pueblos con su verdad!
1 Cr. 16.34-36 DHH NIV NBD NVI LBLA
34 »Aclamad a Jehová, porque él es bueno;
porque su misericordia es eterna.
35 Y decid: “¡Sálvanos, Dios, salvación nuestra!
Recógenos y líbranos de las naciones,
para que confesemos tu santo nombre,
y nos gloriemos en tus alabanzas”.
36 ¡Bendito sea Jehová, Dios de Israel,
de eternidad a eternidad!».
Y dijo todo el pueblo: «Amén», y alabó a Jehová.
Sal. 106.47,48 DHH NIV NBD NVI LBLA
47 Sálvanos, Jehová, Dios nuestro,
y recógenos de entre las naciones,
para que alabemos tu santo nombre,
para que nos gloriemos en tus alabanzas.
48 ¡Bendito Jehová, Dios de Israel,
desde la eternidad y hasta la eternidad!
Diga todo el pueblo: «¡Amén!». «¡Aleluya!».
Los levitas encargados del Arca
1 Cr. 16.37-43 DHH NIV NBD NVI LBLA
37 David dejó allí, delante del Arca del pacto de Jehová, a Asaf y a sus hermanos, para que ministraran de continuo delante del Arca, según el rito de cada día;38 y a Obed-edom con sus sesenta y ocho hermanos; y a Obed-edom hijo de Jedutún, y a Hosa, como porteros.39 Asimismo al sacerdote Sadoc, y a los sacerdotes, sus hermanos, delante del tabernáculo de Jehová en el lugar alto que estaba en Gabaón,40 para que sacrificaran continuamente, por la mañana y por la tarde, holocaustos a Jehová en el altar del holocausto, conforme a todo lo que está escrito en la ley que Jehová prescribió a Israel.41 Con ellos estaban Hemán, Jedutún y los otros escogidos, designados por sus nombres, para glorificar a Jehová, porque es eterna su misericordia.42 Y con ellos, a Hemán y Jedutún, que tenían trompetas, címbalos y otros instrumentos de música para acompañar los cantos a Dios. Los hijos de Jedutún eran porteros.
43 Después todo el pueblo se fue, cada cual a su casa; también David se volvió para bendecir su casa.
Distribución de los músicos y cantores
1 Cr. 6.31,32 DHH NIV NBD NVI LBLA
31 Estos son los que David puso a cargo del servicio del canto en la casa de Jehová, después que el Arca tuvo reposo,32 los cuales servían delante de la tienda del Tabernáculo de reunión en el canto, hasta que Salomón edificó la casa de Jehová en Jerusalén; después se mantuvieron en su ministerio según su costumbre.
1 Cr. 25.1,6b-31 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Asimismo David y los jefes del ejército apartaron para el ministerio a los hijos de Asaf, de Hemán y de Jedutún, para que profetizaran con arpas, salterios y címbalos; y el número de ellos, hombres idóneos para la obra de su ministerio.
6 Asaf, Jedutún y Hemán estaban por disposición del rey.7 Su número, contando a sus hermanos, instruidos en el canto para Jehová, todos ellos aptos, era de doscientos ochenta y ocho.
8 Echaron suertes para repartir los turnos del servicio, tanto el pequeño como el grande, lo mismo el maestro que el discípulo.
9 La primera suerte recayó sobre el asafita José; la segunda, sobre Gedalías, quien con sus hermanos e hijos eran doce;10 la tercera, sobre Zacur, con sus hijos y sus hermanos, doce;11 la cuarta, sobre Izri, con sus hijos y sus hermanos, doce;12 la quinta, sobre Netanías, con sus hijos y sus hermanos, doce;13 la sexta, sobre Buquías, con sus hijos y sus hermanos, doce;14 la séptima, sobre Jesarela, con sus hijos y sus hermanos, doce;15 la octava, sobre Jesahías, con sus hijos y sus hermanos, doce;16 la novena, sobre Matanías, con sus hijos y sus hermanos, doce;17 la décima, sobre Simei, con sus hijos y sus hermanos, doce;18 la undécima, sobre Azareel, con sus hijos y sus hermanos, doce;19 la duodécima, sobre Hasabías, con sus hijos y sus hermanos, doce;20 la decimotercera, sobre Subael, con sus hijos y sus hermanos, doce;21 la decimocuarta, sobre Matatías, con sus hijos y sus hermanos, doce;22 la decimoquinta, sobre Jeremot, con sus hijos y sus hermanos, doce;23 la decimosexta, sobre Hananías, con sus hijos y sus hermanos, doce;24 la decimoséptima, sobre Josbecasa, con sus hijos y sus hermanos, doce;25 la decimoctava, sobre Hanani, con sus hijos y sus hermanos, doce;26 la decimanovena, sobre Maloti, con sus hijos y sus hermanos, doce;27 la vigésima, sobre Eliata, con sus hijos y sus hermanos, doce;28 la vigesimaprimera, sobre Hotir, con sus hijos y sus hermanos, doce;29 la vigesimasegunda, sobre Gidalti, con sus hijos y sus hermanos, doce;30 la vigesimatercera, sobre Mahaziot, con sus hijos y sus hermanos, doce;31 la vigesimacuarta, sobre Romanti-ezer, con sus hijos y sus hermanos, doce.
Abril 29
Hemán
1 Cr. 6.33-38 DHH NIV NBD NVI LBLA
33 Estos, pues, con sus hijos, ayudaban: de los hijos de Coat, el cantor Hemán hijo de Joel hijo de Samuel,34 hijo de Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliel, hijo de Toa,35 hijo de Zuf, hijo de Elcana, hijo de Mahat, hijo de Amasai,36 hijo de Elcana, hijo de Joel, hijo de Azarías, hijo de Sofonías,37 hijo de Tahat, hijo de Asir, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré,38 hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, hijo de Israel.
1 Cr. 25.4-6a DHH NIV NBD NVI LBLA
4 De los hijos de Hemán: Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Jeremot, Hananías, Hanani, Eliata, Gidalti, Romanti-ezer, Josbecasa, Maloti, Hotir y Mahaziot.5 Todos estos fueron hijos de Hemán, vidente del rey en las cosas de Dios, para exaltar su poder; y Dios dio a Hemán catorce hijos y tres hijas.6 Todos ellos estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová, con címbalos, salterios y arpas, para el ministerio del templo de Dios.
Súplica para ser librado de la muerte
Salmo de Hemán ezraíta
Sal. 88.1-18 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Jehová, Dios de mi salvación,
día y noche clamo delante de ti.
2 ¡Llegue mi oración a tu presencia!
¡Inclina tu oído hacia mi clamor!,
3 porque mi alma está hastiada de males
y mi vida cercana al seol.
4 Soy contado entre los que descienden al sepulcro;
soy como un hombre sin fuerza,
5 abandonado entre los muertos,
como los pasados a espada que yacen en el sepulcro,
de quienes no te acuerdas ya
y que fueron arrebatados de tu mano.
6 Me has puesto en el hoyo profundo,
en tinieblas, en lugares profundos.
7 Sobre mí reposa tu ira
y me sumerges en todas tus olas.
8 Has alejado de mí a mis conocidos;
me has hecho repugnante para ellos;
encerrado estoy sin poder escapar.
9 Mis ojos enfermaron a causa de mi aflicción.
Te he llamado, Jehová, cada día;
he extendido a ti mis manos.
10 ¿Manifestarás tus maravillas a los muertos?
¿Se levantarán los muertos para alabarte?
11 ¿Será proclamada en el sepulcro tu misericordia
o tu verdad en el Abadón?
12 ¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas
y tu justicia en la tierra del olvido?
13 Mas yo a ti he clamado, Jehová,
y de mañana mi oración se presenta delante de ti.
14 ¿Por qué, Jehová, desechas mi alma?
¿Por qué escondes de mí tu rostro?
15 Yo estoy afligido y menesteroso;
desde la juventud he llevado tus terrores, he estado lleno de miedo.
16 Sobre mí han pasado tus iras
y me oprimen tus terrores.
17 Me han rodeado como aguas continuamente;
a una me han cercado.
18 Has alejado de mí al amado y al compañero,
y a mis conocidos has puesto en tinieblas.
Asaf
1 Cr. 6.39-43 DHH NIV NBD NVI LBLA
39 A su mano derecha estaba su hermano Asaf hijo de Berequías hijo de Simea,40 hijo de Micael, hijo de Baasías, hijo de Malquías,41 hijo de Etni, hijo de Zera, hijo de Adaía,42 hijo de Etán, hijo de Zima, hijo de Simei,43 hijo de Jahat, hijo de Gersón, hijo de Leví.
1 Cr. 25.2 DHH NIV NBD NVI LBLA
2 De los hijos de Asaf: Zacur, José, Netanías y Asarela, hijos de Asaf, bajo la dirección de Asaf, el cual profetizaba bajo las órdenes del rey.
Salmos de Asaf
Dios juzgará al mundo
Sal. 50.1-23 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 El Dios de dioses, Jehová, ha hablado y ha convocado la tierra
desde el nacimiento del sol hasta donde se pone.
2 Desde Sión, perfección de hermosura,
Dios ha resplandecido.
3 Vendrá nuestro Dios y no callará;
fuego consumirá delante de él
y tempestad poderosa lo rodeará.
4 Convocará a los cielos de arriba
y a la tierra, para juzgar a su pueblo.
5 «Juntadme mis santos,
los que hicieron conmigo pacto con sacrificio».
6 ¡Los cielos declararán su justicia,
porque Dios es el juez!
7 «Oye, pueblo mío, y hablaré;
escucha, Israel, y testificaré contra ti:
Yo soy Dios, el Dios tuyo.
8 No te reprenderé por tus sacrificios
ni por tus holocaustos, que están continuamente delante de mí.
9 No tomaré de tu casa becerros
ni machos cabríos de tus apriscos,
10 porque mía es toda bestia del bosque
y los millares de animales en los collados.
11 Conozco todas las aves de los montes,
y todo lo que se mueve en los campos me pertenece.
12 Si yo tuviera hambre, no te lo diría a ti,
porque mío es el mundo y su plenitud.
13 ¿He de comer yo carne de toros
o beber sangre de machos cabríos?
14 Sacrifica a Dios alabanza
y paga tus votos al Altísimo.
15 Invócame en el día de la angustia;
te libraré y tú me honrarás».
16 Pero al malo dijo Dios:
«¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes
y tomar mi pacto en tu boca?,
17 pues tú aborreces la corrección
y echas a tu espalda mis palabras.
18 Si veías al ladrón, tú corrías con él,
y con los adúlteros era tu parte.
19 Tu boca metías en mal
y tu lengua componía engaño.
20 Tomabas asiento y hablabas contra tu hermano;
contra el hijo de tu madre ponías infamia.
21 Estas cosas hiciste y yo he callado;
pensabas que de cierto sería yo como tú;
¡pero te reprenderé
y las pondré delante de tus ojos!
22 Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios,
no sea que os despedace y no haya quien os libre.
23 El que ofrece sacrificios de alabanza me honrará,
y al que ordene su camino,
le mostraré la salvación de Dios».
El destino de los malos
Sal. 73.1-28 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Ciertamente es bueno Dios para con Israel,
para con los limpios de corazón.
2 En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies,
¡por poco resbalaron mis pasos!,
3 porque tuve envidia de los arrogantes,
viendo la prosperidad de los impíos.
4 No se atribulan por su muerte,
pues su vigor está entero.
5 No pasan trabajos como los otros mortales,
ni son azotados como los demás hombres.
6 Por tanto, la soberbia los corona;
se cubren con vestido de violencia.
7 Los ojos se les saltan de gordura;
logran con creces los antojos del corazón.
8 Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia;
hablan con altanería.
9 Ponen su boca contra el cielo
y su lengua pasea la tierra.
10 Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí,
y aguas en abundancia son extraídas para ellos.
11 Y dicen: «¿Cómo sabe Dios?
¿Acaso hay conocimiento en el Altísimo?».
12 Estos impíos,
sin ser turbados del mundo, aumentaron sus riquezas.
13 ¡Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón
y he lavado mis manos en inocencia!,
14 pues he sido azotado todo el día
y castigado todas las mañanas.
15 Si dijera yo: «¡Hablaré como ellos!»,
engañaría a la generación de tus hijos.
16 Cuando pensé para saber esto,
fue duro trabajo para mí,
17 hasta que, entrando en el santuario de Dios,
comprendí el fin de ellos.
18 Ciertamente, los has puesto en deslizaderos,
en asolamiento los harás caer.
19 ¡Cómo han sido asolados de repente!
¡Perecieron, se consumieron de terrores!
20 Como sueño del que despierta,
así, Señor, cuando despiertes, menospreciarás su apariencia.
21 Se llenó de amargura mi alma
y en mi corazón sentía punzadas.
22 Tan torpe era yo, que no entendía;
¡era como una bestia delante de ti!
23 Con todo, yo siempre estuve contigo;
me tomaste de la mano derecha.
24 Me has guiado según tu consejo,
y después me recibirás en gloria.
25 ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
26 Mi carne y mi corazón desfallecen;
mas la roca de mi corazón y mi porción
es Dios para siempre.
27 Ciertamente los que se alejan de ti perecerán;
tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta.
28 Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien.
He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,
para contar todas tus obras.
Abril 30
Salmos de Asaf
Apelación a Dios en contra del enemigo
Sal. 74.1-23 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 ¿Por qué, Dios, nos has desechado para siempre?
¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado?
2 Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos,
la que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia;
este monte Sión, donde has habitado.
3 Dirige tus pasos a las ruinas eternas,
a todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario.
4 Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas;
han puesto sus estandartes por señal.
5 Son como los que levantan el hacha
en medio de tupido bosque,
6 y ahora con hachas y martillos
han quebrado todas sus entalladuras.
7 Han puesto a fuego tu santuario,
han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra.
8 Dijeron en su corazón: «¡Destruyámoslos de una vez!».
¡Han quemado todas las moradas de Dios en la tierra!
9 No vemos ya nuestras señales;
no hay más profeta,
ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo.
10 ¿Hasta cuándo, Dios, nos insultará el angustiador?
¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente contra tu nombre?
11 ¿Por qué retraes tu mano?
¿Por qué escondes tu diestra en tu seno?
12 Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo;
el que obra salvación en medio de la tierra.
13 Dividiste el mar con tu poder;
quebraste cabezas de monstruos en las aguas.
14 Aplastaste las cabezas del Leviatán
y lo diste por comida a los habitantes del desierto.
15 Abriste la fuente y el río;
secaste ríos impetuosos.
16 Tuyo es el día, tuya también es la noche;
tú estableciste la luna y el sol.
17 Tú fijaste todos los términos de la tierra;
el verano y el invierno tú los formaste.
18 Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová
y un pueblo insensato ha blasfemado contra tu nombre.
19 ¡No entregues a las fieras el alma de tu tórtola!
¡No olvides para siempre la vida de tus pobres!
20 ¡Mira al pacto,
porque los lugares tenebrosos de la tierra
están llenos de habitaciones de violencia!
21 No vuelva avergonzado el abatido;
¡el afligido y el menesteroso alabarán tu nombre!
22 ¡Levántate, Dios! ¡Aboga tu causa!
¡Acuérdate de cómo el insensato te insulta cada día!
23 No olvides los gritos de tus enemigos;
el alboroto de los que se levantan contra ti sube sin cesar.
Dios abate al malo y exalta al justo
Sal. 75.1-10 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Gracias te damos, Dios, gracias te damos,
pues cercano está tu nombre;
los hombres cuentan tus maravillas.
2 En el tiempo que yo decida,
juzgaré rectamente.
3 Se arruinaban la tierra y sus moradores;
yo sostengo sus columnas.
4 Dije a los insensatos: «¡No os jactéis!»;
y a los impíos: «¡No os enorgullezcáis;
5 no hagáis alarde de vuestro poder;
no habléis con cerviz erguida!»,
6 porque ni de oriente ni de occidente
ni del desierto viene el enaltecimiento,
7 pues Dios es el juez;
a este humilla, y a aquel enaltece.
8 La copa está en la mano de Jehová;
el vino está fermentado,
lleno de mixtura,
y él lo derrama;
¡hasta el fondo lo apurarán y lo beberán todos los impíos de la tierra!
9 Pero yo siempre anunciaré
y cantaré alabanzas al Dios de Jacob.
10 Quebrantaré todo el poderío de los pecadores,
pero el poder del justo será exaltado.
El Dios de la victoria y el juicio
Sal. 76.1-12 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Dios es conocido en Judá;
en Israel es grande su nombre.
2 En Salem está su Tabernáculo
y su habitación en Sión.
3 Allí quebró las saetas del arco,
el escudo, la espada y las armas de guerra.
4 Glorioso eres tú, poderoso
más que los montes de caza.
5 Los fuertes de corazón fueron despojados,
durmieron su sueño;
no hizo uso de sus manos ninguno de los varones fuertes.
6 A tu reprensión, Dios de Jacob,
el carro y el caballo fueron entorpecidos.
7 ¡Temible eres tú!
¿Quién podrá estar en pie delante de ti
cuando se encienda tu ira?
8 Desde los cielos hiciste oir tu juicio;
la tierra tuvo temor y quedó en suspenso
9 cuando te levantaste, Dios, para juzgar,
para salvar a todos los mansos de la tierra.
10 Ciertamente la ira del hombre te alabará;
tú reprimirás el resto de las iras.
11 Prometed y pagad a Jehová vuestro Dios;
todos los que están alrededor de él traigan ofrendas al Temible.
12 Él cortará el aliento de los príncipes;
temible es para los reyes de la tierra.
Meditacion sobre los hechos poderosos de Dios
Sal. 77.1-20 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Con mi voz clamé a Dios,
a Dios clamé porque él me escucha.
2 Al Señor busqué en el día de mi angustia;
alzaba a él mis manos de noche, sin descanso;
mi alma rehusaba el consuelo.
3 Me acordaba de Dios, me conmovía;
me quejaba y desmayaba mi espíritu.
4 No me dejabas pegar los ojos;
estaba yo quebrantado y no hablaba.
5 Consideraba los días desde el principio,
los años pasados.
6 Me acordaba de mis cánticos de noche;
meditaba en mi corazón y mi espíritu inquiría:
7 «¿Desechará el Señor para siempre
y no volverá más a sernos propicio?
8 ¿Ha cesado para siempre su misericordia?
¿Se ha acabado perpetuamente su promesa?
9 ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia?
¿Ha encerrado con ira sus piedades?».
10 Entonces dije: «Enfermedad mía es esta;
traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo».
11 Me acordaré de las obras de Jah;
sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas.
12 Meditaré en todas tus obras
y hablaré de tus hechos.
13 Dios, santo es tu camino;
¿qué dios es grande como nuestro Dios?
14 Tú eres el Dios que hace maravillas;
hiciste notorio en los pueblos tu poder.
15 Con tu brazo redimiste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.
16 Dios, te vieron las aguas;
las aguas te vieron y temieron;
los abismos también se estremecieron.
17 Las nubes echaron inundaciones de aguas:
tronaron los cielos
y se precipitaron tus rayos.
18 La voz de tu trueno estaba en el torbellino;
tus relámpagos alumbraron el mundo;
se estremeció y tembló la tierra.
19 En el mar fue tu camino
y tus sendas en las muchas aguas;
tus pisadas no fueron halladas.
20 Condujiste a tu pueblo como a ovejas
por mano de Moisés y de Aarón.